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Ética en el aula


Enviado por   •  31 de Agosto de 2015  •  Ensayos  •  2.208 Palabras (9 Páginas)  •  160 Visitas

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REVISIÓN HISTÓRICA DE LA ÉTICA Y LA MORAL: DESDE ARISTÓTELES A LA ESCUELA ACTUAL

        

Oscar Andrade M.

Profesor Guía: Dr. Víctor San Martín R.

Desde el viejo Aristóteles la búsqueda de la ética ha sido el cuestionamiento continuo de la moral. En este sentido conviene hacer la diferencia entre la ética y la moral. La primera proveniente de la palabra Ethos, que para los griegos tiene un sentido amplio y profundo. El Ethos alude al modo de vivir, la búsqueda continua del buen vivir. Para la cultura helénica el buen vivir dice relación con conducir la vida en dirección de la consecución de la felicidad – esto se profundizará más adelante. Por otra parte la palabra moral, proveniente de la cultura latina, tiene un significado más particular. Proveniente de la palabra mos, la moral adquiere un sentido más bien de “costumbre”; esto es, un comportamiento adquirido por el hábito (Antolínez & Gaona, 2004). La moral se erguiría simplemente como las costumbres que estila una sociedad determinada.

Entonces, el continuo revisar los hábitos adquiridos por una sociedad constituirá un modo de vivir ético. En este sentido se presenta como importante la perspectiva de ética como filosofía moral, lo que conlleva la posición individual frente a la moral social, postura que puede servir tanto para criticar como para fundamentarla. Una Vez adoptada la perspectiva ética, podremos vivir en la moral, pero de un modo responsable, siendo capaces de explicar por qué vivimos así. (Santa Olalla, 2008) La ética exige, por tanto, el ejercicio libre de la razón.

Hecha la aclaración de los conceptos ética y moral, conviene distinguir entre dos grandes corrientes teóricas de filosofía ética que han marcado el devenir en esta cuestión. La primera de ellas comprende las éticas materiales, también llamadas éticas teleológicas o éticas de la felicidad, serían estas las que centran su foco de atención en la cuestión de “qué hacer” para conseguir el más preciado bien de la humanidad, esto es, la felicidad. Muchos filósofos éticos desde Aristóteles – principalmente hasta la aparición de los cuestionamientos realizados por Kant en el siglo XVII - partieron de esta premisa y plantearon diversas propuestas enmarcadas en el asunto de cómo alcanzar la felicidad. Conviene revisar algunas de estas propuestas: Aristóteles, el hedonismo y el utilitarismo.

La segunda corriente ética llamada de las éticas formales, del deber y la justicia, deontológicas o autónomas, son las que dejan de tener por foco principal el “qué hacer” para la consecución de la felicidad; ponen en su lugar la atención en el “cómo hacer” lo que se necesita, respetando por sobre lo demás “el deber ser”. Desde Kant, como se mencionó, surge esta corriente que propone que a través de la razón el ser humano consciente logra inteligir cómo comportarse. El filósofo propone el concepto de “imperativo categórico”, el cual hace referencia al procedimiento racional con que debería evaluarse cada acto humano; desde el razonamiento lógico surge la respuesta al cuestionamiento: ¿estoy actuando de tal forma que mi actuar puede transformarse en una ley universal? Kant cuestiona la ética materialista por su heteronomía, es decir, por fijar fuera del hombre en sí el imperativo del comportamiento, la búsqueda del bien puede transformarse en un acto egoísta, que es potencialmente nocivo para otros hombres, de acuerdo con las consecuencias ulteriores que derivan del actuar en busca de la felicidad propia.  De acuerdo con esto, para la filosofía de la ética formal el deber mismo se convierte en bien. (Antolínez & Gaona, 2004)

El criterio fundamental para Kant, sería entonces la motivación que orienta la acción. Para comportarse conforme a los principios éticos por excelencia, la voluntad debería resolver exclusivamente conforme al deber. A pesar de esto, existe cierto matiz para clasificar las acciones.

Supóngase que un individuo realiza sus acciones en conocimiento de que su actuar transgrede el deber, aun así actuando de tal forma; esto sería clasificado ciertamente como una voluntad mala. Por el contrario, si este individuo actúa siguiendo únicamente el deber, siguiendo el imperativo categórico, su accionar sería considerado puramente como la voluntad moralmente buena, este es el ideal. Pero qué sucedería si este individuo escoge actuar conforme al deber, pero motivado por la consecución de algún beneficio externo y no exclusivamente por respeto al deber; la respuesta kantiana a esta situación sería entonces, que se trata de una voluntad legal, lo que representa una moral “engañosa”, ya que ha sido un acto asilado que no responde al carácter, en el sentido de Lickona, esto es a una forma estable de comportamiento.

Siguiendo esta corriente, sus principios básicos – al menos – se encontrará la crítica y aportaciones de Habermas, Rawls y otros autores post kantianos, en un intento de mantener las pretensiones universalistas de la razón humana y evitar los peligros de su subjetivización, de que se pueda manipular la razón para defender los intereses de un solo individuo o un grupo. Frente a esto Habermas propone la razón comunicativa, desplaza el criterio único de “mi razón” para llevarlo al criterio de “nuestra razón”, en los motivos que son compartibles y expresables públicamente. Se lograría esto a través de un diálogo en el que todos los posibles afectados participen en condiciones de libertad, simetría e igualdad. (Santa Olalla, 2008)

Sobre estas corrientes y otros filósofos e investigadores – tan importantes como los sicólogos evolucionesitas, a saber, Piaget, Kohlberg, y otros, Thomas Lickona toma posición en el debate y genera una propuesta del desarrollo del carácter del individuo de acuerdo con las etapas de su vida en que es capaz de ir orientando su formación ética en sí, el desarrollo de su carácter.

Lickona recoge el concepto aristotélico de la virtud, en el sentido del areté griego, lo que conduciría a la consecución de la felicidad. El autor señala 10 virtudes que debería integrar cada ser humano como claves para el resultado óptimo de esta búsqueda, a saber:

  • Sabiduría, es la capacidad de poseer un buen juicio o una buena toma de decisiones, para discernir entre lo bueno y lo malo.
  • Justicia, es aquel respeto hacia la dignidad de cada persona, incluyéndose a sí mismo.
  • Fortaleza, es aquella que integra la paciencia, la perseverancia, la virtud y todo aquello que sea esencial para no dar paso a la frustración.
  • Autocontrol, la capacidad de manejar el temperamento individual ante situaciones relativas y cotidianas. También está relacionado con la Templanza.
  • Amor, que se entiende por el sacrificio hacia los otros y que se relaciona con la justicia y que va de la mano con la empatía y sobretodo con la generosidad.
  • Actitud Positiva, mantener siempre un estado, más que de superación, una condición de querer “hacer las cosas bien”.
  • Trabajo Duro, realizar actividades con la mayor responsabilidad posible, por más que cueste.
  • Integridad, permite ser consistente con uno mismo.
  • Gratitud, mantiene una vida feliz y también es aquella que se puede elegir.
  • Humildad, es aquel deseo de ser mejor, no pasando a llevar a los demás. (EMOL, 2010)

Lickona refiere el concepto de buen carácter como un componente esencial para las relaciones humanas. En este sentido, el respeto y la justicia se sitúan en la cúspide de la pirámide de las claves para la buena convivencia (Herrera, 2013). Con base en estas virtudes, se pueden generar relaciones sanas y constructivas en la amplia gama de contextos sociales humanos.

De esta forma, se debe considerar la moral en un sentido más latino. La ética se erigirá, entonces, siguiendo el sentido materialista de Aristóteles, debido a que debe el ser humano debe ir en busca de la felicidad, pero integrando componentes claros de la ética de Kant y Habermas, debido a que el concepto de justicia se ajusta más al “deber”. Este se derivaría del razonamiento que se rige por el imperativo categórico, considerando para los dilemas morales la comunicación como una herramienta que nutre indispensablemente al pensamiento.

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