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America Latina Diversidad


Enviado por   •  23 de Octubre de 2013  •  3.117 Palabras (13 Páginas)  •  568 Visitas

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Diversidad cultural y democracia en América Latina

La diversidad cultural de nuestra región plantea un conflicto ético al parecer inexplicable, por un lado la visibilidad y la creciente manifestación de movimientos relacionados con la diversidad cultural y de otra la necesidad de garantizar la expresión común donde se respeten las diferencias entre los distintos grupos; para que esto sea posible es necesario crear un marco normativo universal donde surjan notables avances de orden jurídico respecto a ésta, para darle solución a las diferentes situaciones que refieren que los derechos relacionados con la diversidad cultural están lejos de ser realidad.

Este acontecimiento requiere la exploración de premisas históricas, conceptuales contextuales, de política económica y social, ubicando como transversal a la diversidad cultural, la cual incorpora al debate las categorías: innovación, progreso, pluralidad y cultura en un contexto regional en el cual las categorías democracia y ciudadanía cobran nuevos significados.

En el contexto político actual, la diversidad cultural, obstinada y subversiva; el permanente desdoblamiento de las diferencias frente al universalismo homogeneizaste, pone en perspectiva las diferencias que se juegan en un marco de unidad. Esta unidad pone en el centro del debate los conceptos diversidad cultural y ciudadanía, en el ámbito del derecho individual y colectivo desde el cual los elementos exclusión e inclusión se construyen en la perspectiva de establecer relaciones y prácticas sociales diferentes a las que hoy existen en diferentes ámbitos; tendientes a generar mecanismos que permitan la convivencia entre todos los grupos que conforman nuestras sociedades, más allá del reconocimiento y respeto a su incompatibilidad.

Esta posición se convierte en debate debido a la inexistencia de algunos valores fundamentales comunes que se interesen en una instancia de justificación crítica, puesto que se terca en la convivencia de personas y grupos con diferentes opciones morales. Desde la primera alternativa, se replica que sólo un irreductible relativismo ajeno a absolutismos fundamentalista, puede compaginarse con el pluralismo de las experiencias culturales en los pueblos latinoamericanos. Ante la variedad estructural de la cultura latinoamericana, una ética normativa universalista, tan pronto resulta incoherente como imprescindible.

Textualmente sobre este conflicto cultural descrito, cabe formular un dilema político que problematiza las condiciones de posibilidad de la democracia en los países latinoamericanos. De un lado, las reglas constitucionales abstractas del Estado liberal, son cuestionadas porque en realidad sirven a los intereses de los sectores hegemónicos y atentan contra las formas concretas de decisión práctica de los grupos que habitan en cada nación, sobre todo cuando se trata de comunidades marginadas. Sin embargo, la distinción de las inequidades socio-económicas, vuelve necesario el papel de instituciones y códigos públicos neutros que garanticen los derechos humanos y la justicia a todos y cada uno de los sujetos sociales. En tanto ideal político normativo, la democracia liberal se entiende alternativamente como encubrimiento ideológico de los juegos de poder, o como canal de conciliación válido de los conflictos sociales.

El dilema cultural y el dilema político se radicalizan cuando se combinan en el dilema del multiculturalismo, surgido cuando se reconoce dentro de las normas generales de un estado democrático, el derecho de los sujetos sociales a promover sus identidades culturales diferenciales y el consiguiente deber de las instituciones públicas de colaborarles en dicha tarea.

Detrás de las meritorias intenciones del multiculturalismo, como han denunciado algunos críticos de izquierda, pueden esconderse los gérmenes de un racismo invertido igualmente peligroso, que bajo el aspecto de respeto por las particularidades, segrega a los grupos minoritarios, auspicia nacionalismos segmentadores y somete las identidades de los individuos a sus comunidades étnicas de origen.

Hoy por hoy el reconocimiento de la diversidad cultural, en cuanto se refiere a la relación entre las culturas originarias de américa latina, están escapando de décadas de tormentosos desdenes donde eran atención de izquierdas y derechas, de republicanos y populismos, infaliblemente convocados por un supuesto interés nacional superador de diferencias. Entonces muy a diferencia de lo anteriormente vivido, en la actualidad esa perspectiva es cuestionada por la popularidad de voces que desde nuestras comunidades locales y en nombre de identidades nuevas o largo tiempo sumidas, buscan manifestarse, hacerse escuchar por el poder institucional, ganar autonomía, participación ciudadana y el reconocimiento constitucional de la plurinacionalidad.

La Explosión del Espejo

La diversidad cultural se comprende no tanto como el problema de cómo armar un rompecabezas integrado por piezas incompatibles, sí, pero acabadas en sí mismas, sino que cada pieza, vale decir, cada uno de los fragmentos del espejo roto, refleja un haz de significaciones externas e internas, pasadas y futuras, sagradas y profanas, imposibles de recoger en el mismo prisma. Observamos así que tradiciones populares como el carnaval se reproducen de acuerdo con la economía moderna de mercado, que la informática se pone al servicio de creencias pre-modernas como los horóscopos, que los jóvenes se apropian de la música supuestamente extranjera para expresar sus aspiraciones y protestas. Más allá de purismos nostálgicos de un orden que en el fondo nunca existió, o de los sueños vacíos de un inalcanzable orden redentor, el analista cultural debe estar dispuesto a describir la compleja red de sentidos que se difractan en el espejo roto de nuestra cultura.

En donde Néstor García Canclini demanda la naturaleza híbrida de nuestra modernización, mostrando cómo los innegables avances en la racionalización económica y educativa, mezclan en su interior persistencias pre-modernas y rupturas post-modernas. Además descubre que se borran los límites epistémicos entre lo tradicional y lo nuevo, lo propio y lo extraño, el mercado y la democracia, obligando así a desplazamientos y recubrimientos mutuos en las disciplinas encargadas de estudiar los diferentes aspectos de la cultura.

Por su parte, desde una perspectiva política, los especialistas se han dedicado a reflexionar sobre el nuevo sentido de la democracia en nuestros países en relación con las transformaciones sociales, económicas y culturales en el planeta y la región. Donde diversos autores como Norbert Lachner, Juan Carlos Pontantiero y Julio

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