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Trabajo De Filosofia


Enviado por   •  2 de Diciembre de 2012  •  6.304 Palabras (26 Páginas)  •  292 Visitas

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TEXTO

LA FILOSOFÍA

La filosofía es un asunto que no atañe sólo al pro¬fesor de ella. Por muy raro que parezca probablemente no hay hombre que no filosofe. O, por lo menos, todo hombre tiene momentos en su vida en que se convierte en filósofo. La cosa es cierta sobre todo de nuestros científicos, historiadores y artistas. Tarde o temprano, todos suelen meterse en harina filosófica. Realmente, no digo que con ello se le haga un eminente servicio a la humanidad. Los libros de los legos filosofantes -físicos, poetas o políticos, por otra parte, famosos– son de ordinario malos y frecuentemente sólo contienen una filosofía ingenuamente infantil y generalmente falsa. Pero esto es aquí accesorio. Lo importante es que todos filosofamos y a lo que parece, no tenemos otro reme¬dio que filosofar.

De ahí, para todos, la importancia de la cuestión: ¿Qué es propiamente la filosofía? Lastimosamente, ésta es una de las cuestiones filosóficas más difíciles. Pocas palabras conozco que tengan tantas significaciones como la palabra «filosofía». Hace justamente unas semanas asistí, en Francia a un coloquio de pensadores europeos y americanos de primera fila. Todos hablaban de filoso¬fía y por filosofía entendían cosas absolutamente dis¬tintas. Examinemos más despacio las varias significa¬ciones y tratemos luego de hallar un camino para la inteligencia en este hormigueo de opiniones y defini¬ciones.

Hay, primeramente, una opinión según la cual la filosofía sería un concepto colectivo para todo aquello que no puede aún ser tratado científicamente. Tal es, por ejemplo, la opinión de Lord Bertrand Russell y de muchos filósofos positivistas. Los partidarios de esta opinión nos llaman la atención sobre el hecho de que, en Aristóteles, filosofía y ciencia significaban lo mismo, y que posteriormente las ciencias particulares se fueron desprendiendo de la filosofía: primero la medicina, luego la misma lógica formal, que, como es sabido, se enseña hoy generalmente en las facultades matemáti¬cas.

En otras palabras: no habría absolutamente una filosofía, en el sentido, por ejemplo, en que hay una matemática, con objeto propio. Tal objeto de la filo¬sofía no existe. Así se designarían únicamente determi¬nadas tentativas de resolver o aclarar diversos problemas aún inmaduros.

Es, ciertamente, un punto de vista interesante y, de pronto, los argumentos aducidos parecen convincentes. Mas, si se mira la cosa un poco más de cerca, surgen dudas muy graves. En primer lugar, si fuera como estos filósofos dicen, actualmente tendría que haber menos filósofos que hace mil años. Y no es así. Hoy no hay menos filosofía, sino mucho más que antes. Y esto no sólo por lo que se refiere al número de los que la cultivan - se calcula actualmente en unos diez mil-, sino a la cantidad de problemas tratados. Si se compa¬ra con la nuestra la filosofía de los griegos, se ve que en el siglo XX después de Cristo nos planteamos muchos más problemas que los que conocieron los fundadores de la filosofía.

En segundo lugar, es cierto que en el curso del tiempo se han desprendido de la filosofía diversas disciplinas. Pero lo chocante es que, al independizarse una ciencia especial, casi simultáneamente ha surgido siempre una disciplina filosófica paralela. Así, en los últimos años al separarse de la filosofía la lógica formal, surgió inmediatamente una filosofía de la lógica, muy difundida y calurosamente discutida.

En Estados Unidos de Norteamérica se escribe y discute sobre ella acaso más que sobre cuestiones lógicas puras, a pesar de que este país va a la cabeza de la lógica, o precisamente por ello. Los hechos demuestran que la filosofía, lejos de morir por el desenvolvimiento de las ciencias, se vigoriza y enriquece más.

Y, finalmente una pregunta maliciosa a los que opinan que no hay filosofía; ¿en nombre de qué disci¬plina o de qué ciencia se sienta esa afirmación? Ya Aristóteles argüía a los negadores de la filosofía; o hay que filosofar o no hay que filosofar. Si no hay que filosofar, será en nombre de la filosofía. Luego. si no hay que filosofar, hay que filosofar. Y lo mismo puede argüirse hoy. Nada hay tan divertido como el espec¬táculo de los supuestos enemigos de la filosofía adu¬ciendo grandes argumentos filosóficos para demostrar que no existe la filosofía. Difícilmente, pues, puede darse la razón a la primera opinión. La filosofía tiene que ser algo distinto de un recipiente general de pro-blemas inmaturos. Esta función hubo de desempeñar alguna vez, pero ella es más que eso.

La segunda opinión afirma, por el contrario, que la filosofía no desaparecerá jamás aun cuando de ella se desprendan todas las ciencias posibles, pues la filoso¬fía, según esta opinión, no es ciencia. Su objeto – se dice - es lo suprarracional, lo incomprensible, lo que se halla por encima de la razón o, por lo menos, en las fronteras de ella. Tiene, pues, muy poco de común con la razón o con la ciencia. Su dominio está situado fuera de lo racional. Según eso, filosofar no significa investigar con la razón, sino de otro modo, más o menos irracionalmente. He ahí una opinión muy di¬fundida hoy en el continente europeo y que está re¬presentada, entre otros, por los llamados filósofos exis¬tencialistas. Un representante extremo de esta dirección es ciertamente el profesor Jean Wahl, el principal fi-lósofo de París, para quien en el fondo no hay dis¬tinción entre filosofía y poesía. Más también el cono¬cido filósofo existencialista Karl Jaspers está en este aspecto cerca de Jean Wahl. En la interpretación de Jeanne Hersch, filósofa de Ginebra, la filosofía es un pensar límite entre ciencia y música. Gabriel Marcel, otro filósofo existencialista, ha hecho imprimir directa¬mente en un libro filosófico una pieza de música origi¬nal suya. Y nada digamos de las novelas que suelen escribir algunos filósofos actuales.

También esta opinión es una tesis filosófica respe¬table. La verdad es que en favor suyo pueden aducirse distintos argumentos. En primer lugar, que en las cues¬tiones límite - y tales son generalmente las cuestiones filosóficas - el hombre ha de servirse de todas sus fuerzas, incluso, por tanto, del sentimiento, de la vo¬luntad, de la fantasía, como hace el poeta. En segundo lugar, que los datos fundamentales de la filosofía no son siquiera accesibles a la razón. Hay que tratar, por tanto, de comprenderlos en cuanto cabe, por otros medios.

En tercer lugar, que todo lo que toca a la razón pertenece ya a una u otra ciencia. No queda, pues, a la filosofía más

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