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La ética en la era del Conocimiento


Enviado por   •  20 de Octubre de 2014  •  Ensayos  •  2.356 Palabras (10 Páginas)  •  153 Visitas

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DEFINICIÓN DE ÉTICA

La ética define a una gran parte de nuestra personalidad, es la que determina nuestra conducta, principios y valores morales. Sin embargo, esta palabra es sumamente compleja, ya que lo que puede ser "bueno o malo" para una persona, lo es de forma diferente para otra. Fuimos educados y formados de manera distinta, crecimos en un entorno y en un ambiente familiar diferente, desde pequeños captamos las normas de acuerdo a la manera en que nos las dictaron.

Sin embargo, ¿de qué manera podemos relacionar la ética con los negocios? Diariamente salimos a la calle y nos enfrentamos con un mundo distinto al nuestro. Consideramos que hacemos nuestro trabajo bien, que somos leales con los demás y que en nuestro ambiente laboral "nunca" hemos sido objeto de algún escándalo (fraude, manipulación, espionaje, conspiración, malversación de fondos).

El problema está cuando nos topamos con aliados, clientes o compañeros de trabajo que difieren de nuestro comportamiento ético. En este caso, ¿nos dejamos llevar por la actitud maliciosa o decidimos conservar nuestra postura? A continuación te brindamos algunas recomendaciones.

Ética y negocios

Como bien lo dijo el Rey Salomón, "debemos darnos cuenta de que la moral es el principio rector individual más importante detrás de todo lo que hacemos o decimos", incluyendo nuestro trabajo. Somos éticos no sólo en nuestra faceta personal, gremial y estudiantil, sino también en nuestra dimensión profesional. Actualmente muchas de las grandes organizaciones poseen un código de ética.

Ray Cotton señala que existen compañías que trabajan duro para comunicarle a sus empleados "valores bíblicos", como por ejemplo: honrar a Dios en todo lo que hacemos, ayudar a que las personas se desarrollen, seguir la excelencia y crecer con ganancias. Así como los periodistas deben ser éticos a la hora de informar, evitando poner en boca de algún vocero algo que no haya dicho o aislándose de la objetividad; el empresario, gerente y empleado también deben demostrar un compromiso no sólo con ellos mismos, sino también con sus compañeros y con la propia empresa.

Entre algunas recomendaciones éticas, Jerry White sostiene en el libro "Honestidad, moralidad y conciencia" que debemos ser justos en todo lo que hacemos. En el caso de los empleados, deben preguntarse si realmente trabajan el tiempo y las horas completas, para recibir de la misma manera el sueldo mensual. Para aquellos que sean dueños de una empresa, ¿ofrecen al consumidor lo que le prometieron en el anuncio publicitario? ¿el cliente está pagando de forma justa por la calidad que recibe?

White también recomienda que se debe tener "honestidad total" hacia el empleado y los clientes. Es por ello que debemos preguntarnos si somos lo suficientemente honestos al momento de informar acerca de nuestro uso del tiempo, manejo del dinero y logros, por ejemplo. Otra pauta de la que habla este autor es la de "ser un siervo", en el sentido de que el negocio está formado por personas que deben servir y que, por lo tanto, el valor estará en la manera en que se satisfagan las necesidades de los consumidores.

Debemos asumir plena responsabilidad de las acciones y decisiones que tomamos, el trabajador debe conformarse con el salario que reciba, siempre y cuando sea digno de sus capacidades y destrezas.

LA ERA DEL CONOCIMIENTO

¿La era del conocimiento, o la era del liderazgo?

No se pone en duda que vivimos en la sociedad de la información y el conocimiento, que emerge la denominada economía del conocimiento y la innovación, que el aprendizaje continuo resulta inexcusable, que la innovación viene a ser una exigencia permanente, que los trabajadores expertos constituyen un activo sólido para las empresas, que la idea de organización inteligente se fundamenta en el aprendizaje colectivo y en la gestión del conocimiento... Pero, para definir las relaciones entre directivos y trabajadores, seguimos predicando modelos líderes-seguidores cada vez más complejos; como si el perfil del new knowledge worker encajara en la idea de seguidor; como si el valor en alza en la nueva economía fuera el liderazgo en vez del conocimiento.

En grandes y medianas empresas seguimos refiriéndonos a los trabajadores como recursos humanos, colaboradores, subordinados o, indirectamente, como seguidores de otros individuos a quienes llamamos líderes. Puede que haya habido, y haya todavía, algún fundamento para hacerlo así, pero los cambios culturales y la emergente economía parecen exigir a las personas el protagonismo, la dimensión, que quizá se les ha hurtado en el pasado. Nuevos y más profesionales perfiles de directivos y trabajadores parecen abrirse espacio en el siglo XXI, y quizá debamos ya reconsiderar en algún caso el propio lenguaje utilizado, si no —y si no suena revolucionario o herético— la vigencia misma de algunos de los numerosos modelos líderes-seguidores que se nos ofrecen. ¿Cuál es el valor en alza en la economía emergente?

Atendiendo a la excelencia en el management, y a sólidos y legítimos intereses, las consultoras y escuelas de negocios han venido adulando tal vez en exceso a los jóvenes o futuros directivos, y han estado sonando con insistencia en las grandes empresas buzzwords como potencial, talento, liderazgo, etc. Una profesional y efectiva dirección de personas resulta inexcusable, pero quizá habría que distribuir mejor los esfuerzos de formación y desarrollo, en beneficio del perfil del nuevo trabajador experto, el knowledge worker de que nos hablaba Peter Drucker: un trabajador responsable, actualizado en sus conocimientos, leal a su profesión y con mayor autonomía (fruto del empowerment) en su desempeño. Este nuevo trabajador experto, además de seguir el progreso de su campo del saber, compartiría con el directivo el derecho a cultivar su autoliderazgo, lo que es en buena medida decir, su dimensión intrapersonal.

En la década anterior se hablaba del liderazgo y se hacía referencia a importantes ejecutivos como Welch, Iacocca, Gerstner, Grove... y hasta Lay, el protagonista del escándalo Enron; luego se dijo que, en realidad, los líderes tenían que serlo de otros líderes, y que el liderazgo habría de extenderse por las organizaciones. Cuesta imaginarse una comunidad en que cada uno sea, a la vez, líder y seguidor, pero todo depende de cómo se entienda el concepto. También podemos referirnos, en efecto, a un cierto liderazgo intrapersonal, al que nos invitaban Covey o Senge, y aparcar por un momento el liderazgo interpersonal que hemos venido postulando entre los directivos intermedios,

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