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Mi experiencia en meditación Vipassana

RamiroorjuelaApuntes4 de Octubre de 2018

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MI EXPERIENCIA EN MEDITACIÓN VIPASSANA

LOS SECRETOS JAMÁS CONTADOS


MI EXPERIENCIA EN MEDITACIÓN VIPASSANA

LOS SECRETOS JAMÁS CONTADOS

Ramiro Orjuela Rojas

                                                       “Y en ese momento, se rompió el

noble silencio…”


AGRADECIMIENTO

A mi amada esposa por haber guardado

 en secreto un hecho tan importante,

como fué el diagnóstico de Esclerosis

que le dieron el día anterior a mi internado,

ella sabía que si me contaba, yo no iba a asistir.

 ¡Gracias! ¡Te Amo!


CONTENIDO

INTRODUCCIÓN…………………………………………………………………..      5

DÍA DE LLEGADA………………....................................................................       6

DÍA UNO. Propósito de esta meditación………………………………………..     12

DÍA DOS. Definición universal sobre el pecado y la piedad………………….     18

DÍA TRES. La sabiduría recibida, la sabiduría intelectual, la sabiduría

                   experimentada……………………………………………………….     27

DÍA CUATRO. Práctica de Vipassana, Los cuatro agregados de la mente:

                        Conciencia, Percepción, Sensación, Reacción………………..   33

DÍA CINCO. Las cuatro verdades nobles: Sufrimiento, Causa del

                       Sufrimiento, Erradicación del Sufrimiento, El camino para

                       erradicar el Sufrimiento…………………………………………..     38

DÍA SEIS. Los elementos y su relación con las sensaciones; los cinco

                 Obstáculos: Avidez, Aversión, Pereza física y Mental, Agitación,

                 Duda……………………………………………………………………     47

DÍA SIETE. La ecuanimidad frente a las sensaciones; los cinco amigos de

                    la meditación Vipassana: Fe, Esfuerzo, Atención,

                    Concentración, Sabiduría………………………………………….     52

DÍA OCHO. Mantenerse ecuánime para asegurar un futuro feliz; la Ley de

                    la erradicación y la multiplicación…………………………………     59

DÍA NUEVE. Aplicación de la técnica en nuestras vidas; los diez paramis…    64

DÍA DIEZ. Reconocimiento de la técnica Vipassana…………………………..    69

DÍA ONCE. Día final del curso…………………………………………………….   74

GLOSARIO………………………………………………………………………….    79

BIBLIOGRAFÍA……………………………………………………………………..    82


INTRODUCCIÓN

Deseo plasmar en este relato mi experiencia en el monasterio Montfortiano de Choachí para el curso de Vippasana. Como el título lo indica es MI experiencia. Con esto no quiero entrar en polémica con nadie, ni estoy en contra ni a favor del curso, lo relato de una forma muy imparcial y con el deseo que sea aprovechado por las personas que estamos interesadas en la búsqueda de respuestas a todas las incógnitas de nuestras vidas.

Son vivencias personales siempre buscando la verdad, el conocimiento, la sabiduría y de elevar de una u otra manera el nivel de ser, para llegar a ser más comprensivo con nuestros semejantes y aportar más herramientas en el camino de nuestro crecimiento personal.

Por respeto a mis compañeros de vivencia he cambiado sus nombres reales, aunque sé que cada uno sabrá a quién me refiero; gracias también a ellos por haber sido mis compañeros en esta experiencia que enriqueció mi vida.


DÍA DE LLEGADA

Febrero 12 de 2014

El día de la llegada es un día muy especial ya que vienes con grandes expectativas, te sientes ansioso y nervioso, además no tienes idea de lo que vas a encontrar. Desperté como a las 6 a.m. y lo primero que se me vino a la mente fue el curso. Ya después haciendo análisis de todo lo que tenía que hacer en el día me acorde de una reunión en el trabajo con el abogado de la empresa y eso me absorbió para no pensar tanto en Vippasana. Una vez terminó la reunión nos encaminamos rumbo a Choachí (municipio en el departamento de Cundinamarca a 42 kilómetros de Bogotá, nuestro distrito capital). Camino hacia el lugar el GPS marcaba una hora cuarenta minutos y 40 kms. aproximadamente. Por el camino pensaba y hacía ciertas reflexiones “¿Pero 10 días meditando sentado?”, “¿10 días consumiendo solo alimentos vegetarianos?”, “¿Mi hernia discal, cómo la voy a manejar?”, “¿Las camas serán duras, con turupes?”, “¿Aguantare todo ese tiempo?”, “¿De qué se tratará esa meditación?”, “!Estas no son horas de arrepentirme!”. Estaba ensimismado en mis pensamientos cuando de pronto mi esposa me pregunta: -“¿Pero todo el día meditando? ¿No hay ninguna persona que los dirija?, yo si no me aguantaría tanto tiempo sentada y sin poder hablar”- Solo atiné a decirle que no tenía ni idea de que se trataba, que después de salir podíamos hablar sobre eso, pero que hasta ahora estábamos los dos igual de desinformados. Ella tenía miedo que yo tuviera algún cambio y siguiera esa línea de vida. Pero que aunque le dolería mucho, dijo, me apoyaría en cualquier decisión que tomara.

Cuando llegamos a Choachí nos dirigimos al Monasterio Montfortiano, ubicado sobre una planicie muy cerca del casco urbano. La llegada es muy fácil, entras por la vía principal del pueblo y llegando a la primera estación de servicio giras a mano derecha, en la siguiente cuadra giras nuevamente a la derecha, donde termina la vía se encuentra el Monasterio. Su nombre se debe a que fue construido por los sacerdotes Montfortinos en el año 1.927 en la época renacentista, son una congregación religiosa de la iglesia católica fundada por San Luis María Grignion en los años 1.700 en Francia.  

Entramos al monasterio a las 2:30 p.m. El primer impacto es ver una construcción bastante grande de aproximadamente 100 m por 100 m, con paredes que tienen ladrillo a la vista y ventanas muy pequeñas divididas en cuadriculas de 10 cm x 20 cm. En el primer piso sus puertas son altas y anchas. Apenas entramos nos encontramos con una recepción acondicionada en el corredor de la entrada principal, al lado derecho recibían a las damas y al izquierdo a los caballeros. A la izquierda atendía un muchacho de unos 26 años que entrega un formulario a cada persona que llegaba a internarse. En él escribíamos información personal y una pequeña biografía de cada uno. Una vez tramité el formulario mi esposa se despidió pensando que ya tenía que entrar, pero su intento por deshacerse de mí falló, jajaja,  porque hasta ahora era el primero que llegaba. Entonces el muchacho me dijo que si quería llevar la maleta a la habitación y acomodarme en el sitio que iba a ser mi dormitorio durante el tiempo que estaría recluido allí, a lo que yo le dije, que sí, que claro. Pregunté  si podía ir ella a acompañarme, señalando a Susana, y dijo que no porque estaban divididas las áreas de hombres y mujeres. “Su habitación es la numero 224” me dijo y me acompañó ayudándome con la maleta para subir la escalera que por cierto era bien inclinada y con escalones muy altos.

En la habitación encontré cuatro camas, una contra la pared, otra contra la ventana y dos en la mitad de éstas. Adivinen ¿cuál escogí?,… Claro que sí, la de la ventana, además de la ventaja de estar contra la ventana, tenía un escritorio en los pies donde podía acomodar la maleta, cosas de aseo y tenía un asiento como mesa de noche para colocar el reloj y las cosas que necesitara tener a mano en la noche. Una de las camas centrales tenía un colchón nuevo que no tenía turupes como los otros y adivinen que hice?... Si, coloqué ese colchón en la cama que daba contra la ventana y el mío se lo coloqué a la cama central. También palpé las almohadas para escoger la que más me gustara, esas son las ventajas de llegar primero a cualquier sitio. Una vez acomodado con mi equipaje y dejando “marcado mi territorio”, saqué  fotos de la alcoba, los pasillos, el patio, las escaleras y todo lo que más pude. Bajé a encontrarme con mi chaparrita (como le digo a mi esposa) - para ese momento ya ella había indagado sobre la rutina diaria, leído una cartelera que se encontraba en la recepción y conversado con una de las asistentes que ayudaban en la organización. Cuando me dirigí a la puerta de entrada la divisé en los exteriores del monasterio reconociendo el lugar y también sacando fotos. Después de otras tomas fotográficas salimos para el pueblo. En una cafetería  tomamos agua y departimos por última vez antes de entrar definitivamente a mi sitio de retiro. Volvimos al monasterio y nos despedimos con abrazos y besos y bueno… por fin se pudo deshacer de mí, en la puerta de salida, desde el carro, me hizo el ultimo ademán de despedida y yo le conteste igual.

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