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La construcción del sujeto.


Enviado por   •  15 de Junio de 2014  •  Ensayos  •  1.625 Palabras (7 Páginas)  •  482 Visitas

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La construcción del sujeto.

Si bien es imposible negar que cada persona se encuentre inmersa en un entramado simbólico, es decir, que cada ser humano es esencialmente un ser en interacción con una sociedad y la tradición cultural que aquella encarna, se debe enfatizar el hecho de que esta interacción es la experiencia a partir de la cual el ser humano construye activamente su interioridad. Es este proceso de construcción activa el que ha sido progresivamente dilucidado por la psicología del desarrollo. Las instancias determinantes de este proceso son la conciencia reflexiva y el proceso o, si se quiere, la historia.

¿Cuál es la naturaleza de este proceso? ¿Cómo interactúan en él la conciencia reflexiva, la interacción social y por qué hablamos de proceso? En este lugar podemos hacer una breve descripción de la construcción de la subjetividad a partir de estas variables.

La subjetividad no debe ser entendida como un espejo que refleja las tradiciones o normalidades de una cultura, pero tampoco como un abismo de cuya profundidad surgen de sí mismas las formas de expresión simbólica. Ni aquella imagen plana del sujeto ni esta amplitud inescrutable son imágenes adecuadas para la comprensión de la subjetividad. Ésta es el resultado de las experiencias con un entorno social y material, y de la consciencia que reflexiona a partir de las mismas. El continuo de experiencias que se suceden en el tiempo hace que la subjetividad no sea algo dado, sino el resultado de un proceso que arranca y termina con la posibilidad de adquirir esas experiencias; se trata por lo tanto de un proceso paralelo a la vida misma, que comparte la misma condición fundamental, a saber, un devenir en el tiempo: “El hombre es lo que lo ha hecho ser su propia historia”.3

La interioridad del sujeto es, por lo dicho, algo que se construye, o, si se prefiere, algo que va ganando en profundidad. De cualquier modo lo importante está en subrayar que se trata de un proceso que, si bien se pone en marcha a partir de los estímulos externos, no puede soslayar el componente interior de la subjetividad conformado, para usar una imagen propuesta por Günter Dux, de varias capas de reflexibilidad.

La conciencia reflexiva se encuentra ya en la orientación de la acción más cotidiana, permitiendo virar el rumbo de nuestras acciones sobre la marcha. Pero además encontramos una conciencia reflexiva más distanciada que puede proyectar al sujeto mismo, preguntarse por su naturaleza y planear para él un tipo de vida. Desde lo más cotidiano hasta los planes más complejos son posibles porque la consciencia reflexiva se distancia de la acción y se instala, por así decirlo, detrás del sujeto mismo. De esta manera aparece un Yo en el acontecer de la acción, no sólo como agente, sino también como objeto, que puede definirse entre un conjunto de posibilidades para alcanzar sus objetivos. La conciencia reflexiva, más o menos distanciada, conforma en última instancia esa profundidad a la que

3 Günter Dux, Teoría Histórico Genética de la Cultura. La lógica procesual en el cambio cultural. (Bogotá ediciones aurora, 2012) 90.

llamamos mundo interior o interioridad, pero que también podemos concebir bajo el concepto de subjetividad.

El hecho de que la reflexividad permita una distancia del sujeto con respecto a sí mismo para objetivarse como agente y objeto en el escenario del acontecer, la convierte en la condición fundamental para la adquisición del mundo y para toda dirección de la acción. El sujeto conoce algo del mundo y puede dirigir su acción en éste gracias al distanciamiento reflexivo; pues se trata de un proceso en el cual el sujeto integra las experiencias con el mundo (conoce) y, después de un análisis de las posibilidades, realiza una acción en medio del entorno material y cultural al que pertenece. En definitiva, Günter Dux advierte que sólo porque el sujeto reflexiona es posible dirigir la acción en el mundo.

Este panorama muestra la integración en el sujeto tanto de las experiencias como de la capacidad para dirigir la acción. Esto significa que la subjetividad no se limita al registro y la integración de las experiencias, sino que además es capaz de agregar una novedad a ese espacio de la experiencia por medio de una acción reflexiva. En efecto, en ésta radica la posibilidad misma del desarrollo humano. El sujeto no sólo logra un equilibrio con su entorno a través de la acomodación al mundo socio-cultural y material, sino que además puede llegar a un nuevo nivel de reflexión que se refleja en una nueva forma de acción. El sujeto que ha alcanzado un equilibrio con su entorno inmediatamente es una vez más sujeto y objeto en un campo de posibilidades para la reflexión y, por ende, continúa abierta la posibilidad de tomar nuevos caminos o de aventurar nuevas soluciones a los problemas.

El sujeto, entonces, no es “absorbido por lo que anteriormente se ha formado”,4 sino que, por ser el lugar donde se desenvuelve el proceso reflexivo, en él radica

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