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Trabajo De Filosofia


Enviado por   •  4 de Junio de 2012  •  1.716 Palabras (7 Páginas)  •  396 Visitas

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KURT COBAIN

Biografía

Kurt Cobain nació en Washington, el 20 de febrero de 1967, en el seno de una familia cristiana (más tarde reflejaría esta etapa en la canción «Lithium»). Vivió sus primeros 6 meses en Hoquiam, hasta que su familia volvió a Aberdeen. Su padre se llamaba Donald Lenald Cobain y su madre Wendy Elizabeth Fradenburg. También tenía una hermana menor, Kimberly, nacida el 24 de abril de 1970. Cobain se empezó a interesar por la música a temprana edad y, según una tía, cantaba canciones de The Beatles, como «Hey Jude».

Según sus padres, la vida de Cobain cambió dramáticamente a los 9 años debido a su divorcio. En una entrevista en 1993, Cobain dijo: «Recuerdo sentirme apenado, triste por mis padres. Me avergonzaba compararme con mis amigos de la escuela, porque yo ansiaba pertenecer a ese tipo de familia clásica, a una familia típica. Madre, padre... Yo quería esa seguridad. Odié a mis padres durante años por esa razón». Tras un año viviendo con su madre después del divorcio Cobain se trasladó a Montesano para vivir con su padre.

En la escuela, a Cobain le interesaban poco los deportes. Por la insistencia de sus padres formó parte del equipo de luchadores, pero Kurt estaba más interesado en sus clases de arte. Continuamente dibujaba durante las clases, especialmente detalles de anatomía humana, y también alguna caricatura de Michael Jackson posando.

Tocó la batería en un grupo del colegio de los 10 a los 16 años sin saber leer música ni partituras. Su primera guitarra eléctrica fue un regalo de su tío Chuck. Dedicando 2 horas diarias a su manejo, aprendió todo lo necesario en 6 semanas de clase y empezó a escribir sus propias canciones en lugar de «perder el tiempo aprendiendo las de otros, porque estudiar demasiado la música de los demás puede suponer un obstáculo para el desarrollo del estilo personal».

Kurt cobain decía Siempre quise creer que era un extraterrestre. Cuando era chico, me gustaba pensar que había sido adoptado por mi madre porque me habían encontrado y mi nave espacial me había abandonado. Tenía muchas ganas de ser de otro planeta. Cada noche hablaba con mis verdaderos padres y mi verdadera familia, que estaban en los cielos. Y sabía que había miles de otros bebés alienígenas abandonados por todas partes y que yo conocería a unos cuantos. Siempre me gustó jugar con esto, en mi cabeza. Es muy divertido. Siento que extraño mi hogar todo el tiempo, y lo mismo les ocurre a los otros extraterrestres. Sólo tengo una oportunidad de encontrarme con un puñado de los otros extraterrestres durante el resto de mi vida. Eventualmente, algún día, descubriremos qué se supone que tenemos que hacer.

Hasta los ocho años tuve una infancia extremadamente feliz. Realmente buena, con una madre muy cariñosa, que me apoyaba totalmente para dedicarme al arte. Yo me la pasaba dibujando y leyendo, y ella me apoyaba en serio. Estaba totalmente enfocado, sabía exactamente lo que iba a hacer y nada podía detenerme. Sabía que podía hacer lo que quisiera porque el mundo era pequeño y las cosas estaban servidas para mí, y no tenía ningún problema. No había obstáculos en esa época de mi vida.

Nunca fui realmente un mal chico. Hacía algunas cosas, como agarrar una lata de 7-Up y llenarla de piedras, pararme atrás de una cerca y lanzarla contra los autos. Y también tenía un problema con los policías. Tomaba esas latas y las lanzaba contra los patrulleros cada vez que los veía. Y cada vez que veía a un policía empezaba a cantarles, señalándolos y diciéndoles que eran el Mal.

Mi tía Mary es alguien a quien uno llamaría “una aspirante a música”. Estaba en un montón de bandas de bares en Aberdeen. Ella fue la persona que más me ayudó en mi vida en lo que respecta a la música, porque me regaló una guitarra eléctrica hawaiana y un amplificador cuando tenía unos 8 años, y fue quien me dio los discos de los Beatles. Y también un tambor que yo me colgaba e iba caminando por ahí con un gorro a lo Elmer Fudd y las zapatillas de mi papá, batiendo el parche por el barrio, cantando canciones de los Beatles.

Cuando era muy chico estaba seguro de que podía ser una estrella de rock. El mundo estaba en mis manos, podía hacer lo que quisiera. Sabía que podía ser presidente si quería, pero ésa era una idea estúpida porque prefería ser una estrella de rock. No entendía el medio que me rodeaba, lo que se venía, el tipo de alienación que iba a sentir en mi adolescencia, porque creía que Aberdeen era una ciudad como cualquier otra en los EE.UU., creía que eran todas iguales: que todos se llevaban bien y que no existía la violencia y que sería realmente fácil. Y creía que los EE.UU. eran tan grandes como el jardín de mi casa, así que no sería problema viajar por todas partes y tocar en una banda de rock y salir en las tapas de las revistas. Pero a los 9 años empecé a convertirme en un maníaco depresivo, y dejé de ver el asunto de esa manera.

Siempre sentí que mi generación fue la última generación inocente, cuando había una televisión que no era violenta. No teníamos cable; teníamos Plaza Sésamo y Meteoro, y eso era todo. Todo era básico y casi medieval comparado con lo que es ahora. Los chicos son tan avanzados, y para colmo se espera de ellos que lo sean aún más.

La muerte del rock

Es triste pensar cómo va a ser el estado del rock & roll de acá a veinte años. Parece que cuando el rock & roll haya muerto, el mundo entero

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