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Parábola de la lámpara


Enviado por   •  6 de Diciembre de 2013  •  Tesis  •  1.222 Palabras (5 Páginas)  •  388 Visitas

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Parábola de la lámpara

La parábola de la lámpara, (o también conocida como la lámpara bajo el celemín o la lámpara debajo de un almud), es una de las parábolas de Jesús. Se presenta en tres de los evangelios canónicos del Nuevo Testamento. Las diferencias encontradas en Mateo 5:14-15, Marcos 4:21-25 y Lucas 8:16-18, son menores. Una versión abreviada de la parábola también aparece en el evangelio no canónico deTomás (33).1 En Mateo la parábola es una continuación del discurso sobre la sal y la luz.

Narración[editar • editar código]

En el Evangelio de Lucas, Jesús dijo:

"Nadie enciende una lámpara para luego ponerla en un lugar escondido o cubrirla con un cajón, sino para ponerla en una repisa, a fin de que los que entren tengan luz. Tus ojos son la lámpara de tu cuerpo. Si tu visión es clara, todo tu ser disfrutará de la luz; pero si está nublada, todo tu ser estará en la oscuridad. Asegúrate de que la luz que crees tener no sea oscuridad. Por tanto, si todo tu ser disfruta de la luz, sin que ninguna parte quede en la oscuridad, estarás completamente iluminado, como cuando una lámpara te alumbra con su luz."

Lucas 11:33-36, Nueva Versión Internacional

Interpretación[editar • editar código]

En Mateo esta parábola es una continuación del discurso sobre la sal y la luz. La idea clave de la parábola es que "La luz es para ser revelada, no oculta".2 La luz aquí se ha interpretado como una referencia a Jesús,3 4 a su mensaje,4 o a la respuesta del creyente a ese mensaje.5

Parábola de los talentos

Mateo 25, 14-30. Tiempo Ordinario. ¿Qué has hecho hoy? ¿Cuántas veces has dejado sin hacer lo que debías?

Parábola de los talentos

Del santo Evangelio según san Mateo 25, 14-30

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: Un hombre que se iba al extranjero llamó a sus siervos y les encomendó su hacienda: a uno dio cinco talentos, a otro dos y a otro uno, a cada cual según su capacidad; y se ausentó. enseguida, el que había recibido cinco talentos se puso a negociar con ellos y ganó otros cinco. Igualmente el que había recibido dos ganó otros dos. En cambio el que había recibido uno se fue, cavó un hoyo en tierra y escondió el dinero de su señor. Al cabo de mucho tiempo, vuelve el señor de aquellos siervos y ajusta cuentas con ellos. Llegándose el que había recibido cinco talentos, presentó otros cinco, diciendo: Señor, cinco talentos me entregaste; aquí tienes otros cinco que he ganado. Su señor le dijo: ¡Bien, siervo bueno y fiel!; en lo poco has sido fiel, al frente de lo mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor. Llegándose también el de los dos talentos dijo: Señor, dos talentos me entregaste; aquí tienes otros dos que he ganado. Su señor le dijo: ¡Bien, siervo bueno y fiel!; en lo poco has sido fiel, al frente de lo mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor. Llegándose también el que había recibido un talento dijo: Señor, sé que eres un hombre duro, que cosechas donde no sembraste y recoges donde no esparciste. Por eso me dio miedo, y fui y escondí en tierra tu talento. Mira, aquí tienes lo que es tuyo. Mas su señor le respondió: Siervo malo y perezoso, sabías que yo cosecho donde no sembré y recojo donde no esparcí; debías, pues, haber entregado mi dinero a los banqueros, y así, al volver yo, habría cobrado lo mío con los intereses. Quitadle, por tanto, su talento y dádselo al que tiene los diez talentos. Porque a todo el que tiene, se le dará y le sobrará; pero al que no tiene, aun lo que

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