Lecciones Prelininares
laurabetancur131 de Marzo de 2013
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MANUEL GARCIA MORENTE
LECCIONES PRELIMINARES DE FILOSOFÍA
Novena edición
NOTA DE LOS EDITORES
Manuel García Morente nació en Arjonilla (Jaén) , España, en 1886. Estudió en Granada y Bayona y se licenció en Filosofía en París (don¬de recibió la influencia de Émile Boutroux y Henri Bergson). Luego hizo estudios en Berlín, Munich y Marburgo, donde fue discípulo de Cohen y Natorp (escuela neo-kantiana). Se doctoró en 1911 en Ma¬drid y allí, al año siguiente, ganó la cátedra de Ética en la Facultad de Filosofía, de donde fue decano hasta el inicio de la guerra civil, en que fue destituido de su cátedra, habiendo dejado influencia profunda en sus discípulos y un recuerdo indeleble de su enseñanza. Estuvo unido, por amistad y admiración duraderas, a la labor intelectual y al pensamiento de José Ortega y' Gasset. Durante la guerra marchó a Pa¬rís y de allí a la Argentina, donde impartió filosofía en la Universidad de Tucumán. En 1940 volvió al seno del catolicismo y se ordenó sacer-dote. Dos años más tarde murió en Madrid.
García Morente fue primordialmente profesor universitario y tam¬bién magnífico traductor al castellano de obras de filósofos alemanes (Kant, Leibniz, Hussed, Spengler, etc.). Entre sus obras originales se cuentan La filosofía de Kant, La filosofía de Henri Bergson, Idea de la Hispanidad, Ensayos (1945), Ejercicios espirituales (1961) y, sobre todas, las Lecciones preliminares de filosofía, fruto del curso que dictó en la Universidad de Tucumán en 1937, tomado taquigráficamente y luego revisado por el autor, originalmente publicadas por esa Univer¬sidad, y cuyo texto íntegro es el que ofrecemos ahora al lector.
Quizás esa circunstancia –el haber sido tomado de viva voz– sea la clave del apasionado interés con que el estudiante, o simplemente el estudioso, lee este libro de introducción a la filosofía, tan distinto a los que suelen escribirse ex profeso para la enseñanza. En él encontramos el rigor en el uso de los términos, en la exposición del pensamiento de cada filósofo estudiado, de cada escuela, a la vez que la espontanei¬dad, la gracia del lenguaje oral, la savia del pensamiento vivo –ex¬presado con riqueza, precisión y elegancia– que no quiere encerrarse en fórmulas, sino comunicarse, ser vivido de nuevo, despertar amor e interés por la filosofía en el ánimo del discípulo, quien –guiado por un maestro que ha dedicado su vida a la meditación de sus temas– ¬vuelve a plantearse como problemas propios los problemas del ser y del conocimiento que se plantearon, a su tiempo, los filósofos –desde los presocráticos hasta Heidegger y Ortega y Gasset; desde el naci¬miento de la filosofía hasta el inicio de la de nuestra época–. Es de¬cir, que a través de la historia de la filosofía que García Morente ex¬pone –con la diáfana claridad que le era propia–, el lector –uno más de sus discípulos– va aprendiendo a pensar, a criticar, a poner en tela de juicio la opinión común, y a intentar darse una respuesta
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sincera –o por lo menos elegirla de entre las aquí propuestas– al problema de su existencia.
Por estas y otras excelencias que poseen estas Lecciones prelimina¬res de filosofía, la Editorial Porrúa se siente con justicia satisfecha de incluirlas en su Colección "Sepan Cuantos. . ." como un clásico –que ya lo es– de introducción, de invitación para todos al verdadero filosofar.
México, D. F., enero de 1971.
LECCIONES PRELIMINARES
DE FILOSOFÍA
LECCIÓN 1
EL CONJUNTO DE LA FILOSOF1A
LA FILOSOFÍA Y SU VIVENCIA. DEFINICIONES FILOSÓFICAS Y VIVENCIAS FILOSÓFICAS. SENTIDO DE LA VOZ FILOSOFÍA. LA FILOSOFÍA ANTIGUA. LA FILOSOFÍA EN LA EDAD ME¬DIA. LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MODERNA. LAS DISCIPLI¬NAS FILOSÓFICAS. LAS CIENCIAS Y LA FILOSOFÍA. LAS PAR-TES DE LA FILOSOFÍA.
La filosofía y su vivencia
Vamos a iniciar el curso de introducción a la filosofía planteando e intentando resolver algunas de las cuestiones principales de esta disciplina.
Ustedes vienen a estas aulas y yo a ellas también, para hacer juntos algo. ¿Qué es lo que vamos a hacer juntos? Lo dice el tema: vamos a hacer filosofía.
La filosofía es, por de pronto, algo que el hombre hace, que el hombre ha hecho. Lo primero que debemos intentar, pues, es definir ese «hacer» que llamamos filosofía. Debere¬mos por lo menos dar un concepto general de la filosofía, y quizá fuese la incumbencia de esta lección primera la de ex¬plicar y exponer qué es la filosofía. Pero esto es imposible. Es absolutamente imposible decir de antemano qué es filo¬sofía. No se puede definir la filosofía antes de hacerla; como no se puede definir en general ninguna ciencia, ni ninguna disciplina, antes de entrar directamente en el trabajo de ha¬cerla.
Una ciencia, una disciplina, un «hacer» humano cual¬quiera, recibe su concepto claro, su noción precisa, cuando ya el hombre ha dominado ese hacer. Sólo sabrán ustedes qué es filosofía cuando sean realmente filósofos; Por consi¬guiente, no puedo decirles lo que es filosofía. Filosofía es lo que vamos a hacer ahora juntos, durante este curso en la Universidad de Tucumán.
¿Qué quiere esto decir? Esto quiere decir que la filosofía, más que ninguna otra disciplina, necesita ser vivida. Necesi¬tamos tener de ella una «vivencia». La palabra vivencia ha sido introducida en el vocabulario español por los escritores de la Revista de Occidente, como traducción de la palabra alemana «Erlebnis». Vivencia significa lo que tenemos real¬mente en nuestro ser psíquico; lo que real y verdaderamente estamos sintiendo, teniendo, en la plenitud de la palabra «tener».
Voy a dar un ejemplo para que comprendan bien lo que es la «vivencia». El ejemplo no es mío, es de Bergson.
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Una persona puede estudiar minuciosamente el plano de París; estudiarlo muy bien; notar uno por uno los diferentes nombres de las calles; estudiar sus direcciones; luego puede estudiar los monumentos que hay en cada calle; puede estu¬diar los planos de esos monumentos; puede repasar las series de las fotografías del Museo del Louvre, una por una. Des¬pués de haber estudiado el plano y los monumentos, puede este hombre procurarse una visión de las perspectivas de Pa¬rís, mediante una serie de fotografías tomadas de múltiples puntos de vista. Puede llegar de esa manera a tener una idea regularmente clara, muy clara, clarísima, detalladísima de París.
Esta idea podrá ir perfeccionándose cada vez más, con¬forme los estudios de este hombre sean cada vez más minu¬ciosos; pero siempre será una mera idea. En cambio, veinte minutos de paseo a pie por París, son una vivencia.
Entre veinte minutos de paseo a pie por una calle de París y la más larga y minuciosa colec-ción de fotografías, hay un abismo. La una es una mera idea, una representa¬ción, un con-cepto, una elaboración intelectual; mientras que la otra es ponerse uno realmente en presen-cia del objeto, esto es: vivirlo, vivir con él; tenerlo propia y realmente en la vida; no el con-cepto que lo substituya; no la fotografía que lo substituya; no el plano, no el esquema que lo subs¬tituya, sino él mismo. Pues, lo que nosotros vamos a hacer es vivir la filosofía. Para vivirla es indispensable entrar en ella como se en¬tra en una selva; entrar en ella a explorarla.
En esta primera exploración, evidentemente no viviremos la totalidad de ese territorio que se llama filosofía. Pasea¬remos por algunas de sus avenidas; entraremos en algunos de sus claros y de sus bosques; viviremos realmente algu¬nas de sus cuestiones, pero otras ni siquiera sabremos que existen quizá. Podremos de esas otras o de la totalidad del territorio filosófico, tener alguna idea, algún esquema, como cuando preparamos algún viaje tenemos de antemano una idea o un esquema leyendo el Baedeker previamente. Pero vivir, vivir la realidad filosófica, es algo que no podremos hacer más que en un cierto número de cuestiones y desde ciertos puntos de vista.
Cuando pasen años y sean ustedes viajeros del continente filosófico, más avezados y más viejos, sus vivencias filosófi¬cas serán más abundantes, y entonces podrán ustedes tener una idea cada vez más clara, una definición o concepto cada vez más claro, de la filosofía.
De vez en cuando, en estos viajes nuestros, en esta pere¬grinación nuestra por el territorio de la filosofía, podremos detenemos y hacer balance, hacer recuento de conjunto de las experiencias, de las vivencias que hayamos tenido; y en¬tonces. podremos formular alguna definición general de la filosofía, basadas en esas auténticas vivencias que hayamos tenido hasta entonces.
Esa definición entonces tendrá sentido, estará llena de sentido, porque habrá dentro de ella vivencias personales nuestras. En cambio una definición que se de de la filoso¬-
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fía,
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