‘Tratado de la naturaleza humana’

El estímulo es una tira cómica de la historieta Mafalda, en la cual se puede observar a la pequeña contándole a su mama porque no decidió cogerse el cambio del pan a pesar de haberlo meditado y considerado hasta el punto de casi hacerlo, ella culpa al ‘Inquilino’, que en este caso representa la conciencia moral, por haberla influenciado a no tomar esa decisión ya que según el estaba mal, pero ¿Qué realmente es lo que determina que tomemos una decisión, es nuestra conciencia moral, nuestra razón o nuestras emociones y preferencias?

Muchas veces creemos que las decisiones que tomamos se basan en un razonamiento previo que hemos meditado y pensado, evaluando si es o no la opción de mayor conveniencia y dejando de lado nuestros sentimientos y emociones sacrificándolos por la razón, en la sociedad de hoy en día hacer lo contrario esta muy satanizado ya que siempre se dice que ‘hay que pensar con cabeza fría’ es decir no dejar que tus emociones te dominen, pero según David hume esta afirmación es completamente falsa e imposible y en su libro ‘Tratado de la naturaleza humana’ nos dice porque. Hume afirma que todas nuestras acciones están basadas y se remite a las emociones, sentimientos y pasiones derivados de los sentidos y experiencias, y no es para menos ya que él era un empirista radical. Pero con esta afirmación ¿Dónde queda la razón? Para Hume la razón es muy limitada y solamente es teórica, es decir su capacidad se limita a identificar las relaciones entre ideas y a identificar hechos, pero no a ejecutar acciones con respecto a los mismos. Cuando Hume dice que la razón sirve para identificar hechos, se refiere a que nos ayuda a evaluar y a unir las cosas que percibimos con nuestros sentidos para así armar una afirmación acerca de si algo es o no es, por ejemplo: ese es un carro deportivo porque tiene cuatro llantas y es rápido, esto no significa que el conocimiento proviene de la razón, es mas bien todo lo contrario. Esta reflexión nos lleva a la siguiente conclusión, y es que la razón nunca es el motivo de la acción, ya que nosotros no decidimos sobre algo por el simple hecho de que existe, más bien lo hacemos por las sensaciones que nos causa, por ejemplo, las personas no eligen comprarse un carro deportivo por el hecho de que lo es, eligen comprárselo por las sensaciones que les causa, ya sea felicidad, adrenalina al manejarlo o incluso el sentimiento de superación por tenerlo.

Esto nos lleva a la siguiente frase ‘’La razón es y sólo puede ser la esclava de las pasiones y no puede pretender otro oficio más que servirlas y obedecerlas.” (David Hume, Tratado de la Naturaleza Humana), y es que si, la razón según Hume solo es un medio que usamos para poder llegar a aun fin dictado y decidido por los sentimientos, nos ayuda comparando opciones para ver cuál, según el criterio de nuestras pasiones, es la más conveniente para llegar a dicho fin, por lo tanto la razón no puede actuar independientemente de las pasiones, pero las pasiones si de la razón, esto se ve reflejado cuando sentimos emociones muy fuertes y actuamos sin siquiera darnos cuenta de lo que hacemos, en esos casos la razón no aparece, pero aun así realizamos acciones y tomamos decisiones.

Retomando el material de estímulo podemos observar que al parecer la decisión de Mafalda fue influenciada por un juicio de valor hecho por su conciencia moral, pero ahora surge una nueva interrogante, ¿en que se basa la conciencia moral? ¿En el racionalismo moral o en el emotivismo moral? Si nos apegamos al pensamiento filosófico de Hume la respuesta es muy simple, se basa en el emotivismo moral, y es que, si se dice que la razón solo se limita a identificar relaciones entre ideas y a identificar hechos, es imposible que tenga la capacidad de valorar si algo es bueno o malo. “La moral excita las

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