La diferencia entre los sofistas y Sócrates
jorginiTutorial21 de Enero de 2014
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SÓCRATES
La distinción más sustancial entre los sofistas y Sócrates está constituida por la visión que tienen de la tarea del filósofo y el maestro: para los sofistas es una actividad profesional utilitaria; para Sócrates es una misión sagrada e imperativo categórico. Sócrates encarna el concepto de la filosofía como misión religiosa y camino de purificación ya sostenido por los pitagóricos y por Parménides, pero acentuando aún más la obligación moral que incumbe al filósofo.
Esta purificación del alma está vinculada a la práctica cotidiana del examen de conciencia, que es un ejercicio continuo de conocimiento de sí mismo (el discurso sagrado pitagórico incitaba a sentir vergüenza ante sí mismo más que ante cualquier otra persona). Esto se resume en la frase “conócete a ti mismo”. Por eso, “la vida sin examen es indigna del hombre”, en tanto que el conocimiento de sí mismo constituye la esencia misma de la sabiduría y de la virtud. “Conócete a ti mismo” significa: adquiere conciencia de tu fin y de tus faltas reales; la primera de estas, la que impide toda enmienda espiritual, es la creencia de no tener faltas. Saber que no se sabe, ese es el primer resultado del examen, y es la primera sabiduría verdadera: la conciencia de la ignorancia.
LA REFUTACIÓN COMO PURIFICACIÓN Y ESTÍMULO PARA LA INVESTIGACIÓN. LA MAYÉUTICA.
Contra esta ignorancia tiene entonces que desarrollarse la refutación, parte inicial de la ironía socrática. La refutación tiene la misión de suscitar en los otros la conciencia de su ignorancia, encaminándolos así a una purificación espiritual de sus errores y faltas. No debe llegar a una conclusión positiva, sino a un resultado negativo que, sin embargo, es preparación y estímulo para una investigación reconstructiva.
Para Sócrates, la purificación y liberación de los espíritus es una exigencia religiosa: una misión sagrada que le había sido confiada por el Dios. Por eso, Sócrates considera el hecho de que se lo refute como un beneficio que recibe. Esta liberación no solo es un beneficio, sino una exigencia fundamental del método socrático; se trata de una purificación moral, al mismo tiempo que intelectual, por la cual el espíritu se halla puro y dispuesto para la verdadera actividad que le compete.
Aquel a quien se refuta no debe permanecer pasivo, sino que debe cooperar activamente en la refutación, etapa que el educador dirige más que efectúa. Así es como la refutación logra su mayor eficacia, quedando convertida en preparación necesaria y estímulo para la investigación.
La investigación resulta, para Sócrates, ejercicio de un poder congénito que ante todo tiene que ser liberado del obstáculo que le oponen los prejuicios y los errores a fin de que pueda dará a luz a su producto genuino: así, después de la refutación, se le presenta la segunda parte del método socrático, la mayéutica.
La misión del maestro no se cumple si las verdades no son conquistadas activamente por los discípulos mismos, si no son hijas de su espíritu y si ellos no las sienten como verdaderamente suyas. Solo así pueden tener la plenitud de su valor intelectual, moral, cognoscitivo y práctico. Pero la interrogación que el maestro ejerza debe ser verdadera, es decir, dirigida; la interrogación es en realidad un método de enseñanza y de instrucción, pero de una instrucción activa que se ejerce sin que lo parezca, como estímulo y guía disfrazada.
El método socrático de la mayéutica contiene en germen la convicción que Platón expresa en su teoría de la reminiscencia, cuyo verdadero significado es esencialmente activo, de facultad y esfuerzo de conquista, y no de mero vestigio pasivo de una inerte contemplación anterior.
LA CIENCIA Y LOS CONCEPTOS UNIVERSALES
Para Sócrates ese saber congénito que extrae la mayéutica no puede referirse al mundo físico que aprehendemos mediante los sentidos, sino a nuestro mundo interior humano o moral. Sócrates afirma una exigencia especialmente teórica y ético-religiosa: la posibilidad de la ciencia y su papel de purificación espiritual.
La ciencia tiene que ofrecer un carácter de universalidad, ser válida para todos, mientras que la experiencia sensible es relativa a cada sujeto individual y a su condición momentánea. En lo que respecta a las cosas humanas, en nuestra conciencia existen principios universales (conceptos, leyes) alcanzables por el examen, la reflexión y la discusión.
La investigación de Sócrates no versaba en lo mudable, sino en lo inmutable, es decir, lo universal, la esencia, lo que es objeto de ciencia. Aristóteles dijo: “Sócrates discutía solamente acerca de las cosas morales y no se interesaba en absoluto en la naturaleza; y en las cosas morales buscaba lo universal, pues fue el primero que tomó como objeto de su pensamiento las definiciones”.
La esencia, lo universal, es decir, lo que hay de común en las particularidades, representa la unidad de la especie: por eso se afirma vigorosamente en Sócrates la exigencia de unidad en el conocimiento verdadero. esta exigencia de universalidad se afirma en un doble sentido: con respecto a los sujetos y con respecto a los objetos de conocimiento.
En el logos individual los sofistas habían señalado el carácter de relatividad; Sócrates en cambio quiere encontrar la universalidad absoluta en la misma conciencia del sujeto, por medio de la posibilidad del acuerdo con las otras conciencias, es decir, mediante el ejercicio de la búsqueda en común. Esta búsqueda común sustituye el logos por el diálogo. “Nuestra concordancia nos dará la verdad perfecta”. La satisfacción de la exigencia heraclítea del logos común, según Sócrates, se puede alcanzar mediante el diálogo, esto es, mediante la cooperación, la solidaridad investigativa de los distinto sujetos, que en la coincidencia recíproca pueden encontrar lo subjetivo que es también objetivo, lo individual que es también universal. Junto a esta unidad subjetiva debe buscarse también la unidad objetiva: la unidad del concepto a través de la multiplicidad de las cosas y de los hechos. Esta doble unidad conjunta es lo que busca la ciencia.
Así se perfila el camino de la ciencia en el paso de la multiplicidad de los particulares a la unidad de lo universal por la inducción, y en la determinación exacta de ese universal por la definición, los dos métodos del método científico, cuyo mérito Aristóteles declara que corresponde a Sócrates.
Al declarar que el conocimiento verdadero o ciencia ha de constituirse mediante los universales (conceptos), Sócrates implica ya en su gnoseología la tendencia a una ontología idealista. El método de investigación de Sócrates representa un encaminamiento a la doctrina ontológica de Platón. En Sócrates aparece implícita cierta afirmación de una realidad objetiva de ideas, cuya existencia y fuerza los hombres tienen que reconocer, referente a las ideas éticas y especialmente con respecto a la fundamental, la idea del Bien.
CIENCIA Y VIRTUD, IGNORANCIA Y PECADO. LA UNIDAD DE LAS VIRTUDES.
Según Sócrates, las idea del bien no debe interpretarse como objeto de pura contemplación intelectual, sino como objeto de una íntima adhesión espiritual, objeto de amor y voluntad activa: su conocimiento se convierte en fuerza rectora y motriz de la actividad espiritual y práctica humana. La ciencia es virtud.
Ciencia significa para Sócrates dominio de sí mismo, no solo pura contemplación sino también acción. el conocimiento de la verdad resulta verdadero en tanto se convierte en convicción que implica una tendencia activa y la determina, es decir, desarrolla un carácter de impulso motor y rector de la acción práctica. Sócrates es quien primero asevera esta ley interior, para la cual probablemente introdujo en el idioma de Atenas la nueva palabra eukráteia, que significa autodominio y lleva consigo implícito un nuevo concepto de libertad interior.
Los sabios no solo lo son en intelecto, sino en la vida integral del espíritu. La ciencia es una cosa bella, capaz de dominar al hombre de manera que, si uno sabe qué es el bien y qué es el mal, no puede ser vencido por nada ni obrar de manera distinta de como manda la ciencia, sino que la sola sabiduría basta para ayudar al hombre. Esta ciencia o sabiduría de que habla Sócrates no es puro conocimiento separado de la energía vital del carácter, sino todo un hábito o forma espiritual que conforma y gobierna la vida íntegra.
A esta razón que rige la ciencia Sócrates la llamó phrónesis. El
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