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Personajes del sur de Misterio Vampiro o True Blood


Enviado por   •  17 de Marzo de 2015  •  Resúmenes  •  2.216 Palabras (9 Páginas)  •  185 Visitas

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Ninguno de los personajes de Southern Vampire Mysteries o de True Blood me pertenecen. Son propiedad de Charlaine Harris y de Alan Ball.

Al día siguiente, encima de mis propios demonios, mis ovarios parecían más que dispuestos a darme una mala vida. Además, tener la regla en la edad media era un incordio y un asco. No nos damos cuenta de lo afortunados que somos hasta que no perdemos esas pequeñas cosas que nos hacen la vida más fácil y más bonita; cosas como las compresas, los tampones, las toallitas húmedas… Aunque por mí todas esas cosas pueden seguir en el siglo XXI, que yo estoy bien como estoy aquí.

Eric se había ido finalmente a continuar con la tala de árboles, pero no para usar la madera en los barcos, sino en la reconstrucción de las casas. Planeaba hablar con otro par de hombres y ofrecerles algunas armas y herramientas de metal (material muy valioso en estos tiempos) a cambio de su trabajo en los navíos.

Me cambié por segunda vez en la mañana temprana el trapo y me puse a hacer una de las dos mantas que Eric usaría para pagar a Kolbeinn. Audr, pobrecita, sola como estaba, se aburría. Así que dejé que saliera a medio día para buscar flores de las nieves al lado de la cerca, por el interior del pueblo y acompañada del perrito Luup.

Eric y los niños volvieron un poco antes de lo previsto, ya que les esperaba de noche y llegaron cuando estaba anocheciendo.

-Ya estáis aquí. ¡Eric! ¿Qué te ha pasado?-llevaba los nudillos en carne viva, un rasguño en la ceja y el labio partido.

-Nada-contestó secamente. Pero no le dejé que se escabullera. Le cogí las manos y le retuve. Tengo un hermano mayor, uno como Jason y sé identificar las señales que indican que alguien se ha metido en una pelea.

-¿Qué ha pasado?

-Te he dicho que nada-Leif y Erik entraron silenciosamente y dejaron la caza sobre la mesa: un gazapillo y una liebre. Miré a Eric inquisitivamente.

-Buenas, Sookie.

-Hola, Jon.

-Escucha, Sookie, Eric no tuvo la culpa.

-Ve con tu mujer, Jon-le indicó Eric. Yo le sonreí y le despedí en la puerta-¿Vas a seguir fulminándome con la mirada o vas a calentar agua para curar mis heridas?

-Debería dejar que se te cayeran las manos-le contesté-Pelearte como si fueras un crío.

-Gaulag me tocó los huevos.

-Oh, te tocó las narices-dije con tono irónico-Tocarte las narices es lo que habrías estado haciendo el próximo mes de haberte roto una mano o los dedos por tu niñería. ¿Qué hacemos si te rompes una mano? ¿Me voy yo a ayudar con los barcos… o a ayudar a Jon y a los otros?

-No tienes razón.

-¡¿Qué no tengo…?

-¡Pregúntale a Jon!

-¿Vais a discutir?-preguntó Leif.

-Pregúntaselo a Sookie.

-No, no vamos a discutir. Anda, cielo, tráeme un cubo de agua del pozo y luego id a guardar a los animales-Me senté junto a Eric y le examiné las manos. Cuando le toqué vi lo que había pasado. Gaulag le había ofrecido su ayuda en los barcos, Eric la había declinado porque no tenía como pagar y Gaulag le había sugerido que podría pagarle conmigo-Jon ha dicho que tenías razón, ¿me lo quieres explicar?

-Déjalo.

-Pues le preguntaré a él-Eric resopló-¿Le hizo algo a los niños?-A ver si pinchándole…

-No.

-¿Dijo algo de mí?-Él me miró-Ya veo. ¿Tan malo era?

-No dijo nada malo.

-Ah, ¿entonces le pegaste por decir cosas buenas?-no contestó-Déjalo-Ya lo averiguaría por mis medios. No fue difícil hacerlo. Calenté agua y saqué unos paños de lino limpios. Le lavé los nudillos a Eric, que hizo unos cuantos gestos de escozor y mientras me metí en su cabeza. Gaulag no me había pedido como pago tal cual, sino que se había atrevido a pedirme prestada: le había dicho que trabajaría en el barco, a cambio de que yo le calentara la cama durante los meses de invierno y los días fríos de otoño del próximo año de su vida. Al parecer, Eric, a la primera mención, ya le había contestado rotundamente que no; ante la insistencia de Gaulag, Eric le contestó más rudamente que no, Gaulag se puso ofensivo y Eric había acabado partiéndole la boca. Me mordí el labio, y le curé las manos con cuidado, soplándole si le escocía.

-Voy a poder trabajar, tranquila.

-No es eso solo lo que me preocupa, ya lo sabes.

-Si es por el qué dirán, Jon estaba presente, Gaulag me ofendió, y no tendré que reparar ningún agravio-negué con la cabeza.

-Te estoy haciendo guisantes con jamón para cenar-tardó unos segundos en contestar. Se quedó mirándome a los ojos y a los labios.

-Mi plato favorito. Ven-me tomó de la mano y tuve cuidado de no tocarle las heridas. Me senté en su regazo y nos estuvimos besando.

-Tengo frío, Erik-oímos a Audr en la calle.

-Chist, calla.

-¿No podemos pasar aún?-preguntó la niña.

-¿Qué hacéis aquí fuera?-quiso saber Lefi.

-Padre y Sookie están dentro.

-Oh-Eric y yo nos miramos extrañados. Me apartó y se levantó para abrir la puerta.

-¿Qué estáis haciendo?

-Esperamos-contestó Erik.

-¿Esperáis a qué? ¿A caer enfermos?-preguntó su padre.

-Dijiste que no debíamos molestaros cuando estuvierais solos-Eric les sonrió.

-Venga, pasad antes de que os pongáis malos.

-¿Qué te ha pasado en las manos?-preguntó Audr.

-Me he peleado con un dragón enorme en el bosque.

-¿Sí?

-Qué boba eres-le contestó Erik. Su padre le dio un capón y le acarició el pelo a su hija, guiñándole un ojo.

-A ver, cuando Sookie y yo estemos tras la cortina de allí, no debéis entrar, ni mirar. Si queréis algo, lo pedís antes de apartar la cortina ¿vale?, pero si estamos aquí, aunque estemos besándonos, podéis pasar.

Cogí en brazos a la pequeña Audr y le deshice las dos trenzas para peinarle el pelo. Jugueteó con una muñeca sobre la mesa, pero Erik llegó con un oso de madera y fingió que se comía a la muñeca de Audr. Se pusieron a pelear.

-Mañana volveremos a ir a por más madera-dijo Eric-Quiero que me acompañéis-les dijo a sus dos hijos varones-Y cuando me ponga con la casa de Jon y las de otros, quiero que ayudéis a Sookie en casa, haciendo las tareas que debería hacer yo: recoger leña, cortarla, mantener siempre agua fresca y limpia para los animales, limpiar el establo y a las bestias y quitar la nieve del tejado y el hielo de los saledizos. Tendréis que repartiros las tareas y hacerlo todo sin discusión y como yo lo haría-Leif asintió-¡Erik!

-Recoger leña, cortarla, tener agua para los animales, limpiarlos a ellos y al establo, romper los hielos y quitar la nieve. Mira-se rió-mi oso se ha comido a tu princesita.

-Ayúdame a poner la mesa, anda-le dije.

-Pero, pero, pero…

-¡A poner la mesa te han dicho!-le vociferó su padre. No quise reprenderle más, así que dejé pasar el asunto de la pelea, porque en el fondo me parecía muy mono por su parte que se preocupara tanto.

Al día siguiente, Eric se marchó al campo con el resto de hombres, pero me avisó de que estaría aquí para el atardecer.

Como solo estábamos la pequeña Audr y yo no tuve que pasarme la mañana en la cocina preparando la comida. La niña recogió los huevos y le dio de comer a las gallinas mientras yo les ponía agua a los animales y les echaba de comer. Vi a Gaulag a lo lejos, cojeaba y tenía la cara hecha un mapa; le saqué la lengua.

A media mañana se levantó ventisca, así que obligué a Audr a que dejara a Luup en el establo y jugara dentro de casa, mientras yo continuaba con la manta, que tenía por finalizar. Como me pasaba a mí, Audr renegaba de sus hermanos a menudo porque eran unos brutos, no la dejaban jugar con ellos o le tomaban el pelo, pero no dejaba de echarles un montón de menos en cuanto éstos desaparecían. Por supuesto, ella siempre lo negaría.

Como habían dicho, llegaron antes del anochecer. Los niños estaban muy contentos a pesar de no haber pillado ni una rata de campo, porque Eric les había enseñado a usar algunas herramientas, de entre ellas, el hacha. Estaba bastante cabreada porque me parecía una irresponsabilidad, sobre todo viendo al mediano, pero Eric le quitaba hierro y me decía que ya cogería práctica y que cuando Erik se cortara la primera vez, ya no se cortaría una segunda. Tendría que rezar para que lo primero que se cortara no fuese el pie. Le preparé un baño caliente y ropa limpia.

-Ayúdame con esto-dijo refiriéndose al broche.

-Es muy bonito.

-Es de nácar. El que llevas tú, también es precioso-Era uno de los más bonitos que tenía: de plata vieja e incrustaciones de oro. Sonreí.

-Ilnar me lo pidió-le dije-Me dijo que lo aceptaría como pago a cambio de que su esposo trabajara contigo en los barcos durante una semana.

-Lo sé, también me lo propuso.

-No sé qué hacer.

-¿Hacer?

-Debería decir que sí y dársela. Dices que Grim tiene unas manos extraordinarias para la madera ¿no?

-Ya, pero de todas formas.

-Solo es una joya-terminé.

-Pero no es tuya-dijo muy serio-Ese broche era de Audd. Y antes que ella fue de su madre, y antes que de ella, perteneció a su abuela… fue un regalo de bodas. Ese broche no es mío para dar, ni tuyo, es de Audr-me quedé helada.

-Deberías habérmelo dicho. Nunca me lo habría puesto.

-Pero te queda bien-comentó como si tal cosa.

-¿Podría haberlo perdido?

-¿Dónde? Aunque lo hubieras perdido por el pueblo, en cuanto lo hubiesen encontrado, te lo habrían devuelto. No es como si alguna mujer hubiese podido ponérselo sin que lo hubiese reconocido.

-Aún así-Me lo desabroché.

-¿Qué haces? No hace falta que…, oh, venga-se lo entregué-Audr es pequeña para ponérselo. Es un broche de mujer. Sookie, venga…-comentó con voz cansina cuando vio que me quitaba el resto de alhajas. Hasta ahora me las había puesto sin ningún tipo de miramiento, pensando en que eran de Eric y eso las convertía en mías, sin pararme a considerar que muchas de esas joyas eran realmente de Audr. No soy una aprovechada. Intento ponérmelo de nuevo pero no me dejé.

-Escucha, si no quieres usar este, está bien. Pero usa cualquiera de los otros, ponte el que tiene forma de hoja de roble, el de bronce.

-También es de Audd.

-Casi todas las cosas que hay en esta casa pertenecieron una vez a Audd.

-Entonces le pertenecen a la pequeña y no me pondré ninguna.

-¿Vas a quitarte también el vestido? Porque eso quiero verlo.

-No tiene gracia. ¿Y si se lo hubiese entregado?

-Habría encontrado la manera de recuperarlo, tranquila. Se te está cayendo la túnica-comentó-No es que me importe…-cogí la cajita de madera en la que guardaba las cosas de coser y saqué unas agujas de hueso, atravesé la lana con ellos y me los coloqué como broches.

-Eres una de las mujeres mejor vestidas del poblado y ¿pretendes llevar esa porquería?

-No soy una aprovechada-repetí en voz alta. Eric frunció el ceño, algo ofendido-Anda, ve a bañarte, se te está enfriando el agua-me cogió de la mano.

-Ayúdame-Apartamos la cortina y la volvimos a dejar caer. Normalmente Eric no sentía vergüenza de asearse delante de sus hijos, pero dado que iba a "ayudarle" yo, preferimos un poco de intimidad-No eres una aprovechada. Sí, es cierto que llevas muchas cosas que eran de Audd, pero yo se las procuré y tienes tanto derecho como ella a lucirlas-cogió el llavero y me lo entregó-Vale, ese broche es de Audr porque su madre así lo quería, pero el resto de cosas, no. Ni los vestidos, ni las joyas. Yo las conseguí y son para ti.

-Sólo usaré las cosas que trajiste de tu último viaje.

-Entonces, y no me quejo, tendrás que ir casi siempre desnuda. Porque las telas caras se las di a mi madre.

-Pues iré mal vestida.

-¡Por los rayos de Thor que no lo permitiré!-Le ignoré y le ayudé a desvestirse.

-Pero ¿qué has estado haciendo? ¡Pareces un Ecce Homo!-le dije.

-¿El qué?

-Mira cuántas heridas-pequeñas heridas, cortecitos, golpes… ¿Y esto qué es?-señalé algo anaranjado que llevaba pegado en la espinilla.

-¡Ay de mí, resina!-exclamó. Cogí el pegote y tiré de él. Eric gritó y yo me partí de risa mientras lo agitaba en el aire, lleno de pelitos de su pierna-¿Tengo más, tengo más?-Jugueteé un rato con él, torturándole y riéndome a carcajadas, arrancándole los pelillos mientras él trataba de huir. Luego clavé las rodillas en el suelo y le compensé.

Cenamos en familia, algo que no volveríamos a hacer en un tiempo, aunque eso yo no lo sabía todavía.

Otro capítulo más, espero que os guste.

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