Teatro Julio Jimenez Rueda: Una tragedia a la mexicana
ALICIA LOPEZ GONZALEZMonografía20 de Septiembre de 2021
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Teatro Julio Jiménez Rueda:
Una tragedia a la mexicana
Alicia López González
INSTITUTO DE EDUCACIÓN MEDIA SUPERIOR DE LA CIUDAD DE MÉXICO
PLANTEL IZTAPALAPA 1
Problema eje
Teatro Julio Jiménez Rueda: Una tragedia a la mexicana
Monografía
Nombre de la alumna: Alicia López González
Matrícula:1821010011
Director: DTI Jorge Prado Zavala
Revisora: DTI Rosa María Rosas Vera
Ciudad de México, junio de 2021
Índice
Introducción
Capítulo 1: Julio Jiménez Rueda y la historia del teatro que lleva su nombre
en este apartado se hablará de una pieza importante de este trabajo como lo es Julio Jiménez Rueda porque me gustaría saber quién fue, sus vida y obra de julio Jiménez Rueda y por qué le dieron al Teatro el nombre de Julio Jiménez Rueda.
1.1 La Vida y Obra de Julio Jiménez Rueda
El 25 de junio de 1960, falleció en la ciudad de México el Dr. Julio Jiménez Rueda, que fue uno de los catedráticos más distinguidos de la Universidad Nacional Autónoma de México y era, al morir, profesor emérito de la Facultad de Filosofía y Letras de la misma. El Dr. Jiménez Rueda fue uno de los que lanzaron la idea de crear el Instituto Internacional de Literatura Iberoamericana y, como fundador, le correspondió organizar y presidir el Primer Congreso, efectuado en la capital de la República Mexicana, del cual surgió el Instituto. Dentro de éste, desempeñó diferentes cargos y comisiones, en relación con las labores editoriales. Fue durante varios años Director Literario de la Revista Iberoamericana, órgano del Instituto, y a raíz del Congreso realizado en Puerto Rico, figuró como uno de los Vicepresidentes, en la Mesa Directiva. Frecuentemente fue colaborador de la mencionada Revista Iberoamericana, desde que se inició su publicación y a lo largo de tres años, con frecuencia aparecieron en sus páginas, editoriales, estudios, artículos y reseñas, además de las notas informativas acerca de los escritores y sus actividades.
Asistió el Dr. Jiménez Rueda a los Congresos del Instituto, efectuados en la ciudad de México (1938 y 1953); Los Ángeles, California (1940): Nueva Orleans, Louisiana (1943); La Habana, Cuba (1949); Albuquerque, Nuevo México (1951) y Berkeley, California (1955), en los cuales participó con entusiasmo, hasta que la falta de salud le impidió asistir, pues sólo estuvo ausente en los dos últimos. A su excelente preparación, competencia y eficacia debieron mucho, por sus iniciativas y trabajos, el Instituto y la Revista.
Del matrimonio formado por el Ingeniero Arturo Jiménez y la señora Elisa Rueda de Jiménez, nació Julio Jiménez Rueda, el 1° de abril de 1896, en la ciudad de México. En ésta y en Tacubaya, D. F., hizo sus estudios de primera enseñanza, que terminó en la escuela primaria anexa a la Normal de Profesores. En 1909 principió a cursar las materias del bachillerato, en la Escuela Nacional Preparatoria, donde lo terminó en 1913. Hizo estudios de Leyes, en la Escuela de jurisprudencia de la Universidad Nacional de México, entre los años de 1914 a 1919. Para ejercer la carrera de abogado, sustentó examen el 5 de julio de 1919, y obtuvo el título de Licenciado en Derecho. Siguió después varios cursos en la Facultad de Filosofía de la Universidad, donde se doctoró en Letras, el 12 de febrero de 1935. Había iniciado sus labores docentes, como profesor de una escuela nocturna para obreros, en 1912. Enseñó español en la Escuela “José María Chávez”, de 1915 a 1918, y fue profesor de Literatura, en la Escuela Nacional de Maestros, de 1926 a 1936.
Fue ayudante del profesor de Historia de México, en el Museo Nacional de Arqueología e Historia, de 1915 a 1920, y al mismo tiempo desempeñó el cargo de Inspector de Monumentos Históricos, que dependía de aquel museo. Fue también profesor de Historia del Teatro, en la Escuela de Arte Teatral, de 1917 a 1920; de Historia del Arte, en la Escuela Nacional de Música, de 1929 a 1932; de Lengua y Literatura, en la Escuela Nacional Preparatoria, de 1922 a 1952; de Literatura Mexicana, en la Escuela de Verano, a partir de 1922, y de Literaturas Castellana y Mexicana, desde 1924, en la Facultad de Filosofía y Letras, donde llegó a profesor emérito en 1954. Funcionario público, principió a trabajar en el Servicio Exterior de la Secretaría de Relaciones, como Secretario de la delegación de México en Montevideo, Uruguay, para donde partió en 1920, y pasó después, con el mismo puesto, a Buenos Aires, Argentina, donde estuvo de 1921 a los comienzos de 1922.
En la capital fue Subjefe del Departamento de Bibliotecas de la Secretaría de Educación Pública, de marzo a diciembre de 1922; Secretario del Ayuntamiento de la ciudad de México, en 1923; Subjefe del Departamento jurídico, en Salubridad, en 1925 a 1926; Secretario de la Dirección de Acción Cívica del Departamento del Distrito, de 1936 a 1943, y Director del Archivo General de la Nación, de 1943 a 1952. Dentro de la Universidad, fue Director de la Escuela de Arte Teatral, de 1917 a 1920; Director de la Escuela de Verano y del Intercambio Universitario, de 1928 a 1932; Secretario General de la Universidad, de 1932 a 1933, y Director de la Facultad de Filosofía y Letras, de 1942 a 1944. Antes y después, lo fue interinamente, en cuatro ocasiones.
El Dr. Jiménez Rueda, como profesor de intercambio, impartió enseñanzas en las universidades de Columbia, Missouri, Texas, Southern California y Los Ángeles; en la del Estado de Ohio y en los Colegios de Pomona, California; de Artes Mecánicas, Oklahoma, y Occidental, de California.
Sustentó conferencias en las universidades del Uruguay, de Santo Domingo, de Puerto Rico, de Buenos Aires y de Madrid; en esta última, durante el tercero de los viajes que hizo a Europa, en 1952. Como delegado de diversas instituciones, concurrió al Primer Congreso Postal de Buenos Aires, en 1921; a los del Instituto Internacional de Archivos, reunidos en París en junio de 1948 y en agosto de 1950, y al de Archivos y Bibliotecas, que se efectuó en Madrid, en octubre de 1952, aparte de los congresos del Instituto ya mencionados. Pertenecía el Dr. Jiménez Rueda a la Academia de la Historia de Buenos Aires, Argentina; a la Academia Mexicana de la Lengua, correspondiente de la Española; a la Academia Mexicana de la Historia, correspondiente de la de Madrid, y a la Pan American Society, de San Francisco, California, E.U.A.
Dentro de la Academia Mexicana, fue delegado a la Asociación de Academias de la Lengua Española y Secretario de su comisión permanente, antes de llegar a ser Secretario del Segundo Congreso de Academias que se efectuó en España. Fue Secretario, Vicepresidente y Presidente, en ejercicios sucesivos, del Comité de Directores del Instituto Mexicano-Norteamericano de Relaciones Culturales; miembro honorario de la Asociación de Maestros de Español y Portugués, de los Estados Unidos, y profesor honorario de la Universidad de Texas. Académico correspondiente de la Real Academia Española, fue además correspondiente de la Academia Ecuatoriana de la Historia, y consejero de varias instituciones.
Colaboró en algunos de los principales diarios y en varias de las revistas de México y de otros países del continente americano. Dirigió las revistas mexicanas El Estudiante, de 1913 a 1915, y Cooperación, de 1922 a 1923, y el Boletín del Archivo General de la Nación, de 1943 a 1952. Por estos años fue, como antes se dijo, Director Literario de la Revista Iberoamericana, órgano del Instituto Internacional de Literatura Iberoamericana. Presidía el Centro de Estudios Literarios de la Facultad de Filosofía y Letras, del cual fue uno de los fundadores y al que donó, antes de morir, todos los libros de su biblioteca; legado que ratificó su esposa, la señora Guadalupe Ortiz de Montellano, ahora viuda de Jiménez Rueda, quien hizo entrega de los mismos a la Universidad Nacional Autónoma de México.
Julio Jiménez Rueda fue narrador, ensayista, crítico y dramaturgo. Prosista nutrido, desde el bachillerato, en las obras de los clásicos españoles de los siglos de oro, se reveló pronto con narraciones y diálogos en los que apuntaba el autor de dramas y comedias. Partió en 1915 del cuento, al que volvería años más tarde, para llegar después a la novela evocadora y a la humorística, de ambiente moderno. La senda inicial lo llevó del virreinalismo, en el cual se situó con su segundo volumen, a las investigaciones históricas, emprendidas por él posteriormente. El camino del diálogo, que exploró desde 1918, lo condujo en la madurez a las realizaciones escénicas, en las cuales pasó del drama a la comedia de costumbres y de ésta a la farsa, y obtuvo éxitos entre los comentaristas y los espectadores.
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