MAQUIAVELO: Las Fronteras de la Ética

MAQUIAVELO: Las Fronteras de la Ética.                          

        Para hablar de ética hoy, se debe tener en cuenta que cualquier intento de diseñar una ciencia de los valores, es una tarea ardua y compleja, desde la ruptura de ella con la política que tal vez caracterice al proceso de formación de la modernidad.

        Perdido el enlace de las mismas en la praxis, propia de las polis griegas por la cultura radical que el pensamiento de la modernidad operó en la ética clásica, sobra poco espacio para la reconstrucción de los lazos que la unían a la política.

        Los historiadores de las ideas, con frecuencia sostienen la idea que el origen de la ruptura se encuentra en Maquiavelo.

        La imagen del florentino como fundador de una nueva visión política se ampara en una larga tradición de interpretación, así de la Inglaterra del siglo XVII a Leo Strauss no faltan, por el contrario, abundan interpretes que ven en la obra de Maquiavelo las expresiones de una política vuelta exclusivamente a sus fines.

        Los defensores de Maquiavelo lo presentan como un teórico de la acción y demoledor de viejas certezas o una especie de fenómeno que busca descubrir el mundo que ve.

        Estas dos vertientes son solidarias en la afirmación de su paternidad de la moderna reflexión política, sin embargo, ellos veo paradigmas divididas en varias interpretaciones.

        Toda gran obra del pensamiento siempre sugiere una nueva lectura, no podemos dejar de lado el hecho que Maquiavelo nunca fue objeto de veneración de Montesquieu, pero si el es el fundador de la moderna visión política, debemos decir que ésta nueva época se funda en un enigma.

        Aceptando que la ruptura ocurra en el Renacimiento italiano, la reflexión no puede dejar de considerar a Maquiavelo como un revolucionario en su tiempo, por comprender la política de una manera completamente nueva.

        Es necesario analizar la idea de la frontera de la ética, tema sugerido por la lectura de Hanna Arendt y Claude Lefort, quienes analizando el fenómeno totalitario concluyen que ningún concepto del pasado es capaz de dar cuenta de la “radicalidad” de los acontecimientos que marcan nuestra época.

        Tomando como punto de partida la constatación de esa realidad, el totalitarismo se asemeja a ciertas experiencias anteriores, al colocar a la filosofía en la exigencia de comprender a una sociedad en la que el discurso ético parece impotente para iluminar el significado de la acción humana.

        La filosofía moderna enfrentó esa cuestión a través del estudio del “mal radical”, concentrando su análisis en el individuo que actúa en contradicción con la Norma moral, como cita Kant en “La Religion en los limites de la simple razón”, pero tal hipotesis no analiza que un cuerpo político también puede funcionar en contradicción con esa misma norma, (Hitler, Mussolini, Stroessner etc.).

        Está claro que el totalitarismo, la tiranía, el terrorismo de estado, la violencia revolucionaria, la destrucción de organizaciones políticas, tienen un papel fundamental para la “dominación”, la resistencia que acompaña esas experiencias demuestra que ninguna de estas son capaces de anular el deseo de creación de otra forma política o de otra relación con la Ley, sin embargo, el totalitarismo y la tiranía si pueden imponer a la sociedad cierto comportamiento que tiene algo propio de la política.

        Entonces, en tales circunstancias difícilmente se puede hablar de una ética asociada a la política.

        El secretario florentino no fue un moralista ni procuro redimir valores como Hobbes o Spinoza, pero eso no impidió que algunas páginas de El Príncipe provocasen escandalo porque parecen atacar brutalmente creencias y valores que constituían el núcleo de la moral cristiana, al afirmar por ejemplo, “Un Príncipe no es necesario que posea cualidades, pero si es necesario que parezca que las tiene” o “que las violencias deben ser realizadas todas al mismo tiempo, para que su efecto persistiendo menos tiempo, ofenda menos”.

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