Violencia
Rogeralvaro19 de Marzo de 2014
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Complejidad e Intimidad en la Violencia de los Hombres.
Reflexiones en torno al poder, el habla y la violencia hacia las mujeres
Roberto Garda
¿Qué pasaría si los hombres hicieran visibles cómo ciertas prácticas discursivas reproducen un dominio del poder masculino en por ejemplo criterios de moda y belleza, o en ideales de maternidad, de monogamia y de heterosexualidad? ¿Que ocurriría si los hombres se permitieran exponer sus prácticas de acoso sexual en el trabajo, o los médicos sus prácticas de atención violentas ginecológicas, obstétricas o psicoterapéuticas? ¿Que pasaría si como dicen las feministas los hombres se atrevieran a reconocer y mencionar que ejercen practicas de control por medio del acoso sexual en el trabajo o en las relaciones familiares más íntimas con la pareja y los hijos y las hijas? En el presente artículo ofrezco parte de mi experiencia al escuchar la violencia de los hombres. Asimismo, reflexiono con base a la revisión de algunos teóricos cómo se estructura ña experiencia de la violencia masculina y los hombres.
En el primer apartado Violencia de los hombres, masculinidad y complejidad reflexiono en tono a las miradas que se han realizado sobre la violencia de los hombres en las experiencias de atención. Concluyo comentando que es importante mantener miradas complejas sobre esta problemática y rechazar miradas unilaterales y causales. De hecho, retomo a Burin y Meler señalando que es la perspectiva de género la que brinda lineamientos u orientaciones sobre el significado de complejidad. Asimismo, señalo que debiera separarse la problemática de la violencia de los hombres de la dominación masculina. Comento que la primera es parte de la segunda, pero que la violencia de los hombres comienza a ser inútil para la dominación masculina. Advierto sobre los riesgos de castigar a los hombres reproduciendo las formas hegemónicas de masculinidad. Por ello propongo reflexionar sobre su violencia escuchándolos.
En el segundo apartado El silencio y la violencia de los hombres reflexiono sobre el significado del silencio de los hombres y cómo este tiene dos lecturas. Por una parte significa la incapacidad aprendida y real de los hombres para articular en palabras la experiencia de violencia. Señalo que comúnmente estas historias surgen por medio de lenguajes no verbales en el cuerpo y malestares de los hombres. Por otro lado, reflexiono cómo este silencio también representa una forma de control y poder. Señalo que el silencio evita que los/as demás miembros de la familia se vean a sí mismo, y cómo los mismos hombres se evitan observarse así mismos. Concluyo señalando que ante los silencios de los hombres comúnmente son las instituciones patriarcales las que “hablan por el hombre", reproduciendo los discursos de la masculinidad.
En el apartado Habla y violencia en los hombres señalo las formas racionales y culpabilizadoras en las que los hombres expresan su violencia. Comento que comúnmente estos interpretan lo que las mujeres dicen, y que esta interpretación tiene connotaciones de poder y de inequidad de género. Concluyo señalando que los hombres tienen una escucha muy estrecha sobre lo que ellas les dicen, y que en cambio las mujeres tienen una escucha muy amplia sobre ellos. Con esto las mujeres (y demás miembros de las familias) se hacen invisibles y los hombres crean monólogos, donde la comprensión se ve sustituida por la interpretación.
En el apartado Habla e intimidad en los hombres comento que los hombres al hablar su violencia no solo lo hacen desde el control y el poder. Comento que además lo hacen desde el deseo de intimidad y acercamiento. Principalmente reflexiono sobre la experiencia que he tenido en el grupo de reflexión donde trabajo en el Colectivo de Hombres por Relaciones Igualitarias, AC. En este espacio he escuchado historias de hombres que hablan de experiencias de violencia donde ellos vivieron maltrato. Reflexiono cómo esta habla les permitiría construir la intimidad y colocarse como sujetos “capaces de lenguaje y acción" --en el sentido en que Habermas lo señala--. Así conluyo señalando que esta intimidad es la puerta para que los hombres comiencen a construir una nueva intimidad.
A lo largo del trabajo reflexiono sobre cómo el poder se articula con las experiencias de los hombres. Reflexiono continuamente en torno a Bourdieu, pero principalmente sobre Foucault. Creo que este es un reto en los trabajos sobre violencia masculina. Retomar aquellas críticas teóricas que se han generado desde el postestructuralismo y los discursos críticos a la modernidad, para comenzar a dar una nueva lectura a las historias de malestar y dolor de los hombres. De hecho, considero que este ejercicio apenas comienza.
Violencia de los hombres, masculinidad y complejidad
Reflexionar sobre la violencia de los hombres significa reflexionar sobre la dominación masculina. Significa analizar aquellas formas de control de los hombres sobre las mujeres, otros hombres y ellos mismos, y sobre sus historias personales donde se les exigió garantizar las formas de dominación masculinas. Bourdieu señala que las formas de dominación de la masculinidad buscan crear un mundo sexuado, donde los cuerpos, las actividades, los espacios y tiempos se mantengan en estricta separación y los roles exactos en tiempos y espacios exactos. Así, este autor sostiene que:
[La dominación masculina se sostiene en] ...el principio de la inferioridad y de la exclusión de la mujer, que el sistema mítico-ritual ratifica y amplifica hasta el punto de convertirlo en el principio de división de todo el universo, no es mas que la asimetría fundamental, la del sujeto y del objeto, del agente y del instrumento, que se establece entre el hombre y la mujer en el terreno de los intercambios simbólicos, de las relaciones de producción y de reproducción del capital simbólico, cuyo dispositivo central es el mercado matrimonial, y que constituye el fundamento de todo el orden social (Bourdieu, 2000: 59)
La violencia de los hombres se ha convertido en un instrumento de control en este sistema. Por ello reflexionar y atender la violencia de los hombres es reflexionar sobre los aspectos sociales y culturales de la masculinidad. Sin embargo, al trabajar con la violencia de los hombres diversos autores se han encontrado con que este sistema de dominación masculina también se reproduce hacia los hombres, y que éstos expresan vivencias de exclusión sexista por no cumplir determinados mandatos de la masculinidad. Así, atender la violencia de los hombres es atender aspectos sus sociales y los psicológicos, y significa analizar cómo a través de estos campos de conocimiento la experiencia de los hombres fluye tal y como dice Foucault que fluye el poder.
Por ejemplo, Antonio Ramírez señala que comúnmente a la violencia masculina se le ha visto desde tres perspectivas: biológicista, psicologísta y la de género (donde incluye la perspectiva cultural). Este autor crítica las dos primeras, y concluye señalando que las causas de la violencia masculina deben encontrarse en las creencias de superioridad masculina sobre la mujer, y en aquellas formas de control que los hombres ejercen contra su pareja (Ramírez, 2000: 17-36). En este mismo sentido Oswaldo Montoya señala que en Nicaragua el modelo hegemónico de los hombres no es diferente que lo que sostiene la perspectiva de género: «En definitiva, la identidad masculina hegemónica en nuestro país sigue apuntando al ejercicio del poder y el control sobre otr@s. Dominar, mandar, representar, protagonizar, poseer, se constituyen en la fuerzas motivacionales más importantes de la masculinidad hegemónica.» (Montoya, 1998: 20). De hecho este autor realizó grupos sociales con hombres “violentos” y “no violentos” y con los primeros encontró de forma nítida qué significaba ese “control” y “abuso” sobre la mujer. Los hombres señalaron 6 categorías donde expresaban sus deseos y lo que buscaban en una relación de pareja: a) que la esposa lo atienda, b) que la esposa lo entienda, c) que sea él quien dirige la relación, d) que la esposa dependa de él, e) que la esposa sea fiel, y f) que la esposa “le tenga” hijos.
Por otra parte, Jorge Corsi señala que hay que mantener con una “mirada amplia” al momento de abordar la violencia masculina. Sostiene que deben ser tomados en cuenta desde aspectos culturales y sociales hasta aspectos biológicos y psicológicos. Y que éstos deben ser analizados tanto en aspectos macrosistémicos, como en exosistémicos y microsistémicos. Sin embargo, este autor también reconoce una gran carga de responsabilidad en los tradicionales valores de la masculinidad. Señala que «Los hombres que ejercen violencia física en la relación conyugal suelen representar la caricatura de los valores culturales acerca de lo que “debe” ser un varón, de los mitos culturales de la masculinidad que ya hemos anunciado. Aún cuando no lo digan abiertamente, están sosteniendo formas de relación que tienden al control y la dominación de quien consideran inferior» (Corsi, 1995:32). Sin embargo a nivel micro, Corsi aplica diversas técnicas que parten de una perspectiva más psicológica en la atención.
De hecho un enfoque más psicológico lo sostiene Echeburúa y Corral, pues señalan que las emociones permiten adaptarse a determinadas situaciones que presenta la vida. Y que hay patologías cuando la expresión, duración e intensidad de estas no están relacionadas con los estímulos que las generaron. Para ellos comúnmente los hombres no expresan otros sentimientos ante determinados conflictos.
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