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“Tarea Lévinas: Ética de la alteridad”


Enviado por   •  13 de Agosto de 2016  •  Ensayos  •  2.400 Palabras (10 Páginas)  •  323 Visitas

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“Tarea Lévinas: Ética de la alteridad”

Nombre del alumno.- Daniel Adrián Contreras Olivas

Matrícula.- 256883

Nombre de la tarea.- Tarea Lévinas: Ética de la alteridad.

Nombre del curso.- Ética

Nombre del asesor.- Juan Pablo Martínez Ponce

Fecha.- 26 de Junio del 2016

                Redacta un ensayo de al menos 5 cuartillas, en el cual expliques, la propuesta de Lévinas en los textos anteriores, no olvides citar estos textos.

        No podemos separar al autor de su obra, por lo que será importante mencionar algunos aspectos sobre la vida Lévinas que arroja luz para comprender sus motivaciones y conclusiones más determinantes.

        Resulta relevante mencionar que nació y creció “en el seno de una familia judía y burguesa” de la nación de Lituania, estos tres factores pueden notarse en su obra, sobre todo porque se enfoca en un trabajo ético y la cosmovisión, los presupuestos morales y el entramado cultural son aspectos de los que la persona no puede deslindarse.

        El vivir una espiritualidad tan concreta como el judaísmo ocasiona que en “su pensamiento interpela tanto a los filósofos como a los teólogos” sobre todo en las ramas de ética y metafísica. Vive en carne propia la revolución bolchevique en Ucrania, tema al que retornará habitualmente en sus discursos.

        Estará impactado por dos fenómenos: el primero es “la conciencia de un pueblo que ha padecido las barbaries nazis” y, por otro lado, la afinidad por la filosofía francesa, sin dejar de lado todos los esfuerzos de Heidegger o de Husserl (con los cuales fue compañero cuando estudió filosofía) por instalar la fenomenología en el pensamiento alemán.

        Con Heidegger decidirá romper cualquier tipo de relación cuando se observa su influencia en el pensamiento nazi, se casa el mismo año que obtiene su doctorado y tiene una hija. Durante la época de la segunda guerra mundial, por tener nacionalidad francesa se enlista en el ejército aliado para ser “interprete de ruso y alemán” quedando capturado desde 1940 en un campo de concentración.

        Su familia es masacrada en Lituania, pero “su esposa y su hija se salvan al quedar escondidas en un monasterio en Orleáns”. Este cautiverio le sirvió para leer y comenzar a escribir lo que posteriormente serán obras fundamentales para el pensamiento ético del Siglo XX.

        Algunas de las conclusiones a las que llega al terminar la guerra y gracias a dicha experiencia es que el hecho de ser en sí mismo, genera un vacío, un hastío, que ha de superarse gracias al salir de mí mismo, ser-para-el-otro, siendo necesario, de manera evidente, que exista un respeto hacia el Otro.

        Gracias a su “investigación de la relación del Yo en relación al Otro” comienzan a aparecer conceptos como temporalidad, trascendencia y la apertura hacia los demás entes desde una óptica que considere la evolución que dicho fenómeno presenta, tanto en el Yo como en el Otro y observando la realización del ser cuando se abre y se da, se concluye que más que un ser-para-la-muerte, se trata de un ser-para-el-otro.

        Su visión de la temporalidad está influenciada por sus experiencias y la necesidad de adaptarse a un mundo cambiante, por lo que será “un dinamismo que nos lleva para otro lado diferente de las cosas que poseemos” y nos permite disfrutar de una experiencia completa de vida con sus vueltas respectivas.

        Nota que la filosofía consiste en enmascarar a través de conocimiento lo desconcertante que puede parecernos el Otro porque por ser “alguien” y no “algo” será imposible su posesión y dominación. Por ello se requieren los Derechos Humanos, porque es la manera de mantener una relación de semejante con el Otro.

        A pesar de que seamos distintos, tenemos la capacidad del diálogo, necesario para conocernos a nosotros mismos y a los demás, pero también de relacionarse como iguales. Es aquí donde se instala la Alteridad, porque cada cual será auténtico y puede aportar a todos y cada uno de los “Yo”s algo excepcional que sólo podrá transmitir con una libertad a través de una relación entre “Otro”s.

        Con respecto a la terminología propia de Heidegger, la preocupación por el ser, ser-ahí, ser-en-el-mundo, ser-con-los-otros y para-la-muerte, forman parte de lo que el ser es por el hecho de ser. Pero en Lévinas “El ser-ahí del hombre no significa una propiedad o la conjunción de propiedades de una realidad presente que tuviese tal o cual otro aspecto” sino que le va a corresponder una “forma de ser” una existencia personal.

        Gracias a esta nueva perspectiva donde ya “no debe hablar de mí como tema central sino del otro” es lo distinto, lo que no soy Yo ha de ser lo que sirva de fundamento para “dislocar el egocentrismo común” y llegar a la felicidad a través del alejamiento de dicho egoísmo y trascender nuestra categoría de “mortales, para ser Infinito”.

        Por esto, no consideramos un “yo cerrado, sino un yo abierto”, que se relaciona con el Otro, que es “una alteridad relativa” el cual se distingue cualitativamente y es “un ser que no entra en la esfera del Mismo, presencia que lo desborda, fija su "jerarquía" de infinito” por lo que no me es posible dominarle o incorporarle íntegra y completamente a mi existencia por su infinitud que al tener proximidad hacia mí, me responsabiliza.

        Así ya no será sólo un ente llamado a la trascendencia cuando esté en el mundo o al morir con la particularidad de ser subjetivo, sino que deja de lado el “idealismo trascendental” que a través de un adoctrinamiento disfrazado de filosofía podría “absorber y pervertir al hombre”.

        En cambio, se busca instalar el ser dentro de un humanismo que lo diferencia del ente, gracias a su “temporalidad e historicidad” que nos permite situarle ajeno del vacío del infinito, donde su finitud le enfrenta a una existencia propia que terminará con la muerte, por lo que habrá de dirigir la existencia más allá del propio ser, porque éste es finito y limitado en sí mismo, y por sus características metafísicas, dejará de existir.

        Lo anterior, no debe considerarse peyorativamente, sino ha de ser un aliciente para invertir de la manera más propicia la existencia. Diferenciando entre las esferas propias del ser humano: la primera es lo que tiene en común con todos los demás; aquella que expresa lo que está impreso en las facultades compartidas pero son un reflejo de la autenticidad propia; lo que soy por mí mismo; y aquello en lo que me doy y comparto con el Otro.

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