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La modernidad como forma de conocer y ser en el mundo


Enviado por   •  20 de Junio de 2023  •  Resúmenes  •  2.153 Palabras (9 Páginas)  •  148 Visitas

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LA MODERNIDAD COMO FORMA DE CONOCER Y SER EN EL MUNDO

En el habla cotidiana cuando decimos que algo es moderno queremos decir que es nuevo, actual, reciente o innovador, en opuesto a lo antiguo. En el sentido filosófico, lo moderno se refiere a hechos, personas e ideas vinculadas con la Modernidad en cuanto al hecho de época del capitalismo industrial. En los años 80 del siglo XX se desataban fuertes debates entre defensores y críticos de la Modernidad. Algunos pensadores definen la modernidad en términos del maquinismo y la revolución industrial, se refieren también así al proceso de transformación de las nacientes metrópolis europeas del siglo XIX y su continuidad en el mundo actual. Otros la consideran el fin del medioevo, en el siglo XVI, y señalan como rasgos diferenciales de lo moderno el fin de legitimación de la teología del poder político, la emergencia de centros económicos y culturales urbanos, la tendencia de la apropiación de la propiedad privada de la riqueza y la racionalización creciente de los procesos de producción y acumulación económica. Todo ello como consecuencia del surgimiento de la ciencia moderna y el lugar central de la reflexión filosófica sobre el conocimiento, que se inicia con el cartesianismo y el empirismo. Mas allá de estas discusiones, lo cierto es que la Modernidad constituye el ámbito del que aun hoy se participa. Concepciones e instituciones, prácticas y creencias sociales, conservan total o parcialmente rasgos de la modernidad.

La Modernidad significo la construcción de nuevas subjetividades, de nuevas formas de conocer y de ser en el mundo, un mundo diferente que requería ser explicado, cuestión a la que contribuyo la filosofía. Durante los siglos XVII, XVII y mediados del XIX, el principal objeto de reflexión de la filosofía era el conocimiento, pero también el poder político, ante la necesidad de fundamentar al Estado burgués, ese que filósofos se ocuparon de criticar desde distintas posiciones. La Modernidad se gesto en Europa entre los siglos XVII y XVIII. Acá queremos señalar que el conocimiento es siempre situado o mejor dicho geopolíticamente situado. La Modernidad se desplegó hacia América Latina, a través de la conquista de los territorios, los sujetos y las ideas. Pero la cultura y el pensamiento, no surgieron en América Latina, por obra y arte de la Modernidad. Además, nuestra región cuenta con una rica tradición teórica, que no es mera reproducción del pensamiento europeo. Así pues, hablar de Modernidad implica necesariamente hablar de un pensamiento dominante y de un pensamiento emergente o subalterno gestado en los territorios conquistados. Con pensamiento emergente nos referimos a aquel que se produce en América Latina, en África, en los países conquistados por la misma Europa que, mientras predicó la libertad y postuló la igualdad y la fraternidad como principios de las revoluciones burguesas, puso en práctica mecanismos de dominación y explotación sobre los que finalmente fundó su desarrollo económico, desatando, a la vez, en las colonias de América, las luchas por la independencia. De ahí en más, la relación de América Latina con Europa sería una relación contradictoria y conflictiva. Mignolo sostenía que hablar de Modernidad desde América Latina implica hablar desde la “colonialidad del ser”. Ya que no solo se trato de la conquista de un territorio, sino también de una conquista cultural. El ser se conquista vía imposición de una ideología y conceptos a través del cual los hombres representan al mundo. Esta conquista fue posible sobre la base del genocidio cometido primeramente contra los pueblos nativos de América, luego de Asia y África. En la nueva sociedad ideada por la burguesía revolucionaria europea, no tenían cabida los indígenas de América ni los negros de África, sino como mano de obra, sin la cual el desarrollo económico de los autodenominados “países desarrollados” no hubiese sido posible.

La nueva imagen del mundo

Se dio por tres grandes cambios con respecto a la visión dominante durante la Edad Media: En la Edad Media imperaba la concepción geocéntrica del universo postulada por Ptolomeo en la antigüedad clásica y sostenida por Aristóteles, según el cual, la Tierra era el centro del universo único, finito y esférico. Esta concepción era coherente con la doctrina cristiana del universo y del hombre. En 1543, gracias al empleo de cálculos matemáticos, el astrónomo Nicolás Copérnico postuló el heliocentrismo, basado en la concepción formulada por Aristarco de Samos hacia el 300 a. C. La teoría copernicana postuló el Sol como centro del universo, en torno al cual giran la Tierra y todos los planetas. La noción de la Tierra en movimiento ponía en cuestión la noción de espacio finito. El heliocentrismo significó así un quiebre de la cosmovisión dominante, ya que, al poner en duda el carácter irrefutable de las verdades consagradas, daba cuenta de la posibilidad de conocer del hombre. El desarrollo de la cartografía posibilito la conquista de América por parte de España y Portugal, en el contexto del capitalismo mercantil emergente. Los viajes de conquista también contribuyeron a la ruptura de la concepción geocéntrica del mundo. (Giordano Bruno sostuvo la infinitud del espacio y la innumerable existencia de sistemas solares). Posteriormente, las investigaciones de Newton y la filosofía racionalista de Descartes, contribuyeron a reemplazar la imagen orgánica, por una imagen mecánica del mundo, concebido como una máquina, formado por materia regida por leyes matemáticas. Durante la Edad Media, en que la Iglesia romana (del cristianismo) ejercía el poder de manera hegemónica, la génesis y el funcionamiento del mundo se explicaban por la existencia de Dios, que predestinaba la historia personal y social hacia su culminación en la vida eterna. Dios constituía el centro de la vida humana (teocentrismo). Ese mundo e ideología se quiebran con la Modernidad, dominada por la razón científica, que generó en el hombre una sensación de poder, no experimentada antes. Junto a los logros científico-técnicos, las traducciones de las obras clásicas, contribuyeron al cuestionamiento del carácter absoluto de las verdades provenientes de la iglesia y de la tradición académica. Dios dejó de ser la única fuente de conocimiento. El reconocimiento de la capacidad de conocer del hombre, lo ubicó en el centro del universo. Se produjo así, el proceso que se conoce como paso del teocentrismo al antropocentrismo. Todos estos procesos fueron complejos, contradictorios y conflictivos en términos políticos y sociales. En el siglo XVI, debido a disidencias dentro de la Iglesia Romana, se produjo una fractura en la que dio a luz a la Reforma Protestante, y esta desató guerras religiosas, dividió al cristianismo y debilitó al poder del

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