MAGISTRASOS Y JUECES

MAGISTRASOS Y JUECES

En Roma, los magistrados, ante los cuales se podía tramitar el juicio eran: el rey durante la Monarquía, el cónsul en la época republicana, el praetor Urbano y el Praetor Perigrinus.

Los cónsules tenían una jurisdicción limitada a las cuestiones de alimentos, testamento, difeicomiso y tutela.

Los censores tenían a su cargo los negocios del Estado y las cuestiones públicas.

Pero la jurisdicción más extensa, corresponde al Pretor. En Roma, el magistrado de más alta jerarquía judicial era el pretor. En el extranjero, tenían también jurisdicción los jueces indígenas, pero la suprema autoridad judicial era el gobernador Romano.

Los ciudadanos romanos en el extranjero tenían la facultad de recusar al juez indígena y comparecer delante del pretor romano.

Los jueces se escogían de una lista especial de ciudadanos romanos mayores de 25 años. Eran las partes las que escogían al juez y el pretor daba su autorización. Al juez se nombraba generalmente entre los pertenecientes a la orden ecuestre (caballeros), a veces entre la plebe o entre los senadores. Otro magistrado investido de “jurisdictio” (jurisdicción), era el prefecto de la ciudad (prefectus urbis), como por ejemplo en Constantinopla.

En las provincias, el procedimiento civil tenía lugar delante del gobernador.

En el siglo IV se instituyo, para la defensa de los pobres, el “Defensor civitatis” que era el abogado de los pobres, figura similar a nuestro “gratuito patrocinio o abogado de oficio.”

En cuanto a los días laborales, todos los días eran útiles, excepto los domingos. Las actuaciones judiciales terminaban al acaso del sol. Se usaba el idioma latín. En las provincias orientales del Imperio se permitía también el griego, pero el resumen de lo actuado, se hacía en lengua latina.

El lugar del juicio era el Comicio o el Tribunal del magistrado, para el procedimiento delante del Pretor o del Consul. Tragándose de jueces, el juicio tenía lugar en el poro y era de audiencia pública.

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