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Tecnologías: Mercantilizar y humanizar

fernandaveee18 de Abril de 2013

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Tecnologías: Mercantilizar y humanizar.

El crítico Samuel Eto’o, en su primer año en la NBA, jugando en los Portland Trail Blazers, y el base canario fue Sergio Rodríguez el tercer suplente, promediando, tres puntos y tres pases por partido en doce minutos de juego.

Esta es una de las numerosas categorías que permiten un estudio pormenorizado de la competición, y todas ellas están sujetas a un principio simple, optimista.

Por tan sin importancia que parezca, Porcentajes, decimales, logros menores:

La visión hecha censo del mundo concilia la matemática con el altruismo, ofreciendo un fundamento científico para el respeto al pobre.

Esta forma de reconocimiento no es un engaño: es una combinación de racionalidad y cálculo que nos explica lo que fue Sergio Rodríguez durante su paso por la NBA bastante mejor que nuestro sentido común personalista.

Si le preguntasen a Sergio que comentario prefiere, es factible que nos de una respuesta ambigua. Si ese procedimiento lo aplicamos al terreno de la música, veremos como la sencilla manifestación ‘buena música’ se vuelve más enmarañado, y en su lugar brota jerarquía como ‘el grupo de lounge tropical más glamouroso del sur de Estocolmo’.

Y si se traslada al terreno del amor, apareces tú. Tú, tal como te ve tu cónyuge: una mixtura única de peculariedades y cualidades particulares que, en el ancho mundo y con criterios generalistas, no significan nada, para nadie, pero cobra trascendencia cuando alguien te mira y ve algo que los observadores generalistas pasan por alto y los especialistas en una sola categoría no pueden identificar, por que les faltan los criterios combinatorios.

Hay quien cree que esa forma de observación es inservible, y que existe un punto de vista más amplio, razonable y valioso.

Para Rodríguez, las consideraciones técnicas y las afectivas pertenecen a esferas separadas. El jugador podría resolver esta disyuntiva decidiendo que cada modalidad de atención corresponde a un área delimitada de su experiencia, y que ambas son importantes por igual.

Un nuevo conflicto entre la racionalidad estadístico-productiva y la cultura del reconocimiento humanista.

‘Lo personal’ se erige en un criterio totalitario e inexplicado que se impone sobre el reconocimiento de la eficiencia laboral.

El léxico personalista puede ser usado para soslayar o justificar una decisión financiera: Eto’o ya estaba amortizado y era el momento óptimo para revenderlo.

La crítica marxista al menos desde Lukacs, señaló que el sistema mercantil hace de los sujetos cifras anulando sus rasgos propios. El vocablo que designa este fenómeno es ‘reificación’, que Lukacs define como un modo de mirar, entender y concebir al otro por el cual sus rasgos distintivos se vuelven imperceptibles, y sólo queda su valor de cambio.

A lo largo del siglo XX y a principios de siglo XXI, el término ‘reificación’ ha tenido notoria fortuna, y ha merecido numerosos desarrollos e inflexiones. Por supuesto, su uso no queda circunscrito a la crítica de la economía, si no que adquiere notoria importancia en el análisis de la vida íntima. Pues ese término se encuentra en una encrucijada, o más bien intenta describir esa encrucijada: el punto donde se cruzan el extracto bancario y de la intimidad, el comercio y los apegos.

Felix Guatarri, explica la perspectiva biopolítica: ‘estamos en presencia de una opción ética crucial: o bien objetivamos, deificamos, ‘cientifizamos’ la subjetividad, o bien, por el contrario, intentamos captarla en su dimensión de creatividad procesual’.

En el estadio del capitalismo que nos encontramos éste no es solo un represor de la voluntar; es, sobre todo, un dispositivo productor de subjetividades, que genera y codifica a la vez.

Marx habló del fetichismo de las mercancías, pero no de los sentimientos. A partir de esta idea y trabajando en el marco de la sociología de las emociones, Hochschild añade que el capitalismo, en su fase avanzada, deifica la vida sentimental al apropiarla e integrarla en la escena comercial.

Al representar el librero de su propia vida deificada, al decir Hochschild los sentimientos adquieren una utilidad particular: se convierten en recursos distributivos que pueden ser desplazados, desterritorializados manipulados a voluntad.

Nicolás Bourriaud, ah situado a ese término en la confluencia entre la estética y la psicología social, diciento que ‘el espacio de las relaciones comunes es el más afectado por la reificación general. Simbolizada o reemplazada por mercancías, señalizada con logotipos, la relación humana deberá adoptar formas extremas o clandestinas si pretende escapar al imperio de lo previsible. El lazo social se convierte en un artefacto estandarizado’. Con esto postula un tipo de arte, que propone en primer lugar lo que el llama ‘su dimensión racional’: un despliegue particular, y emancipado de las prácticas reificadoras, de la comunidad artística.

En una línea más cercana a Guatarri, y desde la forma de ver a la crítica de género pornopunk, Preciado señala que el proceso reificador no sucede sólo en las horas más oscuras del capital, si no que es la consecuencia de la premisa científica o cientifista, que sanciona la diferencia sexual. Diferencia fundada en un par de ‘predisposiciones naturales’. La clínica y con ella, las instituciones políticas que se remiten a ella como garante de verdad, reifica las sexualidades desde el nacimiento.

Al dividir a los sujetos en hombres y mujeres, restringiendo así su potencialidad sexual y sus posibilidades de expresión cada cual con sus códigos de géneros asignados, con sus funciones, su devenir y su destino. En esta lectura la reificación no es una externalidad negativa del mercantilismo, es un efecto secundario de la racionalización de los cuerpos y los instintos, con la cual se construyen dos guetos de la subjetividad, y se defienden sendas líneas de oferta comercial.

Son cuatro dimensiones de la reificación: Ideológica, emocional, artística y sexual.

Axel Honneth, con sus textos al respecto dice que el problema de la reificación, debe localizarse en primer lugar, en la mirada, en la percepción del otro y en los presupuestos implícitos de ella.

¿Cuál es el antónimo de reificación? ¿Cuál es el término positivo al cuál se contrapone? Honneth, dice que uno de los nombres centrales de la teoría política actual: el concepto de ‘reconocimiento’, que puede sintetizarse con la aceptación del sujeto en cuanto tal, sin parar mientes en cuantos puntos anote. Así la lucha por la identidad se define, en primer lugar, como la búsqueda del reconocimiento de una especificad ‘mal vista’ o ‘alienada’. Y así es posible distinguir en tres órdenes del reconocimiento, distribuido en sendas áreas, diferentes pero con frecuencia confluentes:

Legislativo (por las leyes), social (en el campo laboral) y afectivo (en la vida de pareja).

Sergio Rodríguez da la razón a Honneth sólo hasta cierto punto: si la racionalidad es tan atenta como calculadora, según qué viendo sople será mejor ser reconocido de manera fría y técnica que experimentar como las propias cualidades son deificadas por la mentalidad humanista, que no sabe contar y sólo entiende de valores intrínsecos.

Rodriguez y Eto’o son, en efecto, críticos de la escuela de Frankfurt, aunque no la hayan frecuentado. Hay quien ha discutido con esta tradición crítica de manera más directa. Uno de los más importantes debates sobre teoría política que ha tenido lugar en los últimos años es el que han protagonizado el filósofo alemán y la socióloga norteamericana Nancy Fraser, y que está recogido en el volumen ¿Redistribución o reconocimiento? Nos quedaremos aquí para un aspecto necesario para nuestra exposición: la crítica fraseriana a la noción de ‘reconocimiento afectivo’. Fraser propone cambiar los términos del debate y se pregunta, cuáles son los fundamentos conceptuales de la visión humanista-sentimental de la afectividad después de la revolución Insdustrial.

Suena un argumento que ha recorrido un sector de la teoría política desde hace bastantes años: el cuestionamiento de la industria del cariño, también conocida como ‘felicidad conyugal’ sobre la que tanto sabe Lisa Simpson, que como hemos señalado parece dispuesta a sacrificar el futuro en su nombre.

Éste es el centro de la crítica fraseriana a Honneth: la necesidad de desplazar el acento desde la epistemología hasta la racionalidad social o, en sus propias palabras, una visión pragmática, postulada ‘en contra de la reducción de los problemas socioeconómicos a un asunto de psicología moral’.

Ultima Thule de Astérix:

Toda la Galia está deificada, ¿Toda? ¡No! En un pueblecito remoto un grupo de aguerridos galos resiste ahora y siempre al invasor.

Hochschild, aplica su análisis de la reificación sentimental

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