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El Comercio Durante La Colonia

lindakimberli7 de Mayo de 2013

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El Comercio legal de Venezuela Durante la Colonia

Entre 1584 y 1625 el valor de las importaciones legales era mucho mayor que el de las exportaciones legales; por ejemplo, en 1599 se exportaron unos doce mil pesos y se importaron cerca de 30.000, esto ocurría porque la mayor parte de las exportaciones se realizaba de contrabando, de esta manera los vecinos recibían más dinero y podían importar una mayor cantidad de productos.

A partir de 1625 las exportaciones legales comenzaron a emparejarse con las importaciones legales. Esta tendencia se mantuvo hasta fines del período colonial.

PRINCIPALES PUERTOS DE IMPORTACIÓN Y EXPORTACIÓN

Durante el siglo XVI los principales puertos de importación y exportación fueron Cubagua, La Vela de Coro Borburata y Caraballeda.

Desde 1580 y en los siglos siguientes los principales puertos de importación y exportación fueron La Guaira, Puerto Cabello, Cumaná y Maracaibo.

Durante los siglos XVII-XVIII el comercio de Venezuela se realizaba fundamentalmente con México. Sólo por el puerto de La Guaira llegaron a exportarse a México 39.254.260 libras de cacao, lo que representaba el 82% de las exportaciones totales de cacao, el resto iba a España y a las Antillas.

Esto demuestra la importancia del comercio de la Provincia de Venezuela con México o “Virreinato de Nueva España”. Esta relación logró afianzar las actividades agrícolas en la provincia de Venezuela y permitió el enriquecimiento de productores agrícolas, armadores navieros y transportistas, lo cual dio gran desarrollo a la actividad comercial desde el siglo XVII.

Con el aumento de nuevas comunidades en las misiones se acentuaron las diferencias entre éstas y los Palenque, quienes se negaban, inclusive, al trato con los españoles. Así, por un lado, estaban los grupos indígenas aliados a los Píritu y a los españoles y, por el otro, los Palenque y otras

comunidades indígenas que, cohesionadamente, reivindicaban su autonomía ante la presencia hispana. Tal diferencia entre los Píritu y los

Palenque tuvo su expresión territorial en los río Güere y Unare, donde se

configuró una región fronteriza de contraposición entre un frente de

expansión colonial y uno de los focos de articulación interétnica para guerra

más importantes de la región (Caulín, 1966 [1779], II; AGN, traslados-

Cumaná, t.75, f. 99)15.

Por otra parte, entre los Cumanagoto y los Palenque había guerras

intermitentes, lo que implicaba la existencia de canales de comunicación

permanentemente abiertos. La frontera de los Palenque había sido de

tensión y de constantes enfrentamientos de pequeña escala. Sin embargo,

hubo la comunicación suficiente para el ejercicio de la mediación. Con las

negociaciones hechas por los misioneros, y los agentes interculturales a su

servicio, la fuerza de los Palenques, como un grupo unificado por un nombre

externo que les había servido para cohesionarse, ahora se reafirmaba con la

división entre los Caracare, que negociaron con los misioneros, y los

Guaribe, que mantenían la resistencia (Caulín, 1966 [1779], II; AGN,

traslados-Cumaná, t. 75, f. 99).

Una vez reducidos, los alzamientos de los Guaribe tomaron como

asidero sus lugares de asentamiento como forma de construcción de

identidades. En estos lugares, en las montañas del río Uchire, hubo

coincidencia con los Tomuza, con quienes se aliaron por más de una década

para resistir a los misioneros (Caulín, 1966 [1779], II; AGI, Santo Domingo,

24-11-1681). La alianza Guaribe-Tomuza, aún siendo una de las más

duraderas y firmes, sólo se disolvió al momento de negociar con los

misioneros su poblamiento (Caulín, 1966 [1779], II; AGFR, secc. XI/36, en

Gómez Canedo, 1967: 105-108; AGI, Santo Domingo, 187: 11-03-1681; 189:

1696).

Hacia las montañas intermedias entre Cumaná y Barcelona se orientó

otro frente de expansión colonial. La reducción de las comunidades que

habitaban esta zona se hizo con mediadores desde las mismas encomiendas

(Caulín, 1966 [1779], II: 124-136; AGI, Santo Domingo, 192: 11-1687; AGI,

Santo Domingo, 641: 13-12-1684; AGI, Santo Domingo, 642: 23-08-1701).

Sólo en una zona como la sierra de Bordones se puede decir que los canales,

que permitieron que se transmitiesen los mensajes de amenazas para el

poblamiento, pudieron haber estado controlados tanto por los indígenas

como por los españoles.

El frente de expansión que se orientó desde Píritu hacia la Sierra del

Bergantín, incidió sobre los Cumanagoto, Core, Tagare y Cuaca que la

habitaban y que habían mantenido una frontera de resistencia desde la

primera mitad del siglo XVII (Caulín, 1966 [1779], II: 136; AGFR, secc. XI/36

en Gómez Canedo, 1967, I: 101-104; AGI, Santo Domingo, 192: 16-11-1689;

AGI, Santo Domingo, 641: 25-11-1690). Este frente de expansión coincidió

con el gran eje de alianzas para la guerra que se extendía desde los valles del

río Aragua hasta el río Guarapiche, donde el predominio era detentado por

los Chaima y los Kari’ña.

Los Chaima-Kari’ña de Cumanacoa y del río Guarapiche

La expansión hacia el valle de Cumanacoa estuvo condicionada por la

necesidad de reducir a misiones y encomiendas a los Chaima y Cuaca de allí

y, así, extender las áreas de cultivo, las rutas de extracción de ganado y

controlar las rutas comerciales del Guarapiche, cuyos pobladores

amenazaban cada vez más a los españoles16 (Prato-Perelli, 1990; Carrocera,

1968, II). El valle de Cumanacoa era una zona de intensos conflictos

caracterizados por ataques bidireccionales (Ríonegro, 1918, I; AGI, Santo

Domingo, 641) y, como en toda zona de enfrentamientos, las relaciones eran

susceptibles de cambiar de hostilidad a comercio debido a su carácter

dinámico. Con la primera fundación entre los Chaima de las montañas del

Guácharo se reprodujo el método de reducción por medio de la mediación,

al abrirse el camino para tratar de convencer de poblarse a los Kari’ña dGuarapiche y por medio de ellos negociar con los Caribes antillanos (AGI,

Santo Domingo, 641)17.

Para la década de 1660, en la región Nororiental había varios sistemas

sobrepuestos entre sí. Estos eran el sistema de las encomiendas, sujetos al

dominio hispano; los Kari’ña y Chaima del Guarapiche; y los Chaima y

Cuaca del valle de Cumanacoa, en parte poblados en las misiones. Las

comunidades insertas en las misiones, hacia la década de 1660, Chaima y

Cuaca del valle de Cumanacoa y los Kari’ña del Guarapiche, compartían

diversos universos de relaciones interétnicas. Estaban las relaciones dentro

de las misiones, las fricciones con los españoles civiles que entraban a sus

territorios a extraer ganado y las articulaciones estructuradas, de distintos

tipos, con los indígenas de los lugares autónomos. Con la fundación de las

misiones entre los Kari’ña, Chaima y Cuaca para los españoles de

Cumanacoa, las alianzas e intercambios comerciales eran cada vez más

estables, al punto de tener aliados indígenas contra otros europeos (AGI,

Santo Domingo, 641; Carabantes 1666 en Ríonegro, 1928; Carrocera, 1968,

II).

Sin embargo, el hecho de que las mismas comunidades participasen de

distintos sistemas interétnicos, como el de predominio hispano y los

sistemas autónomos indígenas, por igual, condicionó que sus integrantes

tuviesen una correlación de fuerzas tan sólida como para poder oponerse a

la posibilidad de que las relaciones con los españoles se transformasen en

relaciones de dominación sujeción por igual. De ese modo, ante los intentos

de sometimiento, desde 1669, se iniciaron los levantamientos que marcaron,

una vez más y con mayor solidez, la fuerza de las redes indígenas para la

confrontación bélica que integraba a las comunidades que circundaban el

río Guarapiche (Carabantes, 1666 en Ríonegro, 1928; BNM, sig. 18719, nº

67, en Ríonegro, 1918).

Con la fundación de la villa de San Carlos, su destrucción y los

enfrentamientos que esto implicó, desde la década de 1670 se produjo el

delineamiento geográfico y ecológico del referente de las fronteras entre

diferentes sistemas de relaciones de dominación y resistencia contrapuestos

entre sí y cuyo límite era el río Guarapiche. Se marcó la distinción entre ellos

y los que habían hecho alianzas con los grupos adscritos al universo cultural

hegemónico (AGI, Santo Domingo, 218: 1676; AGI, Santo Domingo, 641: 26-

04-1695; AGN, Traslados-Cumaná, t. 74; t. 75; BNM, sig. 18719, nº 67, en

Ríonegro, 1918, I; Carrocera, 1968, II: 154; III). Con el Guarapiche como

frontera de contraposición, los nuevos frentes de expansión se orientaron

hacia los valles de Cariaco y la costa del golfo de Paria. Para los proyectos de

conquista, el control de los pueblos indígenas del río posible mediante la enajenación del territorio de los asentamientos y de

circuitos de movilidad, que constituía la base de la matriz cultural de

cohesión colectiva para las identidades de resistencia.

En el transcurso de la década de 1680, los frentes de expansión

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