Que Es La Universidad
rubenperliwi16 de Noviembre de 2012
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¿Qué es la Universidad?
Por
ESTEBAN SZEGEDY
PROFESOR DE LA ESCUELA DE INGENIERIA DE SAN JUAN
UNIVERSIDAD NACIONAL DE CUYA, ARGENTINA
Ensayo publicado en la Revista Minera, Geología y Mineralogía Tomo XVI, N°1-2, año 1945
¿Qué es la Universidad? ¿Es el conjunto de todas las escuelas de un distrito de enseñanzas sin distinción de grado? ¿Es un barrio privilegiado de la ciudad? O, ¿es un club político que debe servir para el ensayo de la juventud en esta importantísima actividad humana más que en las cosas que se denomina ciencia? ¿Qué es?
Seguro que la Universidad es un ser vivo. Nace, crece y muere. Y por ser social y colectivo es decir, razonable, puede preguntarse por sus fines. ¿Qué es lo primordial en su formación actividad y desarrollo? Es la necesidad vulgar de la vida diaria también vulgar o ¿ un concepto alto y central alrededor del cual puede cristalizarse libremente lo que se llama la Universidad? Al buscar la definición de la Universidad debe partirse de su función aceptada sin contradicción, que consiste en la entrega de los conocimientos considerados como científicos. Por consiguiente, su primera definición será: La Universidad es una institución destinada para la entrega de conocimientos científicos. Esto nos conduce al conocimiento científico, produciéndose una acumulación de preguntas relacionadas al tema. Estas se condensan en dos: ¿Qué es el conocimiento y qué es el conocimiento científico?
A la primera contesta la teoría general del conocimiento. No una sola, sino, cualquiera que cumpla su tesis. Se elige como la más adecuada al tema presente la teoría positivista del conocimiento. Según ésta, el mundo consiste en el "yo" y sus imágenes subjetivas, siendo los elementos del mundo por este modo definido: los conocimientos. Esta definición equivale al aserto que hay tantos mundos cuantas gentes haya viviendo; la verdad es el "hombre y su mundo y no el "mundo y su hombre" sobrentendiendo el mundo que cada uno está experimentando subjetivamente como dueño exclusivo de su "yo" y sus imágenes.
Parece al primer momento que la aceptación del fondo de la teoría positivista conduce forzosamente a una anarquía. Pero no es así. En el sin número de los dos mundos que representa la gente se repiten elementos comunes, aceptados sin contradicción. Por ejemplo, nadie va a confirmar que una piedra está cayendo hacia arriba, el agua se congela al calentarse o el hombre nace anciano y muere niño.
¿Por qué no se representan afirmaciones semejantes?
¡Por ser la probabilidad del acontecimiento mínima!
El pobre primitivo no dispuso desde sus comienzos sobre conocimientos indisputables. Según él hubiese podido ocurrir la caída negativa de una piedra, el enfriamiento del agua al prestarle calor o la marcha invertida de la vida. Costó tiempo hasta que la repetición continua y jamás contradictoria de sucesos se ha sentado en la mente como una base sólida de su mundo. Y llegó la época en la cual ya no se confió esta distinción de las cosas ordenadas según probabilidad a la herencia biológica y que obra muy lentamente y ofrece solamente la disposición de reaccionar del mismo modo que los antepasados sino, se aceleró la adquisición de los acontecimientos de máxima probabilidad por la enseñanza dentro el breve lapso de la juventud. Así nació el conocimiento científico y la enseñanza. El primero como consecuencia de la uniformidad de los sucesos de máxima probabilidad y la segunda como invento humano para economizar la misma vida concentrándose en breve tiempo lo que se ha experimentado en el lapso de siglos y milenios. Evidente es que el desarrollo intelectual a la formación del mundo colectivo en forma tal, que las cosas de máxima probabilidad no son el objeto de discusiones sino, son aceptadas sin contradicción, es decir, comunes, entre la muchedumbre de los mundos aislados, debe tener una causa común. Puede tener su origen según el concepto clásico en la legitimidad del "mundo exterior" o según el concepto moderno en el "desorden estadístico" de la fuente de las acciones pero en todos los casos se basa en la interpretación uniforme de los órganos.
Supongamos que la gente hubiese nacido con anteojos interiores de distinto color o un transformador a distinta frecuencia de las ondas en su oído. ¿Qué sería la interpretación del mundo? Uno experimentaría el cielo como azul y el otro como verde, uno experimentaría el mismo sonido como el trino de los pájaros y el toro como el ladrar del perro. Eso sería una anarquía por que los mundos individuales no tendrían nada que es común. Tampoco existiría conocimiento científico que no es nada que la representación uniforme de las cosas de máxima probabilidad común para toda la gente en forma activa tal que contesta a la pregunta, ¿cuándo y cómo debe ocurrir un acontecimiento de máxima probabilidad? En cambio el conocimiento vulgar es un comportamiento mental pasivo que acepta los acontecimientos de esta índole. ¡Lo esencial para nuestro tema es, que el mundo colectivo según el concepto positivista no es constante sino, se amplía continuamente al aumentar la suma de los acontecimientos forzosamente aceptados sin discusión por ser las afirmaciones de los conocimientos de máxima probabilidad. Y de esto sigue una clasificación importantísima de la gente, partiendo de la medida según la cual toma parte en la construcción del mundo colectivo. Según el concepto positivista no es constante sino, se amplía continuamente al aumentar la suma de los acontecimientos forzosamente aceptados sin discusión por ser las afirmaciones de los conocimientos de máxima probabilidad. Y de esto sigue una clasificación importantísima de la gente, partiendo de la medida según la cual toma parte en la construcción del mundo colectivo.
Uno se comporta pasivamente enfrente de esta actitud humana más noble, es decir, simplemente está registrando sus resultados y nada más. Esta clase que hace la mayoría de la humanidad, es la del hombre registrado. Un otro, forma una minoría pequeña que aprovechando los elementos ya conocidos del mundo colectivo los agrupa en combinaciones todavía no experimentadas, con que se amplía el mundo. El es el hombre combinador, lo que se denomina corrientemente talento. En fin, el último, parecido en su rareza a los cometas del cielo, quita el velo de los secretos del mundo exterior equivalente a un "orden divino" o la fuente del "desorden estadístico " equivalente al caos y presenta conocimientos totalmente nuevos que cumplen la condición de repetirse con máxima probabilidad. Él es el hombre creador llamado genio, que es el inventor del mundo colectivo, su verdadero proyectista y constructor.
Dos puntos se presentan a ser explicados en nuestra clasificación; el uno es general y el otro es especial. El primero se refiere a la fuente de que se forma el mundo colectivo. Lo hemos caracterizado como "el mundo exterior del orden divino" o como "el mundo del desorden estadístico". Es muy probable que el último corresponde a la verdad. El concepto del primero carece de toda la modestia de un ser dependiente de una creación magnífica que ha suministrado el mundo como una mercadería correspondiente a la especificación de un pedido y, acuerdo de pliegos propuestos por un orgullo moralmente criminal sino, ha entregado al hombre sumiso el mundo del desorden estadístico, permitiéndole la colaboración en la continuación de la construcción por sus talentos y genios, una tarea de suma confianza en que debe cumplirse su destino de luchar y confiar. El segundo se refiere a la causa de la desigualdad del funcionamiento de la gente referente a la ampliación del mundo colectivo. Esta desigualdad procede de diferencias biológicas dadas y casi inalterables. El “El por qué”, es todavía un secreto. Uno es capaz de leer en el libro cabalístico del caos, el otro no. El uno es capaz de desenredar la armonía, mientras, el otro queda sordo.
La necesidad de clasificar la gente según su papel respecto a la ampliación del mundo colectivo, según ésta una sola facultad que puede ser la norma de la clasificación, conduce a un a situación muy delicada. De la misma fuente de la cual se originó el concepto del mundo exterior del orden divino, nació la igualdad sin cimentación experimental y su medición por la máxima probabilidad. Si se efectúa la última, se experimenta la falta absoluta de este criterio. Un resultado, que sería inevitable al examinar la suposición que todos los cuerpos celestes son de la misma magnitud, velocidad y temperatura. Y así, el concepto superficial de la igualdad, como expresión de lo indefinido, queda aplastado en su examen. Debe rendir un desquite y presentarse con un nuevo contenido y nueva forma reales, entendiéndose por e real que desaparezca la contradicción que consiste en un principio cuya máxima probabilidad no existe.
Pregunto a quiénes están negando la validez de este desarrollo, ¿para qué son las pruebas de psicotecnia, por qué se instala exámenes de competencia cuando todos somos iguales con respecto a la ampliación del mundo colectivo? ¿Para qué sirven los exámenes y las pruebas si no hay diferencia funcional entre la gente? La práctica de la vida diaria anula y desmiente la noción ciega y vacía de la igualdad intelectual.
No debe confundirse la desigualdad intelectual con la desigualdad social. La primera es una función biológica alterable entre límites muy reducidos y la segunda es un fenómeno del mundo anticolectivo, alterable entre límites amplios. La desigualdad intelectual se refiere al agrado de la
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