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¿que Es La Etica?


Enviado por   •  21 de Junio de 2012  •  7.342 Palabras (30 Páginas)  •  536 Visitas

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PRIMERA LECTURA MODULO ÉTICA

¿QUE ES LA ETICA?

I. LA ETICA ES UN TIPO DE SABER QUE ORIENTA LA ACCION (Un tipo de saber practico)

Definir términos que tienen una larga historia no es tarea fácil, porque a lo largo de los siglos sus usuarios los han ido enriqueciendo con matices diferentes, y querer encerrados todos tras las rejas de una definición re¬sulta imposible. Las palabras, como sabemos, son creaciones humanas que van ganando con el tiempo tal variedad de connotaciones, que cual¬quier intento de fijar su significado resulta inevitablemente empobrecedor. Pero, por otra parte, como también el lenguaje es el medio de co-municación por excelencia, conviene aclarar desde el comienzo el signi¬ficado que queremos dar a los términos con objeto de entendemos, aún corriendo el riesgo de caer en formulaciones esquemáticas.

Hecha esta advertencia, nos arriesgaremos a decir que la ética es un tipo de saber de los que pretende orientar la acción humana en un senti¬do racional; es decir, pretende que obremos racionalmente. A diferencia de los saberes preferentemente teóricos, contemplativos, a los que no im¬porta en principio orientar la acción, la ética es esencialmente un saber para actuar de un modo racional.

Pero no sólo en un momento puntual, como para fabricar un objeto o conseguir un efecto determinado, como ocurre con otro tipo de saber -el saber técnico-, sino para actuar racionalmente en el conjunto de la vida, consiguiendo de ella lo más posible, para lo cual es preciso saber or¬denar las metas de nuestra vida inteligentemente.

Por eso, desde los orígenes de la ética occidental en Grecia, hacia el siglo IV a.c., suele realizarse una primera distinción en el conjunto de los saberes humanos entre los teóricos, preocupados por averiguar ante todo qué son las cosas, sin un interés explícito por la acción, y los sabe¬res prácticos, a los que importa discernir qué debemos hacer, cómo de¬bemos orientar nuestra conducta. Y una segunda distinción, dentro de los saberes prácticos, entre aquellos que dirigen la acción para obtener un objeto o un producto concreto (como es el caso de la técnica o el arte) y los que, siendo más ambiciosos, quieren enseñamos a obrar bien, racio¬nalmente, en el conjunto de nuestra vida entera, como es el caso de la ética.

Ahora bien, las sencillas expresiones «racional» y «obrar racional¬mente» son más complejas de lo que parece, porque a lo largo de la his¬toria han ido ganando una multiplicidad de significados, que son los que han hecho que el saber ético se entendiera de diferente manera, de ex¬plicitar estos modos del saber ético vamos a ocupamos a continuación.

II. MODOS DEL SABER ETICO

(MODOS DE ORIENTAR RACIONALMENTE LA ACCION)

Estos modos serán fundamentalmente dos: aprender a tomar decisiones prudentes y aprender a tomar decisiones moralmente justas.

1. La forja del carácter (tomar decisiones prudentes)

«Obrar racionalmente» significa, en principio, saber deliberar bien antes de tomar una decisión con objeto de realizar la elección más adecuada y actuar según lo que hayamos elegido. Quien no reflexiona antes de ac¬tuar sobre los distintos cursos de acción y sus resultados, quien no calibra cuál de ellos es más conveniente y quien, por último, actúa en contra de la decisión que él mismo reflexivamente ha tomado, no obra racional¬mente.

La ética, en un primer sentido, tiene por tarea mostramos cómo de¬liberar bien con objeto de hacer buenas elecciones. Pero, como hemos dicho, no se trata sólo de elegir bien en un caso concreto, sino a lo largo de nuestra vida. Por eso la ética invita desde su orígenes en Grecia a forjarse un buen carácter, para hacer buenas elecciones, como indica el significado etimológico del término «ética».

En efecto, la palabra «ética» viene del término griego ethos, que significa fundamentalmente «carácter» o «modo de ser». El carácter que un hombre tiene es decisivo para su vida porque, aunque los factores extemos le condicionen en un sentido u otro, el carácter desde el que los asume es el centro último de decisión. Por eso decía Heráclito de Éfeso que «el carácter es para el hombre su destino»: según el carácter que un hombre tenga, enfrentará la vida con ánimo o con desánimo, con ilusión y esperanza o con pesimismo y amargura.

Sin duda las «circunstancias» también influyen, como dice la famosa expresión de Ortega «yo soy yo y mis circunstancias», pero habitual¬mente se silencia la segunda parte de la expresión: «y si no salvo mis cir¬cunstancias, tampoco me salvaré yo». Cosa que no puede hacerse sino desde un carácter que se encuentra «alto de moral>, en forma, como in¬dica la expresión «moral», que significa lo mismo que «ética».

En efecto, el término latino mos significa también «carácter» o «modo de ser» y por eso en la vida cotidiana hablamos indistintamente de «valores morales - valores éticos» o «normas morales - normas éti-cas». En ambos casos nos estamos refiriendo a valores y normas de los que nos podemos apropiar activamente o que podemos rechazar, porque lo moral y lo ético siempre nos refieren a valores, actitudes o normas que podemos elegir, de los que nos podemos apropiar. Desde el origen griego de la ética cabe distinguir en el mundo humano entre el temperamento (pathos), constituido por aquellos sentimientos y actitudes con los que se nace y que no se pueden cambiar (la dimensión pasiva de la persona), y el carácter que cada uno se va forjando, el modo de ser del que cada quien se va apropiando a lo largo de su vida al hacer sucesivas elecciones en un sentido.

Ciertamente, nacemos con una determinada constitución genética y psicológica, que no elegimos, como tampoco el contexto social. Por eso algunos filósofos hablan de que a cada hombre desde el nacimiento le toca una determinada «lotería» natural (genética y psicológica) y social, que no elige; sin embargo, a diferencia de los animales, los hombres nos vemos obligados a modificar nuestra herencia o bien a reforzada, eli¬giendo nuestro propio carácter, aunque en esa tarea nos encontremos su¬mamente condicionados. A esa necesidad originaria de elegir el propio carácter llamamos libertad en un primer sentido de este término y, pues¬to que estamos «condenados» a ser libres, a tener que elegir, más vale que nos esforcemos por hacer buenas elecciones.

La ética es,

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