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Una tempestad bajo un cráneo


Enviado por   •  1 de Marzo de 2020  •  Reseñas  •  2.748 Palabras (11 Páginas)  •  147 Visitas

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Universidad del valle.

Departamento de filosofía.

Facultad de humanidades.

La felicidad y la buena vida en textos de ficción.

Javier Zúñiga.

Estudiante: Carlos Alberto Moreno Dleón.

Cód. 1132709.

Una tempestad bajo un cráneo

Esta es la historia de Alejandro Londoño Zapata. 

Alejandro nació el día 17 de julio de 1980 y murió el día 24 de agosto del año 2047, es decir, a la edad de 67 años.

Lo particular en la historia de Alejandro, es que siempre su vida estuvo marcada por la muerte, sí, este era su signo; su madre y su padre partieron de esta vida de una forma extraña, su padre murió el día de su concepción y su madre el día del parto.

A partir de ahí, toda su vida tuvo una cadena de sucesos que de cierta forma son inexplicables, pero que para esta historia trataremos de dar a conocer algunos detalles; pues algo particular de la vida de Alejandro es que nunca sonrió, nunca se le vio reír, pero, sin embargo, Alejandro fue una persona feliz.

Cuando quedo huérfano, Alejandro fue llevado a un hogar infantil, no había familiares que se conocieran y pudieran encargarse de él, Alejandro estuvo solo en el mundo.

Fue criado en ese hogar hasta la edad de los 5 años, pues curiosamente las enfermeras que lo cuidaban empezaron a morir, cada una de una manera diferente y por lo que concierne de enfermedad y accidente, nada raro, por ahora…

A la edad de 5 años fue adoptado, desde hacía mucho tiempo se había puesto la adopción en proceso, pero hasta ahora nadie se había interesado en él.

Sus nuevos padres, Margarita de Londoño y Pedro Londoño Henao eran de clase media y buscaban un hijo, pues se amaban, pero ni Margarita ni Pedro podían concebir un hijo, tomaron la decisión de adoptar, y de esta forma llego Alejandro a sus vidas.

Cambiaron sus apellidos, le dejaron el nombre porque de cierta forma les gustaba, además, él ya se había acostumbrado a él, así que se llamó Alejandro Londoño Zapata, este último apellido de la madre.

Alejandro en su edad prematura nunca se le vio la risa, ni la mera sonrisa, aun así se veía un niño sano, dio sus primeros pasos, sus primeras palabras, pero nunca hubo en su rostro la mera expresión de alegría, el resto era normal, actuaba como todos los niños, lloraba, peleaba y se comportaba “feliz” como cualquiera, a excepción de la risa.

En la casa de la familia Londoño, Alejandro permaneció hasta la edad de los 10 años, tuvo que ser llevado para donde una tía; lamentablemente sus padres murieron.

Al señor Pedro le dio una grave enfermedad que lo fulmino en 3 años y la señora Margarita falleció en un accidente de tránsito, así que fue llevado donde su tía Julia que se iba a encargar de él, pues tomo el derecho para ser su nueva madre.

No dejemos de anunciar que Alejandro sintió pena por la muerte de sus padres, pues a esa edad ya tenía algo de conciencia respecto a la muerte, además los amaba mucho; de las muertes anteriores Alejandro era muy pequeño, y poco o es nada que las recordaba, así que no tuvieron ningún valor emocional en él, solo la muerte de los Londoño lo afecto, tal vez en la ausencia, pues Alejandro siempre fue y se mostró feliz.

Cuando se enteró de la muerte de sus padres a Alejandro se le apagaron un poco los ojos, pero cuando le preguntaron qué si estaba bien, siempre respondió que sí, y era verdad, era algo que se podía ver, la naturaleza de su cuerpo y la expresión de su cara mostraban tal tranquilidad que era imposible dudarlo.

Alejandro estuvo hasta la edad de los 20 años en la casa de la tía, ahora “mamá Julia”.

Era un gran estudioso, había pasado la primaria como un niño normal, jugaba, compartía con amigos y todas las demás cosas que hace un niño propias de la edad.

Para nadie fue curioso no ver a Alejandro sonreír, pues como dijimos, Alejandro mostraba tal calma que nadie lo notaba, y quien llegaba a pensarlo solo se imaginaba que en otras partes lo hacía, solo los Londoño indagaban más sobre esto, pero al verlo tan tranquilo y con amigos y “actuando normal”, le restaban importancia y solo decían que era muy serio.

Su adicción, por decirlo de esta forma hacia el estudio empezó en el 9 grado. Su afición por la lectura, en especial la literatura, la psicología, la filosofía, entre otras, marcaron algo en su pensamiento.

Fue apasionado, pero hasta esa edad nunca tuvo novia, solo vivía entregado al estudio. Conocía algunas chicas, he incluso había algunas que le llamaban la atención, pero no se metió nada serio con ellas, hasta esa edad no había amado.

Su tía Julia murió cuando Alejandro tenia la edad de 20 años, por eso decimos que Alejandro estuvo hasta esa edad en casa de ella. Esta muerte cambio la forma de pensar de él, pues sirvió para que Alejandro pudiera repasar ciertos aspectos de su vida y darse cuenta que algo pasaba en él.

Se entero de la muerte de sus progenitores, él sabía que era adoptado, Margarita y Pedro se lo enseñaron desde un principio para que nunca tuvieran inconvenientes con esta situación, además, ellos no conocían la situación de estos.

Alejandro solo se entero de cómo murió su “madre”, pues de su “padre” solo se entero que murió antes de su nacimiento, darse cuenta de tal situación resulta un poco difícil.

Con la muerte de su tía, Alejandro tuvo una forma diferente de ver el mundo, una forma inusual, especial. Una forma única, una que pocos hombres tienen, una forma socrática, estoica, aristotélica, nietzscheana; pero la forma de ver el mundo de Alejandro, además de tener estas otras, era única, era la forma de Alejandro Londoño Zapata.

Se entero de la muerte de las enfermeras que lo cuidaban en el hogar infantil de una manera casual, indagando en la búsqueda de sus padres, esto también le causo curiosidad. La muerte de sus progenitores, la de las enfermeras, la de sus padres y ahora la de su tía Julia, eran sucesos que el ya no pasaba por alto, que le causaban extrañeza. Pero aún sabiendo todo esto, nunca se alteraba su calma, nunca su tranquilidad, su cuerpo y su rostro siempre mostraron que estaba bien, que era “feliz”, como él mismo lo afirmaba.

En sus reflexiones, sospecho que de cierta forma toda persona que ha estado alrededor de su vida a muerto en el transcurso de 5 a 10 años, esta reflexión lo asusto un poco y decidió partir, decidió andar el mundo, como decía él y tener nuevas experiencias.

Tenía algunos ahorros de mesadas y trabajos que había hecho por ahí y partió. Lo que tenia era suficiente para mantenerse por lo menos un año, tal vez año y medio si los hacía rendir.

Cuando Alejandro partió nunca dejo de leer. Sus primeras reflexiones serias, aunque no con un alto grado de intelecto, fueron sobre la mujer. Había leído a Simone De beaviouir, pensaba en la atracción mental, pensaba en el estudio de la filosofía, leía Kant, pensaba en el poder como en una satisfacción del placer, le gustaba el arte, sentía afán por leer textos filosóficos. En su bagaje mental se preguntaba por la libertad, se preguntaba acerca del lenguaje, conocía algo de Aristóteles y se preguntaba por la separación de los sentidos.

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