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PRINCIPIOS FUNDAMENTALES DE ÉTICA

johncarlos009Ensayo23 de Noviembre de 2020

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UNIVERSIDAD NACIONAL DEL CALLAO

FACULTAD DE CIENCIAS DE LA SALUD

ESCUELA PROFESIONAL DE EDUCACIÓN FÍSICA

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RESUMENES DE LECTURAS:

  • PRINCIPIOS FUNDAMENTALES DE ÉTICA
  • ÉTICA PROFESIONAL
  • EL DESARROLLO AXIOLÓGICO DEL PROFESORADO Y LA MEJORA CONTINUA

 

ASIGNATURA: BIOETICA Y DEONTOLOGIA

DOCENTE: ROSA ESTHER SANDOVAL TRUJILLO

ALUMNO: INGA AYALA JOHN CARLOS

CÓDIGO: 1128220242

CALLAO

2020

PRIMERA LECTURA: PRINCIPIOS FUNDAMENTALES DE ÉTICA

I.- NOCIÓN DE ÉTICA

1.- La ética como «saber vivir».
Los animales en cambio, actúan instintivamente. El animal no suele equivocarse en su conducta, su instinto es infalible, En cambio, el ser humano tiene la vida en sus manos, su conducta no está predeterminada por los instintos, sino que es él quien ha de dirigir su vida como el capitán de un barco dirige su navío entre las variadas aguas de esta vida.

El acierto en la vida práctica no es fácil. Nuestra vida práctica discurre de modo muy concreto, particular, y a menudo nos enfrentamos con situaciones no previsibles. Para acertar tiene que partir de unos principios básicos verdaderos, y proceder de tal modo que efectivamente, la verdad se meta en la vida práctica. Cuando la razón teórica incide en la vida práctica se habla de razón práctica.

De modo especial contamos con nuestras convicciones, afectos, y hábitos adquiridos, que influyen mucho en nuestra vida, aún inconscientemente. Es quizá el saber más relevante, porque en esto nos jugamos la vida misma. Al comienzo, nuestros padres y maestros nos ayudarán a aprender el modo como vivir, y poco a poco nos tendrá que facilitar que nosotros mismos dirijamos nuestra propia vida, aunque, desde luego, podemos contar con su ayuda y consejo. De todas maneras no podremos evadir la responsabilidad de dirigir la propia vida, porque no podremos evitar las consecuencias.

Para aprender a vivir bien es necesario un saber ético, es decir, en primer lugar habituarse a reflexionar sobre nuestra actuación en la vida ordinaria, saber los principios que la sustentan y especialmente un largo ejercicio de actos positivos. La vida buena requiere un saber vivir. Cada uno tiene la propia vida en sus manos, podemos disponer de ella como queramos, ya que somos libres. Pero por ello mismo somos responsables de lo que hagamos con nuestra vida.

Existen muchas maneras de vivir la vida. Una «vida fácil» es una vida abandonada al azar. Sin embargo, una vida aparentemente fácil es un gran riesgo. La vida humana, no se sostiene y crece, se desvitaliza y finalmente muere.
Lo más propio de nuestra vida es el aspecto racional, que está llamado a integrar los demás aspectos. Si abandonamos esa integración y no cuidamos de que todos los otros aspectos estén adecuadamente integrados, si en nuestra vida práctica no ponemos en ejercicio lo mejor que tenemos, entonces no crecemos y caemos en una «vida fácil», que luego se complica enormemente. La «buena vida» es la vida abandonada a la superficialidad, al capricho de los apetitos, al reclamo de instancias externas que siguen su propio interés. La «buena vida» es seducida por espejismos de felicidad, de comodidad, de placer fácil.

Y sin embargo, éstos no pueden cumplir su promesa de felicidad y a menudo dejan un pozo de vacío en la vida humana, de manera que si un sujeto sigue por ese camino, termina por desvitalizarse interiormente, cayendo en situaciones verdaderamente penosas que rompen al ser humano y le hacen cada vez más infeliz. Es posible alcanzar la felicidad en esta vida, que si bien no es completa, es posible. Pero esa felicidad exige un saber conducir la vida. Porque lo propio de la vida es vivir, como la del ave volar, como la del marino navegar.

De la misma manera, el ser humano está hecho para ser feliz y cuando sabe vivir, su vida crece, es cada vez más rica e interesante, y no se cambia por nadie. A veces se ha hecho creer que la vida buena es sólo de renuncias y no se ha visto su aspecto positivo, que es un crecimiento, una coherencia interna, una vida a «pleno pulmón», una vida que siempre tiene una meta de crecimiento. Por esto la vida buena se torna en una vida muy intensa e interesante, mientras que la buena vida es una vida floja y aburrida. La alternativa entre la vida buena y la buena vida, es una opción que sólo se le presenta al ser humano y es cada uno quien debe decidir.

La vida buena se abre al futuro, la buena vida se instala en el presente. La vida buena se perfecciona, continuamente, y aunque cuenta con errores trata de superarlos. La buena vida se desintegra y se hace cómplice del error, de la mentira, y en definitiva del mal destruyendo al sujeto y a la sociedad. Dar cabida a la mentira en la propia vida, adherirse al error y al mal, eso es una gran desgracia para cualquier ser humano y fuente de mucha zozobra, inquietud e infelicidad.

Tenemos que descubrir entonces, cuál es la verdad sobre nosotros mismos, sobre nuestra vida y obrar coherentemente. Éste descubrimiento puede hacerse a cualquier edad pero las edades tempranas son un momento muy propicio, porque de los «sí» y de los «no» que demos ahí depende mucho nuestra vida futura. Es bastante, pero muy poco, lo que en realidad nos ayudará a saber vivir bien es el que tratemos de llevar a nuestra propia vida aquello que vamos aprendiendo. Esta tarea es personal, como cada vida es única e irrepetible.

2.- Significado etimológico y esencial de «ética».

Aunque la palabra ética se aplica a la teoría y la moral a la práctica, en el fondo aluden a lo mismo, tal como veremos.

La ética, como ciencia moral, puede considerarse fundada por Sócrates en el s. El término ética procede del griego «ethos», que significa morada o domicilio.

Desde ahí la ética se ha desarrollado como un saber sistemático, con objeto y método propio, que pone en condiciones de calificar una acción humana como moralmente buena o mala. Así pues, la ciencia ética debe integrar las normas que son puntos de referencia claves, los bienes a los que nos dirigimos y las virtudes que son necesarias para alcanzarlos. La ética en cambio, se ocupa de los actos humanos libres, en cuanto buenos o malos.

La ética distingue entre actos del hombre, que no son libres, como por ejemplo, la digestión, la respiración, etc., y los actos humanos libres realizados con pleno conocimiento y voluntariedad.

La ética estudia los actos humanos libres en cuanto buenos o malos. En cambio, la ética se ocupa de la bondad moral de esos actos, es decir, sí perfeccionan o no a la naturaleza humana, en su relación con el fin último del hombre.

II.- EL BIEN Y EL MAL MORAL

Esto es así porque se parte de que todos los seres considerados en sí mismos son buenos, pero que lo importante es ver si son buenos en relación con la naturaleza de cada ser. Por ello lo bueno está con relación a la conveniencia o no a la naturaleza del sujeto hacia el cual va dirigido. El orden natural es el que se fundamenta en la naturaleza de los seres. Por esto, el bien moral natural es el bien correspondiente a lo más propio de la naturaleza humana.

La naturaleza humana es el conjunto de características que constituyen al ser humano en cuanto tal y determinan su ser, el conjunto de facultades y características propiamente humanas, aquellas que le hacen ser humano y diferente a otro ser. Por ejemplo, la naturaleza de una planta es diferente de la de un animal y tanto la una como la otra es diferente de la naturaleza del ser humano. La naturaleza humana es el principio determinante de las operaciones propias o más específicamente humanas. Desde la antigüedad se consideró a la naturaleza como algo dinámico.

Aristóteles, considera que la naturaleza no está inicialmente en el hombre de manera acabada, sino como principio o posibilidad llamada a crecer mediante el obrar. Todo ser humano por el hecho de poseer la existencia tiene una cierta bondad, la llamada bondad ontológica, es decir, la bondad que corresponde a su ser considerado en sí mismo. De ahí que no basta con existir, el bien propiamente humano es el perfeccionamiento último que se adquiere por una actuación recta. En consecuencia, el bien del hombre radica principalmente en la rectitud de su obrar, en que su conducta se encamine a la verdadera perfección de su ser humano.

Por lo tanto, las acciones que lesionan los fines esenciales de la naturaleza humana, son intrínsecamente malos. Por ejemplo, la drogadicción es algo que destruye la naturaleza humana, por tanto, tomar drogas es una acción mala. En el pensamiento cristiano el orden natural es entendido dentro del orden divino, desde el planteamiento creacionista, Dios es el Autor de la naturaleza humana. Por ejemplo, es de ley natural que el ser humano sea concebido de acuerdo a su naturaleza, en el seno materno, como persona, no como un objeto o artefacto cualquiera.

Por ello, se va contra el orden que Dios ha puesto en la naturaleza si se permite la procreación artificial en un tubo de ensayo. Sin embargo, se puede pensar que también los animales se comportan de acuerdo a su naturaleza y que sin embargo, no se dice que obran moralmente. Entonces tenemos que fijarnos en que precisamente la naturaleza humana es racional y por tanto, es libre, que son las dos condiciones para calificar los actos humanos de moralmente buenos, o malos. Los fines esenciales de la naturaleza humana son fines morales en cuanto que son la norma y el criterio de la actuación libre del hombre.

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