Separacion de Iglesia - Estado en la Época Medieval
rascoliDocumentos de Investigación15 de Octubre de 2018
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Ana Regina Ascoli Andrade
Pensamiento Político Clásico
Catedrático: Roberto Blum
Auxiliar: Andrés Abril
Separación Iglesia – Estado en la Época Medieval
La Iglesia y el Estado, son dos entes que tienen mucho poder político en las distintas sociedades. Antes estas dos entidades estaban unidas y eh infringían el poder como uno solo. Pero cuando la Iglesia empezó a tomar más poder que el Estado, estos se opusieron y fue en ese momento en el que el Estado decidió separarse de la Iglesia. Ambas instituciones dirigen sus pretensiones a las mismas personas, aunque sus fines sean distintos y aunque a veces estos intereses pueden ser los mismos, pero con diferentes puntos de vista. Así como se han separado estas entidades muchísimas veces, también se han juntado para hacer un mejor lugar para todos los ciudadanos. En este ensayo podremos ver los diferentes puntos de vista de las dos instituciones y quienes fueron responsable de las separaciones a lo largo de la historia.
En épocas anteriores los cristianos estaban obligados a orar por el emperador, pero rechazaban el culto del Estado y los sacrificios ante las imágenes de los dioses y de los césares. Por razones de unidad política y por la necesidad de armonía entre Iglesia y Estado. La idea de que la unidad del cristianismo y la unidad del imperio se condicionaban mutuamente, tuvo su expresión en el hecho de que los obispos asumieran funciones estatales y en la amplia asimilación de la organización eclesiástica diocesana a las unidades administrativas existentes en el imperio romano, así como en los privilegios estatales de la Iglesia y del clero y en la intervención jurisdiccional del emperador cuantas veces veía amenazada la ortodoxia y la unidad de la Iglesia. Frente a la pretensión creciente de soberanía estatal, que representaba de algún modo una vuelta a las funciones del antiguo culto romano del Estado, la Iglesia se vio en la necesidad de determinar la correcta relación entre la competencia eclesiástica y la estatal, persuadida de su propia autonomía y libertad, e igualmente de su vinculación a los diversos órdenes profanos. Todo esto fue fundamental para la edad media. Una vez que los emperadores se hicieron cristianos, llegaron a desempeñar un papel importante en los asuntos de la iglesia. Los emperadores cristianos se consideraban representantes de dios en la tierra. No construyeron únicamente iglesias, e influyeron en la estructura de la organización de la iglesia, sino que también se vieron involucrados en el gobierno de la iglesia y en las controversias doctrinales. Mientras los emperadores estaban ocupados en los asuntos de la iglesia, el vacío espiritual y político dejado por la desintegración del estado romano permitió que los obispos desempeñaran un papel más activo en el gobierno del imperio. Uno de los primeros obispos en tener un papel importante en política, fue el Ambrosio de Milán, quien fue un destacado obispo de Milán y un importante teólogo y orador. Hermano de santa Marcelina, es uno de los cuatro Padres de la Iglesia Latina y uno de los 36 doctores de la Iglesia católica. Fue el primer cristiano en conseguir que se reconociera el poder de la Iglesia, por encima del Estado, y desterró definitivamente, en sucesivas confrontaciones, a los paganos de la vida política romana. Ya que en la península itálica había una debilidad muy grande de las autoridades políticas, la iglesia seguía teniendo más poder. Así llego al poder Gregorio El Grande. Gregorio tomó a su cargo Roma y sus áreas aledañas y las convirtió en una unidad administrativa que con el tiempo sería conocida como los Estados Papales.
Dominium mundi es el nombre con que se conoce la idea de dominio universal desarrollada en la Edad Media. Inspirado en el recuerdo del antiguo Imperio Romano, este propósito implicaba el reconocimiento de una autoridad suprema, lo que generó una prolongada pugna política y espiritual entre el poder imperial y el poder eclesiástico, representados principalmente en el Sacro Imperio Romano Germánico y la Iglesia Católica, los que erigían como máximos líderes al Emperador y al Papa respectivamente. Luego de esto, hubo un enfrentamiento que determino que la Iglesia se tenía que separar del Estado, este fue cuando Felipe el Hermoso pretendió hacer tributar al clero francés, lo que plantea conflictos entre los señores eclesiásticos y los oficiales reales por el ejercicio de todo tipo de derechos sobre los hombres y las tierras, que en general se resolvieron en favor de la jurisdicción real, a pesar de las protestas de los obispos y del Papa. Bonifacio reconoce la autonomía de la esfera política (poder temporal), pero con una precisa limitación, dado que el hombre político es también cristiano, este se encuentra sujeto al poder espiritual del papa. Sin embargo, era la época del nacimiento de los Estados nacionales, que no se apoyaban ya en una relación de tipo feudal, sino sobre las relaciones de tipo mercantil y burgués. Así fue como se interpretó la bula como una pretensión de tipo feudal de parte del Romano Pontífice. La reacción de Felipe IV fue la convocatoria, el 12 de marzo de 1303 de una asamblea en el Louvre de París. El rey no podía aceptar que la esfera religiosa le fuese arrebatada de su poder para pasarla al papa. A la asamblea se presentaron prelados y nobles que acusaron a Bonifacio VIII de herejía, simonía, blasfemia, hechicería y culpable de la muerte de Celestino V. Se pidió además la convocatoria de un Concilio ecuménico para su procesamiento y deposición, encargando al consejero Guillermo de Nogaret su captura y traslado a París. Siendo así Bonifacio VIII el último representante de la soberanía pontificia medieval, fue la derrota de la tesis del dominio universal del papado.
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