Lecto Escritura
BOLIVARCOROMOTO15 de Septiembre de 2014
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La lectura se orienta a la compresión, a la fluidez y desarrollo de habilidades para obtener, organizar y reproducir información. La lectura permite la adquisición de conocimientos, la consolidación del hábito de leer y el aumento de las destrezas de compresión de textos y exige un esfuerzo mental para interpretar lo que se lee. Además contribuye a mejorar la entonación la pronunciación, a enriquecer el vocabulario ampliar la visión de mundo desarrollar la capacidad expresiva.
Principios de la lectura
La comprensión lectora es la base de todo aprendizaje, ayuda a mejorar la comunicación oral y escrita, estimula el espíritu crítico y contribuye al crecimiento personal de nuestro alumnado
La correcta lectura expresiva en voz alta denota una comprensión del texto por lo que parece importante aprovechar cualquier circunstancia para practicar la lectura en voz alta. Eso, además, contribuye a mejorar la seguridad de los alumnos en situaciones más o menos formales.
Las actividades de comprensión lectora deben integrarse en el contexto de la clase y en el trabajo diario y responder a las características y necesidades propias de cada materia.
La lectura comprensiva debe trabajarse conjuntamente con la escritura y la expresión oral en todas las áreas del currículo
Se hace necesario programar estrategias lectoras que, de manera coordinada, se lleven al aula teniendo en cuenta las peculiaridades de cada área; y por otra parte se hace necesario programar actividades de animación lectora globales en el Centro.
Es necesario, también, programar actividades globales de animación lectora
El “eje” se sitúa en la Biblioteca del Centro por lo que se todos: Departamentos y Equipo Directivo contribuirán a organizar y mejorar sus fondos y su funcionamiento.
Es fundamental la implicación de las familias en el objetivo de elevar la comprensión lectora de sus hijos/as
La escritura como proceso de interacción entre lector, texto y contexto
Leer es un proceso de construcción de significados a partir de la interacción entre el texto, el contexto y el lector. El significado, a diferencia de lo que sostenía el modelo perceptivo motriz de la lectura, no está sólo en el texto, tampoco en el contexto ni en el lector, sino en la interacción de los tres factores, que son los que, juntos, determinan la comprensión.
Cada uno de estos factores aporta en el proceso de construcción de los significados, los cuales, son relativos, es decir, cada lector comprende un texto de acuerdo a la realidad interior, a su experiencia previa, a su nivel del desarrollo cognitivo, a su situación emocional, etcétera. Pero esta relatividad no significa que no se puedan lograr niveles cada vez mayores de objetividad sobre el texto. La relatividad de la comprensión alude a que distintos lectores comprenden de forma diferente un mismo texto, lo cual se explica por la singularidad de los sujetos. “Concebimos la comprensión de la lectura de un texto como la reconstrucción de su significado a partir de la consideración de pistas contenidas en el texto en cuestión. Dicha reconstrucción se lleva a cabo mediante la ejecución de operaciones mentales que realiza el lector para darles sentido a las pistas encontradas. Se trata de un proceso esencialmente dinámico que quien lee desarrolla a medida que establece conexiones coherentes entre la información que posee en sus estructuras cognoscitivas y la nueva que suministra el texto". (Montenegro y Haché 1997:45)-
Lo anterior nos permite afirmar que el lector al interactuar con el texto no fotocopia automáticamente en su mente el significado del mismo, sino que realiza un proceso que lleva su tiempo. Normalmente éste implica leer y releer, para que de manera progresiva se vaya estructurando el significado. La lectura, por tanto, es un proceso esencialmente cognitivo y lingüístico, porque está determinada por el pensamiento y el lenguaje, y no por la percepción y la motricidad.
El núcleo del proceso lector es la comprensión lectora y no la velocidad, que debe estar siempre condicionada a la comprensión. ¿Qué significa comprender un texto?. Significa dar cuenta del mismo, para lo cual es necesario ubicar sus ideas y señalar la forma como éstas se relacionan en el texto.
Esta es la primera fase del proceso lector, y si se logra que los estudiantes se apropien de ella y la terminen con rigor, contribuirá sensiblemente a mejorar la calidad de la educación, en la medida que permitirá garantizar una apropiación de las redes conceptuales presentes en los textos. Con un desarrollo adecuado de esta primera fase del proceso lector se superaría el acercamiento superficial a los textos, en el que los estudiantes se conforman con la idea general de los mismos, sin dar cuenta de los detalles que los enriquecen.
La creación es una segunda fase en el proceso lector, y depende de la comprensión porque no es posible crear en el vacío, siempre se crea a partir de algo. Crear, en esta perspectiva, significa aportarle al texto, enriquecerlo y recrearlo.
La creación se manifiesta de varias formas, la más simple es aquella en que con las mismas ideas del texto se crean nuevas formas de relacionarlas. Claro que ésta separación en dos fases es, ante todo, metodológica, pues la comprensión requiere una alta dosis de creatividad para construir el significado del texto. Pero, lo que se plantea en la segunda fase tiene que ver fundamentalmente con el aporte que el lector hace al texto. Ahora bien, para facilitar este proceso de construcción de significados es necesario que el maestro (a) le permita al niño (a) apropiarse de un cúmulo de estrategias que le permitan generar una buena representación del texto en estudio. Igualmente es fundamental diseñar una propuesta de evaluación congruente con esta concepción psicolingüística de la lectura que nos permita conocer los niveles de comprensión textual construidos por los niños y las niñas.
Bases neurofisiológicas del proceso de lectura
La fisiología permite comprender la capacidad humana de leer desde el punto de vista biológico, gracias al estudio del ojo humano, el campo de visión y la capacidad de fijar la vista.
La lectura es antes que nada un acto concreto, observable, que convoca facultades bien definidas del ser humano. La lectura no es posible, en efecto, sin el aparato visual y las diferentes funciones del cerebro. Leer es, antes que cualquier análisis de contenido, una operación de percepción, de identificación y de memorización de signos. Diferentes estudios han intentado describir con minuciosidad tal actividad. Estos estudios demostraron que el ojo no capta un signo después del otro sino “paquetes de signos”.
Es frecuente saltar ciertas palabras o confundir los signos entre sí. El movimiento de la mirada no es lineal y uniforme (como ocurre en la escritura), está hecho, al contrario, de saltos bruscos y discontinuos entre los cuales las pausas más o menos largas (entre un tercio y un cuarto de segundo) permiten la percepción. Durante esas pausas, el ojo registraría precisamente seis o siete signos, anticipando al mismo tiempo la continuación gracias a una visión “periférica” más fluida.
La decodificación del lector depende de la composición del texto: si tiene palabras breves, ambiguas, simples o polisémicas. Rara vez se lee otra por letra, sólo cuando las palabras presentan dificultades, de lo contrario la percepción discontinua se vincula constantemente con la elaboración mental de hipótesis sobre el significado de las palabras (proceso cognitivo) y su confirmación. Desde la perspectiva de su aspecto físico, la lectura se presenta como una actividad de anticipación, de estructuración y de interpretación.
Un proceso cognitivo. Al mismo tiempo que percibe y decodifica los signos, el lector intenta comprender el significado. La conversión de las palabras y grupos de palabras en elementos de significación supone un importante esfuerzo de abstracción.
Esta comprensión puede ser mínima y abarcar únicamente la acción en curso. El lector de una novela policial, por ejemplo, enteramente ocupado en llegar al desenlace, se concentra entonces en el encadenamiento de los hechos: la actividad cognitiva le sirve para progresar rápidamente en la intriga. Cuando los textos son más complejos, el lector puede, a la inversa, progresar más lentamente en función de la interpretación. Deteniéndose en tal o cual pasaje, trata de captar todas las implicaciones. Roland Barthes describe con precisión estas dos prácticas de lectura:
Una va directamente a las articulaciones de la anécdota, considera la extensión del texto, ignora los juegos verbales (si leo a Julio Verne, leo rápido: pierdo discurso y, sin embargo, mi lectura no está fascinada por ninguna pérdida verdadera – en el sentido que esta palabra puede tener en espeleología); la otra lectura no deja pasar nada, pesa, se pega al texto, lee con aplicación y arrebato, capta en cada punto del texto el asíndeton que corta los lenguajes – y no la anécdota: no es la extensión (lógica) lo que lo cautiva del deshojar de las verdades sino el hojeado de la significación. (Barthes,1992)
Entre “progresión” e “interpretación” existen, por supuesto, regímenes intermedios: las dos variables pueden combinarse en proporciones muy diversas. En todos los casos, la lectura solicita una competencia. El texto supone un saber mínimo que el lector debe poseer si quiere
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