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Pensamiento Filosofico


Enviado por   •  9 de Abril de 2013  •  2.418 Palabras (10 Páginas)  •  529 Visitas

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PENSAMIENTO FILOSOFICO

La filosofía griega es un periodo de la historia de la filosofía comprendido aproximadamente, entre el surgimiento de la filosofía occidental en el periodo presocrático (siglo VI a. C.) y la filosofía helenística, que finalizaría, según la fecha convencionalmente aceptada, en el año 30 a. C. En ocasiones se denomina filosofía clásica o filosofía antigua, si bien ese período podría incluir también el pensamiento romano.

La sociedad griega presentaba características peculiares. Una estructura política basada en la polis, una religión politeísta carente de jerarquía y ortodoxia, una clase social emprendedora, dedicada al comercio y al ocio y con amplios contactos con otras culturas del Mediterráneo, así como una desarrollada curiosidad. La unión de estos elementos, junto a un supuesto genio griego propició la aparición de nuevas explicaciones sobre la naturaleza y el ser humano, hasta entonces solamente aclaradas por los mitos y las tradiciones. La expansión de la cultura griega durante el helenismo, su absorción por el Imperio romano, la posterior relación con el cristianismo y su definitiva recuperación en el siglo XIII gracias a traductores como Averroes, así como el interés que durante el Renacimiento se profesó a este conjunto de pensadores, contribuyeron a que la Filosofía griega se continuara estudiando, y a que se convirtiera en uno de los pilares de la cultura occidental.

Presocráticos: Los presocráticos basaron sus teorías en la especulación sobre el principio material de la naturaleza. Entre ellos se encuentran Tales de Mileto, Anaximandro, Anaxímenes, Pitágoras, Heráclito, Parménides, Empédocles, Anaxágoras, Leucipo y Demócrito.

El nombre de presocráticos hace referencia a todos aquellos pensadores que ejercieron su labor filosófica antes de Sócrates (desde el año 624 a. C. hasta el siglo V a. C.). No obstante, esta cronología es bastante artificial, ya que muchos de estos hombres fueron contemporáneos e incluso sobrevivieron a Sócrates. Sin embargo, lo interesante de estos pensadores griegos, que no se denominaban a sí mismos filósofos (a excepción de Pitágoras) y que eran considerados magos, sabios, médicos, físicos, etc., estriba en que con ellos se inaugura la filosofía como paradigma racional autónomo y original, es decir, ocupan ese punto de bifurcación en el que se abrió paso un nuevo camino, el logos, la razón, que terminó desalojando la religión, el rito, el mito.

Es frecuente leer en muchos manuales de filosofía que los presocráticos suponen el paso del mito al logos. Tal interpretación, sin embargo, no está exenta de prejuicios y malentendidos, provenientes de una cierta manera de observar este fenómeno, manera heredada de la tradición positivista, que entendió la historia humana como un proceso lineal y ascendente de progreso en cuyo despliegue, el advenimiento y desarrollo de la razón positiva, científica y neutral implicaba un menoscabo, paulatino retroceso del pensamiento mítico y religioso.

Ni que decir tiene que, bajo esta hipótesis, el positivista se coloca en la posición privilegiada del que ostenta la victoria y desde esta superior jerarquía lanza su mirada estimativa con la que enjuicia y valora el «imperfecto» pasado. Friedrich Nietzshe y Giorgio Colli denunciaron esta postura, considerándola como premeditadamente falsa. La interpretación del nacimiento de la filosofía (y de los filósofos presocráticos) como el «paso del mito al logos», el tránsito de una sin-razón a una Razón plena. Para Nietzsche es precisamente la razón teórica que inauguran los presocráticos la que supone un giro decisivamente perverso y falsificador de la cultura. La historia de la filosofía es la historia de una decadencia, de un resentimiento.

Ahora bien, la escisión entre lo profano (razón, filosofía, ciencia) y lo sagrado creencia, mito, religión) no es tan evidente. El arte adivinatorio ha utilizado siempre Logoi, razones o mensajes divinos que debían ser astutamente interpretados. La pitonisa era una hermeneuta y su mántica (éxtasis, delirio, locura sagrada) degeneró en una razón dialéctica o discursiva que hundía sus raíces en el asombro, en el enigma. Y el primer enigma que sorprende al hombre es la physis, la naturaleza, torrente de todo brotar y surgir que ha de ser interpretado y conocido para ser dominado. El conocimiento, como la mántica, implica una «anticipación», una previsión de futuro que sólo se puede dar si se conocen las reglas, los principios que rigen (mandan) el aparente caos del acontecer. La pregunta por el principio de todas las cosas, por el arjé de la physis, caracteriza a los filósofos presocráticos. que respondieron a ella de muy diversas maneras.

Una primera respuesta la encontramos en Tales de Mileto (h. 624 a. C.-h. 546 a. C.), para el cual el principio o arjé era el agua, afirmación que se fundamentaba en la observación de que todo cuerpo, alimento ó germen poseía la cualidad de lo húmedo, siendo el agua su principio rector. Lo importante de dicha afirmación no estriba en la elección del principio, sino en la afirmación de la necesidad de la existencia de éste para explicar ¡a multiplicidad empírica y en que la arjé se formula fuera de todo contenido religioso. Si Tales es el primer filósofo, la filosofía surge como una explicación genealógica de lo real, de la physis, como generalización de la ley universal de todo acontecer.

El segundo presocrático del que tenemos noticia fue Anaximandro (610 a. C.545 a. C.), autor del más antiguo texto filosófico conocido, que dice así: «De donde las cosas tienen origen, hacia allí tiene lugar también su perecer, según la necesidad; pues dan justicia y pago unas a otras de la injusticia según el orden del tiempo». La naturaleza se concibe como retribución, como justicia (diké) cuya ley es la necesidad. Toda la multiplicidad (determinada) de seres surge de un principio que ya no es un «elemento físico», sino un preelemento indefinido e indeterminado: el apeiron (de péras, límite, determinación). El apeiron es la génesis y principio de los seres, por lo que ello mismo evade y rehuye toda determinación. La arjé de toda determinación no puede ser ella misma determinación alguna, y de ella brota el conflicto de la generación de los seres, como una segregación de parejas de contrarios que han de ser «devueltos» (según justicia) a lo indeterminado siguiendo la ley de la necesidad. Lo interesante del pensamiento de Anaximandro es la negación de toda evidencia empírica. El apeiron es un principio abstracto, hipotético, que contradice toda experiencia sensible.

Para Anaxímenes de Mileto (h. 582 a. C.-524 a. C.), la arjé o principio creador de todas las cosas es el aire,

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