La Pregunta Fundamental De La Metafisica

La filosofía cuestiona todo, ya que la filosofía se define como la actividad de formular preguntas fundamentales, es por esto que llegamos a la primera pregunta, y no nos referimos a la primera pregunta en ser creada, sino más bien a una de la más importantes y relevantes que nos cuestionamos. Dicha pregunta es “¿ Por qué es el ente y no más bien la nada?”, la que puede ser definida como la más digna, primero, por ser la más amplia, luego por ser la más profunda y finalmente por ser la más originaria de todas las preguntas. Es amplia porque tiene el mayor alcance posible, es decir, no se detiene en ningún ente en particular, sino más bien a lo general. Por ejemplo, no se refiere a cada uno como persona, como Sofía, Tiara, Miguel, Tobías, sino más bien al ente como tal en su totalidad. Esto abarca todo ente existente, el ente que existió, el ente que existe y el ente que existirá. Esta pregunta es tan amplia que incluye todo, incluso la nada, no porque la nada sea un algo, sino, porque “es” la nada. Al decir que la nada “es”, estamos estableciendo que la nada existe.

Esta pregunta también es la más profunda, porque no tiene un ente en particular, sino que busca el fundamento del ente ahondando y hondeando en este, porque si la pregunta se detuviera en un ente particular estaría limitada, y conllevaría a que esta no fuera la pregunta más profunda de las preguntas profundas.

Esta pregunta aparte de ser la más amplia y la más profunda, es la más originaria de todas, ya que ese ente del que se habla se refiere al ser humano mismo, que es quien formula la pregunta. A pesar que esta pregunta pretende no dar importancia a un ente particular, en este sentido no limita su extensión, ya que todos los entes poseen el mismo valor. El ser humano es considerado el ente que destaca considerablemente una y otra vez, ya que es el ser humano mismo que se formula la pregunta, pero este a la vez carece de relevancia porque es un ente más, es decir, pertenece al conjunto de los entes, ya que todos tienen la misma importancia, por ejemplo, si nos referimos a una persona cualquiera, su ente tiene la misma importancia que el ente de una silla o de una mesa, o de cualquier objeto, porque todos son entes, porque si le otorgamos más importancia a unos que a otros, los estaríamos limitando, y esto haría que la pregunta ya no sería la más amplia de las amplias de las preguntas amplias.

La pregunta “¿Por qué es el ente y no más bien la nada?”, al ser la más amplia, la profunda y la más originaria, hace que tenga mayor importancia que cualquier otra pregunta, por esto debemos “preguntarnos esta pregunta”, es decir, formularla, plantearla y exigirse a sí mismo el estado apropiado para preguntarnos esta pregunta . Formular, para saber qué es lo que nos estamos preguntando; plantear, para entender y ponernos a pensar una posible respuesta a esta pregunta, y por ultimo exigir a sí mismo el estado apropiado para preguntarnos esta pregunta, es decir, implica una iniciativa de la persona que se está formulando una pregunta, porque si la actitud no es la correcta, esta pregunta tan importante y relevante, puede pasar desapercibida por nuestra vida como una pregunta más, en cambio sí con la actitud correcta puede tener una repercusión sobre aquello mismo que fue preguntado, haciendo que el acto de preguntar no sea un acto cualquiera si no un acto relevante al que se le llama acontecimiento.

Todo preguntar de la filosofía permanece necesariamente inactual, y esto es así o bien porque la filosofía se proyecta mucho más allá de su momento correspondiente o bien porque reanuda el presente con lo que había sido anteriormente y en el origen ya que, la filosofía no se puede encasillar en una época en específico, ya que trasciende en el tiempo y se encarga de conectar lo que ya paso con cosas que aún sigue pasando y van pasar. Por ejemplo, Aristóteles

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