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La Ética en la Antigüedad


Enviado por   •  24 de Junio de 2020  •  Síntesis  •  1.370 Palabras (6 Páginas)  •  96 Visitas

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La ética en la antigüedad.

Habrán visto en Filosofía que, en cada periodo histórico, los filósofos se ocuparon de pensar determinados problemas fundamentales desde determinados supuestos teóricos. Los filósofos de la Edad Antigua no son la excepción; ellos también se enfrentaron a problemas teóricos que hasta hoy tienen resonancia en nuestras vidas. Uno de ellos es el problema del movimiento. Los antiguos filósofos griegos se preguntaron de qué manera conocer una cosa, cómo acceder a su naturaleza, de qué modo delimitar la esencia de algo para estar seguros de que “eso” es “eso” y no otra cosa; cómo hacer para conocer una cosa de modo que no nos sorprenda y podamos clasificarla en determinados parámetros bien precisos. En otros términos, si queremos evitar que alguien nos engañe, lo que buscamos es conocerlo o conocerla a fin de evitar que nos mienta, ¿y por qué deseamos evitar que nos mienta? Como decía Nietzsche, buscamos evitar la mentira, porque ellas atentan contra nuestra supervivencia; si alguien nos miente, puede estar poniendo en riesgo nuestra vida, por lo cual preferimos la verdad para no encontrarnos con sorpresas que nos dañen; por ello, los griegos antiguos entendieron que conocer la esencia de una cosa, permite evitar sorpresas que pusieran en peligro nuestra vida; en otras palabras, conocer la esencia de una cosa, nos brinda herramientas para proteger nuestra existencia. Como verán, la preocupación de los antiguos por conocer la esencia de una cosa, no fue un problema teórico, sino algo profundamente concreto.

Frente a este problema existencial, entendieron que, para conocer algo, es imprescindible conocer lo permanente de la cosa; es decir, es necesario conocer lo invariable de cada cosa, porque lo variable no puede ser conocido. Si deseo conocer la naturaleza de un triángulo, es decir, su esencia, no vamos a ocuparos de conocer si está hecho de madera o de metal, porque materialmente puede variar la composición de una figura geométrica. Sin embargo, y siguiendo con este ejemplo, lo invariable de un triángulo son sus tres lados; la esencia de un triángulo, es decir, su aspecto invariable, es que tiene tres lados. Todo lo demás puede cambiar o variar, puede estar hecho de madera, de metal o simplemente puede ser una representación gráfica en un pizarrón, pero mientras la figura tenga tres lados, será un triángulo y esa es su esencia. De modo que, si conocemos la esencia de algo, la conocemos verdaderamente, conocemos su verdad más profunda, aquello que la define, eso de la cosa que no cambia y que me permite clasificarla o, incluso, predecirla.  Se trata, en palabras de Heidegger, del ser (invariable) de la cosa a diferencia del “ente” que es una dimensión variable (en éstos mismos términos podríamos preguntarnos qué hace que la historia como ciencia sea lo que es y no otra ciencia, qué la distingue de la matemática, de la sociología o de la antropología, por ejemplo).

Dijimos que esta dimensión esencial y fundamental de las cosas es invariable, esto quiere decir que no cambia, que no varía; por lo cual, la condición para que algo sea esencial, es que no cambie. Si no cambia, si no varía, entonces no supone movimiento; por el contrario, aquello que cambia, que es variable, es decir, no es esencial. ¿Qué nombre le asignaban ellos a todo lo que no es esencial? Ellos entendían que lo no esencial, era lo contingente. ¿Qué es lo contingente? Es lo opuesto a lo esencial; lo contingente, es lo variable, es lo que puede estar o no estar, pero que no hace a la naturaleza o identidad de la cosa. Por ejemplo, volviendo al ejemplo del triángulo, el aspecto esencial de un triángulo son sus tres lados, pero su aspecto contingente es de qué está hecho ese triángulo; si está hecho de madera o de metal o si se trata de una representación gráfica en un pizarrón, son aspectos contingentes que no hacen a la esencia del triángulo. Puede estar hecho de madera o de metal, pero mientras tenga tres lados, será un triángulo. En oras palabras, lo que importa es su esencia, no su contingencia.

Ahora sabemos que, para los griegos, para conocer la verdad de algo, era necesario conocer su esencia y no quedarse en su contingencia. Pero, ¿qué diferencia hay entre lo esencial y lo contingente? Ya vimos que la esencia indica lo invariable de una cosa y la contingencia alude a la dimensión variable de la misma, entonces una diferencia fundamental, entre otras, es que la esencia no cambia, pero la contingencia, sí; lo esencial es invariable, en cambio, la contingencia, no; el cambio y la transformación son propias de la contingencia, pero la permanencia y la invariable son propias de lo esencial.

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