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¿Muerte como una puerta de entrada a la liberación de la conciencia del ser?


Enviado por   •  10 de Mayo de 2017  •  Ensayos  •  2.013 Palabras (9 Páginas)  •  232 Visitas

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                            Claves del pensamiento filosófico [pic 1]

                             Segundo año

                             Trabajo social.

Libertad fatal:

¿Muerte como una puerta de entrada a la liberación de la conciencia del ser?

[pic 2]

Alumna: Carla Berenice Lepé Crouchet.

Segundo año, Trabajo Social.

Profesor: Mario Páez.

¿Muerte como una puerta de entrada a la liberación de la conciencia del ser?

Dejar de ver salir el sol, no respirar más, el ocaso de la vida, no existir más, el abandono del alma del cuerpo, la transmutación del alma, cuando llega la hora, lo que dios escribió en el destino de cada quien, el fin o el comienzo, el ciclo de la vida, muchas son las formas en que las personas a lo largo del tiempo se refieren en torno a la muerte, lo cierto es que,  este es un fenómeno común que ocurre en todos los seres vivos. Pasando por diferentes evoluciones en sus significaciones desde distintos puntos de vista ya sea antropológico, sociológico, psicológico , religioso, biológico y filosófico aunque, a pesar del punto de vista que se mire y “por más preparaciones y experiencias que tengamos, reaccionamos siempre con angustia, esa angustia que, tanto para Heidegger como para Sartre, es el sentimiento, o la tonalidad afectiva que nos embarga cuando nos enfrentamos a la nada”      ( “la muerte desde la dimensión filosófica: una reflexión a partir del ser -para-la muerte heideggeriana.” 2004.) Cómo podría ésta entonces significar una entrada a la liberación de la conciencia del ser, si esta nos genera un sensación de angustia en donde el hombre se ve sin posibilidad de evasión que no está sometida tampoco a ninguna condición,  mientras que a la vez, intenta buscar explicación de algo naturalizado pero también desconocido como lo es la muerte, buscando mediante el pensamiento,  cuestionar, saber o indagar sobre algo conocido o desconocido en donde “la filosofía, que crea la subjetividad reflexionante, es el proyecto de romper la clausura a nivel del pensamiento” ( Castoriadis Cornelius, 1990 p. 125) con esto se refiere a poder ver las cosas más allá, criticar(nos) y no quedar(nos) en un pensamiento superfluo para así poder llegar a explicaciones o entendimientos sobre este hecho que causa controversia dentro de la vida del hombre.

Pasamos la mayoría del tiempo creyendo ser “consientes” de un ciclo vital que culmina con la muerte, o también de que nosotros podemos adelantar ese proceso. Dentro de la cotidianidad de nuestras vidas el cuestionamiento, la duda y la búsqueda de explicación a fenómenos como la muerte pasan a segundo plano, ya que este “aspecto reiterativo de nuestra vida que llamamos en forma sencilla la cotidianidad” (Rodríguez Eudoro, 1986 p. 31) muchas veces no aleja de estos ejercicios y nos aleja de nuestra conciencia, de una forma de pensar más críticamente, y se nos pasan los días, las horas, los minutos, ensimismados en una monotonía  

Con relación a la filosofía la vida cotidiana se presenta como no- filosófica, con un mundo real en relación al ideal (y a lo ideado). Frente a la vida cotidiana, la vida filosófica se pretende superior y se descubre como una vida abstracta y ausente, distanciada, separada. La filosofía intenta descifrar el enigma de lo real y enseguida diagnostica su propia falta de realidad; esta apreciación le es inherente. Quiere realizarse y esta realización se le escapa, huye, necesita superarse en tanto que vida filosófica. ¿Vamos a dejar uno al lado del otro o uno frente a otro, al hombre de la filosofía y al hombre cotidiano? Tal cosa es imposible desde el punto de vista filosófico, puesto que la filosofía quiere pensarlo “todo”, el mundo y el hombre, y después realizarse. Es igualmente imposible desde el punto de vista del hombre cotidiano, ´puesto que la filosofía le aporta una conciencia y un testimonio decisivos, puesto que constituye la crítica, al mismo tiempo banal y radical, de lo cotidiano. (Rodríguez Eudoro, 1986 p. 32)

Frente a la cotidianidad no tenemos conciencia crítica de  la misma, por ende, asumimos muchas cosas dado a que tenemos la sensación de ser arrojados al mundo, porque cuando nacimos, cosas materiales incluso las normas ya estaban ahí, se nos enseñaron y cada quién las asumió dio por sentadas y con el tiempo se hacen  cotidianas, como Karel Kosik quien veía en la cotidianidad un fenómeno en donde la realidad se nos muestra y a la vez se nos oculta así es como no miramos las cosas en su profundidad, solo pasan a ser un dato que constituye nuestro marco social, nada nos produce demasiada extrañeza, solo están ahí, por lo tanto se llega al punto en que se vive por que sí “por la inercia de un ciclo propio de todos los seres vivientes. Si algún día se sufre o se muere, esto es parte natural de la vida normal” (Rodríguez Eudoro, 1986 p. 42), pero cuando esto realmente pasa,  cuando uno es quien sufre o incluso cuando alguien cercano muere  ¿seguiremos pensando que es el ciclo normal de la vida, quedándonos en el pensamiento superfluo poco critico al que estamos acostumbrados a someternos o incluso, escondernos?

De pronto dentro del vivir anónimo del hombre se cruza la muerte, la cual siempre ha estado ahí presente  y de un momento a otro se materializa, generalmente se toma como un proceso malo, como había dicho antes, que causa angustia, nos enfrenta a la nada, tendemos a verla como dice Gloria Comesaña (2004)  como esa gran pérdida que con la posibilidad de la muerte afrontamos: ya no actuará o actuaremos  más, ya no iniciará o iniciaremos nada, y ni siquiera tendrá o tendremos la realidad cotidiana y repetitiva,  suponiendo que se la valora desprovista de todo lo que nos hace ser realmente humanos. Por eso, ante tal posibilidad tan propia y a la vez propia de otro, como dice Heidegger, reaccionamos con la angustia que nos desazona y paraliza. (p. 116) Por otro lado Platón no necesariamente la veía de esa forma, más bien tomaba al cuerpo en este ámbito como una cárcel que con la muerte daba espacio para la liberación del alma y así, pasar a un cambio de espacio y acceder a un mundo de ideas donde ya se estaba antes, ósea volviendo al origen.(p.5)

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