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Soberania Alimentaria


Enviado por   •  5 de Abril de 2015  •  2.682 Palabras (11 Páginas)  •  283 Visitas

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La soberanía alimentaría como proceso de re-familiarización

Maya Rivera Mazorco y Sergio Arispe Barrientos

Rebelión

Vivimos en “ausencia de lo sagrado” [1], cada vez más alienados de la realidad y de nosotros mismos. El globo terrestre es concebido como un almacén de recursos destinados únicamente a saciar el voraz apetito de aquellos seres humanos que detentan el poder. Las dicotomías espíritu-materia y vivo-muerto le han permitido al ser humano de No Unidad, es decir, aquel que se concibe separado de todo, catalogar a todos aquellos seres naturales como entes vacíos y sin identidad. Estas mismas dicotomías han consentido a este ser humano enarbolar múltiples lógicas de separación que no han hecho más que desviarnos de nuestra propia esencia. ¿Quiénes o qué somos? ¿Somos el centro de la tierra y quienes marcamos el paso de la historia humana y natural? o ¿somos designios de las leyes naturales y/o divinas? Cualquiera de las dos respuestas ha llevado a este ser escindido a asumir una posición totalmente antropocéntrica. Aquellos que conciben que el sujeto es el ordenador de la realidad se han valido de este preconcepto para desposeer a la naturaleza y, obviamente, al propio ser humano, por ser éste un ser de la naturaleza; y quienes optan por supeditarse a los designios naturales o divinos lo hacen sencillamente poniendo al ser humano como la cabeza de la pirámide de todos los seres, garantizando la primacía del ser humano, sea este determinado por el destino o el determinador del mismo, y consolidando la visión antropocentrista de No Unidad que caracteriza al sistema vigente en todo el planeta, la cual hace de la naturaleza un ser siempre supeditado al ser humano. O se considera que el ser humano es el dueño de la naturaleza como un recurso destinado a satisfacer las necesidades materiales del ser humano, o se asume que el ser humano debe salvar a la naturaleza, sumisa y desposeída de autodeterminación, del propio ser humano. Ambas satisfacen la necesidad de control del Homo Sapiens.

Vale la pena notar que ambas respuestas parten de la filosofía de partición ser/realidad que caracteriza al paradigma de No Unidad, pues las dos asumen que el ser humano, de modo separado de la totalidad, es sujeto u objeto de su destino. Como se puede apreciar, son preguntas-respuestas que se sitúan en un lado u otro de la dicotomía sujeto-objeto. Si bien hay una serie de posiciones académicas y científicas al respecto, es menester darse cuenta de que la una y la otra son posturas correspondientes a la filosofía de No Unidad. Ambas sucumben ante la ausencia de lo sagrado y se alejan del sentimiento de Unidad que todo lo unifica, que ni siquiera concibe la dicotomía sagrado-no sagrado y que siente que todo ser es una Unidad que contiene en sí misma a la Totalidad de la realidad. Todo ser es la realidad misma y desenvuelve las finitas-infinitas realidades combinadas e intracombinadas de forma unificada y no separada. En este sentido, cuando nos referimos a la “ausencia de lo sagrado” lo hacemos desde un sentimiento que no concibe la confrontación sagrado-profano, vivo-muerto, materia-espíritu, sujeto-objeto, sino desde el sentir que todo ser contiene en sí mismo a todos los demás seres, por lo que todo ser es la totalidad. Todo ser, en su específica frecuencia de vibración, envuelve y desenvuelve todas las potencias atribuidas por la ciencia occidental únicamente a los humanos, como ser la racionalidad, el sentimiento, los sueños, la intuición, el instinto (también concedido a los animales) y otras potencialidades que el limitado conocimiento racional no permite desentrañar. Vale decir, como respuesta a ambas preguntas debemos decir que el ser humano es, al igual que todos los seres de la realidad, sin ninguna discriminación, la realidad misma. Ergo, hasta el sentido de las dos preguntas planteadas cambia, en el entendido de que estaríamos descollando la partición destino-autodeterminación.

Si bien los movimientos medioambientalistas defienden a la tierra como un ser, siguen cayendo en principios separatistas propios de la civilización-cultura-sociedad de No Unidad, al resignarse a aceptar la dicotomía vivo-muerto, mediante la cual se han catalogado a varios seres de la realidad como inertes, inorgánicos o sin vida. En este entendido, ¿cuál es el sentido de respetar a la tierra y a la naturaleza? Si el respeto se da desde una visión por la que el ser humano y otros seres “vivos” se oponen a los demás seres “no vivos”; entonces seguimos defendiendo una posición centrista que considera que aquellos seres “no vivos” no tienen identidad, no deciden, no hablan y no se comunican. Por lo tanto, el ser humano debe velar por protegerlos de forma paternalista y, evidentemente, jerárquica, porque los “seres vivos” son imbuidos de potencialidades que otros seres no tienen. Es más, aquellos seres no concebidos como vivos no son catalogados como seres, sino como recursos. En general, la concepción ambientalista se constituye en el doble principio de domesticación-protección de la naturaleza.

¿Dónde radica entonces la complementación entre el ser humano, la naturaleza y la realidad? Un auténtico ecologista o medioambientalista debe superar, primeramente, el antropocentrismo y las correlativas dicotomías que dificultan reasumir que la Totalidad es “sagrada”, en el entendido de que cada elemento de la realidad es un ser.

En este contexto no centrista ¿qué o quién es el alimento? El alimento es un ser. Es decir, la relación entre el ser humano y el alimento es una relación entre seres que muy claramente representa las continencias mutuas o la realidad de combinación e intracombinación que hace un momento mencionamos. El ser humano ingiere el alimento y, al hacerlo, se convierte en él. Instantáneamente, y de forma complementaria, el alimento se convierte en el ser humano y, a su vez, lo ingiere. Ambos son una unidad inseparable.

La alimentación es una relación complementaria entre el ser humano y el alimento, así como lo son las relaciones familiares, amistosas y amorosas. Si bien la concepción dicotómica del ser humano de No Unidad separa racionalmente los comportamientos humanos de los naturales, aquel que ha superado el antropocentrismo los unifica y siente-sabe que las relaciones humanas son diferentes-semejantes a las relaciones entre los otros seres. Es así que las relaciones familiares, amistosas, amorosas, de trabajo y otras son relaciones alimenticias en las que cada ser alimenta al otro y es alimentado por el otro. Por este motivo es preciso superar la visión centrista de que uno se alimenta solamente de comer los frutos, vegetales o carnes; las emociones también son alimentos, motivo por el cual pueden generar enfermedades. El metabolismo es, por lo tanto, un proceso que incumbe también a

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