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SUEÑO Y CULTURA


Enviado por   •  17 de Diciembre de 2019  •  Ensayos  •  2.361 Palabras (10 Páginas)  •  197 Visitas

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SUEÑO Y CULTURA

…recuerdo haberme engañado otras veces en sueños con pensamientos semejantes; y al considerar esto más atentamente, me parece tan evidente que la vigila no puede distinguirse nunca del sueño con indicios ciertos, que me quedo estupefacto y este mismo estupor casi me confirma en la opinión de que estoy soñando (Descartes, Meditaciones metafísicas I).

Gemelas son las puertas del sueño, de las cuales una diz que es de cuerno, por la cual se da salida fácil a las verdaderas sombras; la otra, reluciente, primorosamente labrada en blanco marfil, es aquella por la cual envían los manes los falsos sueños a la tierra (Virgilio, Eneida, VI).

Anoche soñé que oía

A Dios, gritándome: ¡Alerta!

Luego era Dios quien dormía

Y yo gritaba: ¡Despierta! (Antonio Machado, Proverbios y cantares, XLVI)

Si (como afirmaba el español Calderón) la vida es sueño, todo cuanto hacemos y pensamos no es más que vana ensoñación y nadería. Con ese pensamiento en mientes, la existencia ha sido cuestionada (en ocasiones) pero, también, banalizada. La relación con el mundo onírico siempre ha sido tirante (Descartes sólo es una muestra de este vaivén) a tal grado que ello constituye un punto problemático irresoluble. No sería raro afirmar que la edificación de la cultura no es sino la expresión de un “estira y afloja” de dos posiciones que jalan, con brazos hercúleos, hacia dos direcciones opuestas: el sueño y la vigilia. Las líneas subsiguientes, menos que mostrar esa relación conflictiva, presentan algunos elementos para mostrar el valor de lo onírico como pilar de la cultura.

El lugar del sueño en la cultura

         El sueño representa, según Joseph Addison, el más antiguo de los géneros literarios,[1] según él, insufló inspiración a las primeras narraciones de la humanidad volviéndose, así, una de las primeras manifestaciones culturales. Esta tesis es fácilmente comprobable, varios relatos antiguos pueden ser recordados para tales efectos: Camino de Berseba, Jacob soñó con una escalera que tocaba los cielos y de la cual subían y bajaban ángeles, “¡Qué terrible es este lugar! No es sino la casa de Dios, y la puerta de los cielos” afirma la Biblia que profirió el profeta;[2] soñó también Salomón con Dios y le pidió sabiduría, según cuenta el Antiguo Testamento;[3] en más estimó José a los sueños que mencionó su valor divino a sus captores “¿No es de Dios la interpretación de los sueños?”,[4] maldición y don, los sueños marcaron su destino y le anunciaron su posterior reinado;[5] en la Ilíada, Aquiles, como José, llama al pueblo a consultar al oráculo por la furia de Febo Apolo “…pues también el sueño procede de Zeus” dijo el guerrero;[6] en un cuento babilónico del segundo milenio antes de Cristo, Gilgamesh y Enkidu (amigos/enemigos) se arrojan a sus andanzas envalentonados por sus interpretaciones de los sueños, para cada uno (salvo alguna excepción) sus deseos se cristalizaban, consolidando su aura heroica; Heráclito, en el siglo quinto antes de Cristo, señalaba, “Los demás hombres no se dan cuenta de lo que hacen mientras están despiertos, del mismo modo que les pasan inadvertidas cuantas cosas hacen mientras están dormidos”[7] abriendo, así, paso al escepticismo de los sentidos; Sócrates, un siglo después, aceptaba tranquilo su condena de muerte, un pensamiento que comparte con sus amigos le inspira paz: la muerte, si es ausencia de sensación, es como un sueño en el cual se duerme sin soñar, de lo cual resulta que la muerte puede ser considerada una ganancia maravillosa;[8] Creso, narra Heródoto,[9] sería solo uno de los casos relacionados con el sueño oracular y premonitorio, hizo caso omiso a la interpretación de uno de sus sueño, perdió por ello a Atis, su hijo amado;…etc. Qué más se puede decir: en la capital de las letras la inspiración onírica ha marcado igualmente a los sabios antiguos que a los poetas y profetas. Pero si hasta aquí hemos visto textos ínclitos dando cuenta de los sueños de grandes personajes, teniéndolos como inspiración de sus narrativas, es para demostrar el papel central que estos han tenido en la constitución de la cultura.

El sueño y su relación con el hombre hoy

        Pero ¿tiene pertinencia hoy día seguir hablando del sueño o es un mero atavismo? No, no es vano seguir pensando en los sueños, de hecho, la ciencia sigue preguntándose al respecto. Podemos, claro, señalar todas las características propias del acto del soñar que a los hombres de ciencia importan: reconocer las fases por las que atraviesa el soñante, estudiar la relación entre las necesidades corporales y el sueño, justipreciar el lugar de la angustia en las elaboraciones oníricas, contabilizar las horas mínimas que se deben tener de sueño para no perder la cordura o para ganar salud, entre otras cosas semejantes. No es ello, sin embargo, para este texto, central, pues éste, como antes se ha señalado, busca engarzar sueño y cultura, para ello entonces se explora, quizá el estudio más exhaustivo en torno a este fenómeno, nos referimos al texto de Freud: La interpretación de los sueños.

        Editado a principios del siglo pasado, el médico austriaco pensó su trabajo como un libro para el nuevo siglo, última flecha del romanticismo lanzada al corazón del “sueño de la razón”.[10] La primera parte es un estudio sobre el estado del arte del sueño. Con escrúpulo, Freud nos habla del sueño y su relación con la vigilia; de los estímulos (interiores y exteriores) que evocan el sueño; de la memoria y el estado onírico; de las razones de su olvido en la vigila, etc. A partir de la segunda parte el estudio cobra importancia pues en él se presentan sus tesis más influyentes.    

La tesis menos evidente del austriaco, es, para nuestro estudio, la más importante: los sueños no son obra de entidades ajenas (Dios, espíritus, etc.), como se había señalado en la antigüedad, sino que son producto de vivencias meramente humanas, pero más que humanas, humanas demasiado humanas, porque su corazón se encuentra en las profundidades del alma, de la psique, para emplear un término contemporáneo. Hasta allá no alcanza a iluminar la luz de la razón, sólo puede ser atravesado por una mirada que descifra imágenes oníricas: la del analista. Es además, el sueño, la más arcaica de nuestras manifestaciones psíquicas que se expresa en las diversas manifestaciones culturales ¿Cuáles son las tesis de Freud al respecto del sueño y porqué ello es fundamental para pensar la cultura? se expondrá a continuación.

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