RESEÑA SOBRE EL CONTENIDO DE ADENTRO HACIA AFUERA

RESEÑA SOBRE EL CONTENIDO

DE ADENTRO HACIA AFUERA

Stephen R. Covey, intenta un camino para el éxito de su hijo utilizando técnicas que parten de sus propias expectativas y no de la situación real, lo que genera en su hijo un sentimiento de incapacidad y necesidad de protección. Comprende que sus percepciones forman y gobiernan su manera de ver la realidad y su comportamiento, y que algunas de sus percepciones están profundamente enraizadas, de manera forman su interpretación del mundo. “para cambiar la situación, es necesario cambiar uno mismo modificando las propias percepciones”.

La personalidad y la ética del carácter Al investigar sobre el éxito alcanzado por personajes a lo largo de 200 años en USA desde 1776, advierte la presencia de una pauta sorprendente –cimiento del éxito- reflejada en los primeros 150 años y pero superficial y casi ausente en los últimos cincuenta años: La Ética del carácter “existen principios básicos para vivir con efectividad, y las personas sólo pueden experimentar verdadero éxito y felicidad duradera al aprenderlos e integrarlos en su carácter básico”. Después de la 1a Guerra Mundial, la concepción del éxito pasa de la ética del carácter a la Ética de la personalidad “el éxito es una función de la personalidad, de la imagen pública, de las actitudes y las conductas, habilidades y técnicas que hacen funcionar los procesos de la internación humana” -2 sendas: las técnicas de relaciones públicas y humanas, y la actitud mental Positiva (AMP)-.

"Grandeza” primaria y secundaria Para Covey, los elementos de la ética de la personalidad -desarrollo de la personalidad, habilidades para la comunicación, estrategias de influencia y pensamiento positivo- son rasgos secundarios. El éxito a largo plazo no es posible cuando el propio carácter es imperfecto, dúplice y falto de sinceridad, ya que la duplicidad alimenta la desconfianza en las relaciones y manifiesta a la persona como manipulador. “Solo la bondad básica, integridad y fuerza de carácter, dan vida a la técnica”. La persona con “grandeza" secundaria tienen reconocimiento social de sus talentos pero carecen de “grandeza” primaria -bondad en su carácter-. El carácter es lo que somos y se comunica con mayor elocuencia que cualquier cosa que digamos o hagamos.

El poder de un paradigma Paradigma “es el modo de ver el mundo, percibirlo, comprenderlo e interpretarlo… como mapa que nos explica aspectos de un territorio, es teoría o modelo”. Tenemos dos tipos de mapas mentales: del modo que son las cosas –realidades- y del modo en que deberían ser –valores-, con ellos interpretamos todo lo que experimentamos. Los paradigmas dan origen a nuestras actitudes y conducta. Creemos que vemos las cosas como son, que somos objetivos, pero más bien las vemos como somos nosotros o como se nos ha condicionado para verlo. Cuanta más conciencia tengamos de nuestros paradigmas y su influencia en nuestra vida más podremos asumir responsabilidad de ellos, examinarlos, someterlos a prueba de la realidad, escuchar a los otros y estar abiertos a sus percepciones, para lograr una visión mucho más objetiva.

El poder de un cambio de paradigma La expresión ‘cambio de paradigma’ surge en la obra La estructura de las revoluciones científicas de Thomas Kuhn. Demuestra que casi todos los descubrimientos científicos importantes aparecen como rupturas con la tradición y los viejos modos de pensar (antiguos paradigmas). El cambio genera poderosas transformaciones, como la manera de ver el mundo. Por ser los paradigmas las fuentes de nuestras actitudes y conductas y relaciones con los demás, sólo podemos lograr una mejora en nuestras vidas cuando trabajamos sobre la raíz –los paradigmas-.

Ver y ser No todos los cambios de paradigma son instantáneos. Covey señala que para ver de otro modo a su hijo creó su nuevo paradigma al trabajar en el desarrollo de su propio carácter. “Ser es ver en la dimensión humana, lo que vemos está interrelacionado con lo que somos”. Por tanto no podemos modificar nuestro modo de ver sin cambiar simultáneamente nuestro ser, y viceversa.

El paradigma basado en principios Según la ética del carácter hay principios que gobiernan la efectividad humana, son leyes naturales humanas que no se pueden quebrantar, son verdades profundas y fundamentales, de aplicación universal, directrices para la conducta humana de valor duradero, permanente. Cuanto más concuerdan nuestros paradigmas con ellos son más exactos y funcionales. Mientras los paradigmas son ‘realidad subjetiva’ -intento de descripción de la realidad-, la “realidad objetiva” está compuesta por principios que gobiernan el desarrollo y la felicidad humanos, que existen en todos los seres humanos, independientemente de condicionamiento social o su la lealtad a ellos (Vgr. del principio de rectitud surge nuestro concepto de equidad y justicia; de la integridad y la honestidad surgen los cimientos de la confianza; de la dignidad humana surgen los derechos a la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad, etc.).

Principios del desarrollo y el cambio. En toda la vida hay etapas de crecimiento y desarrollo y requieren su tiempo, no es posible saltearse ninguna, violar, ignorar o abreviar el proceso de desarrollo es contrario a la naturaleza, los “atajos” conducen a la decepción y la frustración. La ética de la personalidad –que propone soluciones instantáneas, es ilusoria y engañosa.

El modo en que vemos el problema es el problema La ética de la personalidad nos enseña que existen recursos y soluciones –parches o aspirinas sociales- para resolución de problemas, estos más o menos dan resultados positivos pero en poco tiempo vuelven a resurgir los problemas con distintas modalidades crónicas. “Todo problema debe ser visto de manera profunda y fundamental, analizando los propios paradigmas, centrándose en los principios que producen resultados a largo plazo”.

Un nuevo nivel de pensamiento Es necesario un nivel de pensamiento profundo, basado en los principios que describan con exactitud la efectividad del ser humano y sus interacciones, en el carácter, con perspectiva de adentro hacia afuera, iniciando por lo más profundo de

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