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Los Derechos Humanos De Los Migrantes En El Marco De La Diversidad Multicultural En América Latina

luisgraco3 de Marzo de 2014

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Los derechos humanos de los migrantes en el marco de la diversidad multicultural en América Latina.

Mesa 1 Migración, trata, tráfico y derechos humanos.

b) Políticas migratorias y derechos sociales.

RESUMEN

América Latina es una región que se caracteriza por su multiculturalidad, sustentada en

la diversidad de sus pueblos indígenas. Esta diversidad, no obstante, no ha sido un aliciente

para la conformación de sociedades plurales, sino un pretexto para la discriminación, la

exclusión y las violaciones a los derechos humanos de los pueblos indígenas.

La migración es un proceso donde se manifiesta con mayor claridad la discriminación

hacia las identidades culturales. En este sentido, las violaciones a los derechos humanos de los

indígenas en su condición de migrantes son sumamente frecuentes sin distinción de si se trata

de migración en situación de regularidad o irregularidad. De igual modo, la integración de los

indígenas a las sociedades de los Estados de destino es un proceso complejo que encuentra

en la discriminación un obstáculo. Ante esta realidad este escrito insta al debate en torno a la

necesidad de disponer en el ámbito americano de un instrumento, basado en los principios de

la diversidad, la no discriminación y el acceso al bienestar, que proteja los derechos humanos

de los indígenas en su condición de migrantes.

PALABRAS CLAVES: Pueblos indígenas-Multiculturalidad-Migración-Derechos

Humanos-Diversidad cultural.

INTRODUCCIÓN

América Latina es una región que se caracteriza debido a su composición multicultural.

Se estima que en el continente existen alrededor de 400 pueblos indígenas, cada uno con sus

propios rasgos distintivos. A nivel continental, el porcentaje de la población indígena muestra

variaciones asimétricas de un Estado a otro, como en Bolivia que corresponde a más del 60%

del total de la población mientras que en Brasil apenas alcanza el 0.4%, pero lo cierto es que

alrededor de 5.53% de la población latinoamericana es indígena. Más allá de su peso

demográfico, el carácter multicultural de América Latina se traduce en una riqueza de

identidades culturales que dibujan un conglomerado abigarrado. La existencia de una

multiplicidad de culturas es un factor crucial para la conformación de sociedades plurales e

interculturales. Sin embargo, en América Latina históricamente la multiculturalidad ha tenido

resultados inversos, pues en vez de fomentar la integración de sociedades compuestas de

culturas diversas en constante contacto ha servido como pretexto para la imposición de la

cultura mestiza. García (2008) afirma que a lo largo de la historia ha sido frecuente que la

afirmación de una identidad pretenda su imposición mediante la negación de las otras. En

América Latina esto ha sido una constante desde que las migraciones españolas arribaron al

continente americano. Desde entonces, y hasta entrado el siglo XX, los Estados

latinoamericanos no han buscado la interrelación de las culturas indígenas con la mestiza, sino

que se han empeñado en la asimilación forzada de las primeras. La negación de las identidades

culturales de los pueblos indígenas ha alcanzado sus máximas expresiones en los mecanismos

discriminatorios y excluyentes estructurales que han llevado a los indígenas a vivir en las

condiciones socioeconómicas más deplorables. En efecto, los índices de desarrollo humano

ubican a los pueblos indígenas en los márgenes más bajos de las sociedades. Ante las

condiciones de miseria en la que viven los integrantes de dichos pueblos, la migración se

presenta como una alternativa, ya no de progreso, sino de sobrevivencia. Desafortunadamente,

la migración es un proceso en el que la discriminación muestra su rostro de mayor perversidad

dado que la diversidad cultural es el punto de partida para las violaciones a los derechos

humanos. Como ya se ha mencionado, los actos discriminatorios son de índole estructural. En

este sentido, los Estados en la actualidad no han cumplido con sus responsabilidades en el

respeto a los derechos humanos durante los procesos migratorios. A este respecto es

pertinente mencionar que en la actualidad las políticas migratorias en América Latina, adicional

a la falta de una regulación ordenada de los flujos, no se han diseñado considerando el carácter

multicultural de la región por lo que los indígenas migrantes se encuentran en una

vulnerabilidad extrema a causa de sus identidades culturales las cuales los exponen a mayores

riesgos en comparación con los individuos mestizos. El Informe Especial de la Comisión

Nacional de los Derechos Humanos sobre los Casos de Secuestro en contra de migrantes

(2009), si bien se refiere exclusivamente a sucesos acaecidos en México, ilustra los riesgos a

los que se enfrentan los migrantes en sus travesías rumbo a sus destinos finales. Una de las

prácticas comunes contra los migrantes, que describe el Informe, son los secuestros cuyo

liberación se halla condicionada a la entrega de ciertas cantidades de dinero por lo que quienes

no cubren las demandas con frecuencia pierden la vida. Para los indígenas, esta situación los

pone en riesgo supremo porque no se encuentran en condiciones siquiera de entender las

exigencias de los captores a causa de las diferencias en las lenguas. Asimismo, la extorsión

resulta impagable si se parte de la certeza de que los indígenas viven en la máxima pobreza.

Ante esta indefensión, apenas ejemplificada, las políticas migratorias de los países de tránsito y

destino no consideran una protección especial para ellos aun cuando algunos aspectos

culturales los hagan blanco fácil de la intolerancia y discriminación, ya sea por los traficantes,

las poblaciones locales o las autoridades de las respectivas localidades. Bajo estas

circunstancias, la integración social de los indígenas en las sociedades de destino de la

migración tampoco se da en un contexto de respeto a la diversidad cultural, sino de

estigmatización de las particularidades distintivas de los migrantes como la lengua, las

costumbres o la vestimenta. García (2008) asegura que los Estados modernos surgen alrededor

del principio de la igualdad lo cual no garantiza de ningún modo la interacción de diversas

identidades culturales en contraste con el principio de la diversidad que fomenta la preservación

de las diferencias culturales en un contexto donde una identidad es la dominante. Al contrario,

el principio de la igualdad, paradójicamente, mantiene las desigualdades sociales surgidas de

las desventajas naturales o culturales. La conformación de sociedades fundamentadas en el

principio de la igualdad no considera de origen la implementación de medidas que eliminen las

desventajas naturales o culturales de los individuos. De manera que los Estados

latinoamericanos no desarrollan sus políticas públicas en consideración de las diferencias entre

los individuos, sino a partir de la igualdad, situación que ha agudizado las desventajas de la

población vulnerable. Sin embargo, la visión de conformar leyes y políticas públicas desde la

perspectiva de la igualdad ha sido gradualmente desplazada por el principio de la diversidad, el

cual sí toma en cuenta las diferencias existentes entre las personas. Reconocer la diversidad es

el comienzo para su respeto. En el caso de los pueblos indígenas este paso ya fue dado, como

lo manifiestan diversos instrumentos internacionales como el Convenio 169 y la Declaración de

las Naciones Unidas sobre los Pueblos Indígenas. La protección internacional de los derechos

humanos ya se basa en el respeto a la diversidad lo cual da lugar a la formulación de políticas

públicas incluyentes que fomentan la inclusión de los grupos históricamente excluidos y

discriminados. Desafortunadamente en las políticas migratorias no se obedece el principio de la

diversidad por lo que los indígenas se encuentran expuestos a sufrir violaciones sistemáticas a

sus derechos humanos.

Pueblos indígenas y desarrollo humano.

En un mundo de profundas desigualdades, los pueblos indígenas históricamente han

sido sistemáticamente excluidos, marginados y discriminados. Las paupérrimas condiciones en

las que viven alrededor del mundo la mayoría de ellos demuestra una preocupante desigualdad

que encuentra en ellos al eslabón más débil de una estructura social que privilegia la

concentración de la riqueza de unos pocos en detrimento de las condiciones de vida de

millones de personas. La pobreza entre los pueblos indígenas ha adquirido un grado de

naturalización tan elevado que ya es frecuente al hablar de miseria directamente evocar a los

pueblos indígenas como sinónimo de pobreza. El panorama de desarrollo entre los indígenas

del mundo se reproduce casi idéntico en prácticamente todas las partes del mundo: elevados

niveles de mortalidad infantil y materna, alta incidencia en problemas de salud, reducidos

grados de escolaridad, ínfimos ingresos, deplorable acceso a servicios públicos, son objeto de

...

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