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RESEÑA ANALÌTICA ESCRITOS SOBRE ARTE

KatherineM0118 de Febrero de 2014

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Sobre el juicio del arte plástico (1876) - sobre los intereses del arte y su promoción (1879)

Fiedler, Konrad. Escritos sobre arte. La balsa de la medusa. Madrid, España. 1991. No. Págs. 133.

En el libro, Escritos sobre arte de Konrad Fiedler encontramos dos capítulos que están en relación con el arte, el primero, se titula sobre el juicio del arte plástico y el segundo, sobre los intereses del arte y su promoción.

El primer capítulo, trata sobre la explicación y el juicio de las obras de arte, como productos de la energía humana que parten de presupuestos distintos a los de la explicación y el juicio de un producto natural. Pues, no se puede buscar explicación de un producto natural en la intención del creador. Más bien, para entender una obra de la actividad humana debemos tener en cuenta la capacidad propia de la naturaleza humana y preguntarnos cuál es el sentido que debe cumplir de acuerdo con la intención del autor. La obra de arte debe su creación al espíritu humano, al artista. Este rasgo, es lo que distingue una artista de otro.

Para Konrad, es necesaria una reflexión que distinga hasta qué punto se basan en el conocimiento esencialmente artístico, los diferentes modos de apreciar y considerar las obras de arte. Pues, la obra puede ser interpretada erróneamente por el observador, dependiendo de la amplitud del círculo en el que se sumerja dicha obra, su intencionalidad podrá ser mayormente entendida en los círculos más pequeños que en los círculos grandes, debido a que en este último, se difunde en la multitud, quedando abierta al destino que el hombre le quiera dar. Por eso, hay personas que encuentran arte en cualquier parte, sin convertirlo en objeto de reflexión. No obstante, esto también puede depender del goce estético que la obra produzca en la persona que la aprecie; unos, se contentan con productos artísticos pocos desarrollados y otros, personas más refinadas y cultivadas observan en la obra una belleza perfecta. Descubren en ella, un medio para extraer la belleza de la naturaleza, gozan de las obras y las juzgan según el gusto el cual, se relaciona su sensibilidad estética. Este gusto, según Konrad se forma en el trato con las obras y ayudan a discernir entre lo bueno y lo malo, para algunos, el valor o no valor de las obras.

El arte produce placer y displacer entre sus espectadores, bajo las reglas de la estética puede apreciarse una obra. Sin embargo, de su juicio no implica que una obra deje de ser obra. Todos las representaciones, todos los materiales empleados, la idea plasmada, constituyen el contenido y la intención del autor de la obra. No obstante, la obra no debe apreciarse solo por los materiales utilizados en su composición, en la creación artística; más bien, debe valorarse en su totalidad, buscando y comprendiendo su esencia.

Por otro lado, es bien sabido que una obra está condicionada por una historia pero ello, no quiere decir que al conocer los hechos en los cuales se sumerge una obra, se eleve la compresión artística sino que, por el contrario, tropieza con la intencionalidad y la significatividad de la obra. Si se observa la obra como un elemento cultural, se debe analizar primero, los efectos que tiene en el individuo, dado que ella puede contener elementos religiosos, políticos, religiosos, morales, dependiendo de la época de la cual hace parte, pero comprender la obra solamente desde estos puntos de vista, nos alejara del verdadero sentido artístico.

La interpretación filosófica, por otra parte, trae consigo una reflexión que interrumpe la reflexión artística, el filósofo intentará relacionar la concepción filosófica del mundo con el concepto y la compresión de arte que se haya formado. El filósofo, se cuestiona a menudo para alcanzar un conocimiento superior que, al querer aplicarlo al arte interfiere con el sentido de la obra. Es por eso, que para entender una obra debe seguirse su propio camino y no apreciarla desde otro distinto. La obra puede transmitir muchas sensaciones a quien la observe, por eso, a veces podemos sentir la belleza pero como una cualidad aislada de la obra, lo que debemos establecer es un contacto directo con la naturaleza de la obra a través de la sensibilidad pues en ella se encuentran dichas cualidades reunidas. La sensación sin embargo, no es independiente, ella está acompañada por la intuición, la cual suele quedarse en segundo plano cuando damos prioridad a la sensación, por ejemplo, cuando a través de la sensación decimos que un objeto es bello, no avanzaremos en el dominio intuitivo del objeto porque sólo nos quedamos con esa sensación. Pero, si nos olvidáramos de esa sensación podríamos permitir el pleno desarrollo de la intuición y comprender el objeto en sí mismo. La sensación nos acompaña siempre, pero hay que saberla dominar para apreciar la obra y la fuerza del espíritu del artista. Así mismo, hacemos uso de la intuición pero hasta llegar al punto de la abstracción desaparece al articularse con la facultad conceptual, para algunas personas es más importante obtener conceptos del objeto que les llega al entendimiento y dirigir su atención a lo interno de los fenómenos que ejercitar la inteligencia en la observación de las condiciones externas del fenómeno, como hacen otros.

Ahora bien, ¿qué pasa cuando esa intuición se utiliza en el campo científico? La intuición sólo tiene valor en la observación científica cuando posibilita el paso al concepto. Su observación en tanto, se desviará si se empieza a tomar en cuenta la apariencia ya que olvidara eso que le permite llegar al concepto. Por eso, el arte sería algo subordinado, para entenderlo y encontrar su significado tendría que abandonar el terreno de la intuición y por ende, el medio para llegar al concepto.

El arte, pone ante los ojos del conocimiento científico otra manera de apreciar la naturaleza la cual, se enfrenta a la idea de naturaleza que ellos han construido. Cada cual observará y creerá desde su punto de vista más importante su forma de observar la naturaleza. A cada momento estamos expuestos a una gran variedad de objetos perceptuales que quedan impresos en nuestra memoria de manera abstracta porque nuestro interés se encuentra más orientado a construir conceptos a partir de esas apariencias externas que ha aumentar nuestra capacidad de intuición. Para el artista, la intuición es una actividad libre, independiente sin finalidad, que encamina su configuración artística. Konrad agrega que lo esencial de lo natural en el arte es lo que surge con y para uso libre de la comprensión intuitiva (pág. 78).

Entonces, podría decirse que el arte contiene la esencia de lo natural pero, esto no quiere decir que imite a la naturaleza como algunas personas piensan. Imitar, conlleva reproducir fielmente un objeto existente. Si un artista, reprodujera la naturaleza podría considerase más como una actividad mecánica que una obra de arte producto del espíritu humano. El arte es posible y necesario cuando el mundo intuido se le presenta al hombre como un elemento susceptible que necesita elevarse a la existencia, paso que se facilita gracias a la fantasía del artista, que no es más que la imaginación que todos necesitamos para generar un mundo de apariencias sensibles. La actividad del artista comienza al enfrentarse a ese mundo enigmático de apariencias sensibles impulsado por la necesidad interna de apoderarse de dicho mundo visible, convirtiéndolo en existencia configurada. El artista produce un mundo a través de la conciencia artística que imprime en el arte, cada persona posee un mundo de formas y figuras que van a la conciencia y posteriormente al espíritu, mediante la percepción obtenida de las apariencias sensibles de la existencia. Esta conciencia se renueva constantemente, cada ciclo nuevo desaloja al anterior pues éste, debe avanzar en vez de estancarse. Es por eso, que el artista sabe valorar a la naturaleza y todo lo que entra en contacto con su percepción, él lo mediatiza para que nosotros sigamos su camino y apreciemos lo que nos revela la naturaleza. No es el artista quien necesita de la naturaleza sino más bien la naturaleza al artista (pág. 84).

La conciencia artística surge cuando todo lo significativo para el hombre adquirido en la apariencia sensible comienza a convertirse en comprensión intuitiva que se expresa ―aunque no del todo a causa de su variabilidad― en la creación artística, es decir, en la obra de arte, como un resultado externo. El artista se sirve de la técnica para transformar los materiales que están a su disposición y permitir la actividad de creación artística. Puede agregarse también, que el artista no abandona las intuiciones hasta que no se vuelvan una representación clara y existente completa de su espíritu. Esta, es el estadio más elevado de su conocimiento productivo.

Konrad realiza dos observaciones acerca de este punto; la primera, es la polémica sobre el idealismo o realismo del arte, realismo porque los artistas creen dejar en sus obras una apariencia sensible de la existencia pero más bien lo que hacen es imitar una naturaleza que a los ojos del espectador no contiene nada de extraordinario sino al común y corriente. Idealismo, porque no el artista se satisface con la naturaleza conocida pensando que le hace falta configuraciones las cuales, pretende compensar con contenidos extraartísticos. Para Konrad el arte contiene en sí, algo de los dos, es siempre realista porque pretende producir la realidad del hombre y es siempre idealista porque toda realidad creada es un producto del espíritu (pág. 91). La segunda observación, se remite al hecho de que la actividad artística debe ser

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