Los modos de ver, John Berger

1. ¿Qué relaciones podemos hacer entre imágenes, género y poder?

Partamos diciendo que la minimización social que experimenta una mujer desde su nacimiento se basa en el simple hecho de pertenecer al sexo femenino y no al masculino. El auto respalda esta teoría mencionando que desde tiempos remotos el hombre actúa como contenedor de la mujer pues siempre él es quien limita el espacio donde ésta podrá desenvolverse. Esta situación afecta directamente el desarrollo de la mujer en sí, pues se ve restringida de su libertad para determinar quién es y en quién pueden llegar a convertirse. Esto deja a las féminas con una valoración menor respecto de un hombre porque se ven sujetas a definirse respecto a los estándares que dicta el sexo masculino, por lo tanto, podemos decir que el poder que tiene la mujer frente a decidir sobre su realidad es mínima comparada con la que cuenta un hombre.

Antes de tratar a una mujer de forma determinada, el hombre -catalogado como ser superficial- la examina y se basa en el aspecto o apariencia que ella tenga para tomar la decisión de cómo será tratada. A esto se le suma la obligación que tiene la mujer de contemplarse a sí misma para poder ser contemplada por otros actores –hombres- y dependiendo de la opinión que éste dicte de ella se definirá su éxito en la vida.

“Su propio sentido de ser ella misma es suplantado por el sentido de ser apreciada como tal par otro.” – John Berger, “Los Modos de Ver”, página 54.

2. ¿Qué ejemplos de los temas discutidos por John Berger podemos encontrar en la sociedad contemporánea?

En el texto, John Berger expone sobre como cambió la interpretación de las mujeres que eran pintadas desnudas. La tesis principal del autor señala que en algún punto, la mujer al dejarse retratar por un artista está siendo consciente de que se va a convertir en un objeto pues sabe que esta obra será contemplada por otro, vale decir, por un espectador. El autor lo cataloga como “espectador-propietario”.

La función principal de la mujer aquí es ofrecer la feminidad que la caracteriza para que el espectador la reconozca. Debido a esto, se sigue que el hombre ve a la mujer nada más como un objeto visual que hace que despierte en él sensaciones y sentimientos profundos que lo lleven a actuar de alguna manera determinada.

“Las mujeres han de alimentar un apetito, no tener sus propios apetitos.” – John Berger, “Los Modos de Ver”, Página 64.

Es fácil ver como este conflicto se refleja en nuestra sociedad actual. La imagen de la mujer hoy en día está muy sexualizada. El cuerpo femenino y la mujer como objeto sexual siguen siendo el dúo preferido de la publicidad para “exhibirla” ante la sociedad con el único objetivo de persuadir a las personas para que actúen de una forma, compren determinado producto o se vista con algún estilo particular. Los medios de comunicación son la plataforma más potente para que se produzca esta relación: en televisión comerciales dónde cualquiera sea el objeto que se ofrece siempre está acompañado por una mujer para ser viralizado. De esta forma exaltan la belleza y la perfección de la mujer para mostrarnos estereotipos que dominan la sociedad y hacen de la mujer un objeto que utilizar a conveniencia de cada uno.

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