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Comercio y deporte


Enviado por   •  26 de Septiembre de 2011  •  Trabajos  •  3.002 Palabras (13 Páginas)  •  595 Visitas

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Comercio y deporte

Como se ha comentado, la vida del borrego cimarrón se acerca a su fin alrededor de los diez años de edad. Por tal razón, en sitios como California se permite la caza deportiva de machos adultos incluso antes de alcanzar esta edad.

La cacería, primero como una forma de obtener alimento en un medio particularmente hostil y luego por deporte, puso en riesgo la existencia del borrego del desierto, a tal grado que en 1883 se decretó en el estado de California, en los Estados Unidos, una veda. Dicha veda se levantó en 1987, después de 104 años. Durante los primeros seis años (1987-1992) la caza deportiva fue muy limitada y selectiva, ya que el número de permisos fue de unos diez por año. Como se había previsto, se cazaron los machos más viejos, la mayoría de ellos en su noveno año de edad. Pero, como se dijo, no se ha demostrado la inutilidad del borrego viejo, de manera que es posible que esta cacería esté poniendo en peligro la sobrevivencia del cimarrón en ese lugar.

Algunos sitios en Baja California han sido tan buenos cazaderos de borrego que se convirtieron en campamentos permanentes de cazadores legales e ilegales. En el sur del estado, por ejemplo, Agua Soda y San Gregorio, Los Paredones en la sierra de San Borja, y la misma Bahía de los Ángeles.

La pasión del cazador puede resultar un desastre para ciertas especies. Este borrego tuvo una agonía lenta debido a la mala puntería de un cazador desconocido. La bala dio en la base del cuerno izquierdo sin causar la muerte. Durante los siguientes años, la herida provocó un crecimiento anormal que terminó inmovilizando su mandíbula inferior. Esto llevó al majestuoso animal a morir lentamente de hambre y desnutrición.

Por la ruta actual que atraviesa la península de Baja California, los asentamientos borregueros son Punta Prieta, Agua de León, Jaraguay, Cataviñá y los minerales de El Mármol y El Ónix, hasta el puerto de El Rosario, sobre la costa del Pacífico. En esta zona destacan el área de San Juan de Dios y el lado oeste del pico de Matomí. Hacia el norte, otro rancho borreguero es el de San Francisquito. De la bahía de San Luis Gonzaga han partido muchas excursiones de caza.

El rancho borreguero de Matomí fue fundado por Thomas Dowling en el siglo XX, como casi todos los ranchos al norte del paralelo 300. En el sur de la sierra de Juárez destacan Arroyo Grande y las minas de Jueves Santo y Moctezuma, ubicadas en plena zona borreguera.

Hay quienes piensan que si la vida natural de los borregos acaba poco después de los diez años de edad es mejor aprovecharlos antes de perderlos. Además, con esto el problema de los cazadores furtivos podría atenuarse. Como quiera que sea, es necesario combatir a los cazadores ilegales con rigor.

La cacería legal, es decir, la cacería deportiva también enfrenta un dilema, ya que las grandes cantidades de dinero que ofrecen por un borrego algunos cazadores norteamericanos, hasta 300 mil dólares, despiertan la ambición de ejidatarios de Baja California, quienes exigen permisos. Sin embargo, si los últimos censos indican que sólo quedan 279 animales en el norte y 64 en el sur del estado, esto es, 344 cimarrones en todo el territorio, ¿puede hablarse de cacería alguna?

La cacería deportiva podrá abrirse sólo hasta que los censos, a partir de la veda de 1990, demuestren que el borrego se ha recuperado en plenitud. Pero esto, sin duda, tomará tiempo, ni los cazadores furtivos ni las personas ambiciosas están dispuestas a esperar. Es aquí donde todos aquellos involucrados en la cadena de la muerte del borrego deben convencerse del valor para la vida que tiene este animal y desarticularla.

Cuando desaparezca el peligro de extinción, la cacería deportiva bien organizada podría generar recursos que beneficiarán a la especie ya que se pueden utilizar para crear reservas que garanticen su reproducción, para erradicar ganado que le transmite enfermedades y proteger su hábitat mediante un sistema adecuado de vigilancia, censos y monitoreos.

Un trofeo sin rival

Sin duda, la fascinación por el borrego cimarrón maduro reside en su cornamenta. Como los copos de nieve o las huellas digitales en los humanos, los cuernos de borregos son diferentes entre sí y hasta la fecha no se ha encontrado un par igual.

Las cornamentas del borrego cimarrón, sostén de la bóveda del cielo para los kiliwa, representan el trofeo del cazador y se miden mediante un sistema de puntuación basado en el largo y en el ancho de los cuernos.

La cornamenta de un borrego cimarrón es un trofeo deseado por los cazadores y útil para los investigadores de la naturaleza. Con los cuernos y la piel, el taxidermista moderno recrea artísticamente el trofeo cobrado, para ser admirado por futuras generaciones.

Las medidas deben realizarse 60 días después de muerto el animal, una vez que la cornamenta se ha secado. Para ello se utiliza una cinta metálica, dividida en pulgadas, para evitar engaños o errores con otro tipo de material más flexible. A partir del punto de la base más largo, que se encuentra arriba del ojo (D-1), se sigue el contorno del cuerno con la cinta, hasta alcanzar la parte más sobresaliente de la punta. Luego, con un lápiz, se marcan en el cuerno tres radios que lo dividen en cuatro partes (D-2, D-3 y D-4). En cada una de ellas se mide su circunferencia, como puede verse en el esquema que aparece en esta columna.

Esto nos da cinco cifras: el largo total del cuerno, la circunferencia de la base y las que se obtienen de medir el primero, segundo y tercer cuartos. Se suman las cinco medidas de cada uno de los cuernos y se obtiene así la puntuación final del trofeo.

Para determinar la calidad del trofeo, también son importantes la amplitud de la cornamenta vista de frente y el ancho de punta a punta.

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