El Orinoco Invisible
davidalarconmart20 de Noviembre de 2014
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EL ORINOCO INVISIBLE
Regionalización y Desarrollo de la Orinoquía colombiana en el siglo XXI
Por: David Alarcón Martínez
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Sobre las sabanas que se explayan desde el escudo guyanés hasta la desembocadura del rio meta en el Orinoco, y entre los modelados sedimentarios y aluviales que bordean la cordillera oriental de Colombia desde la sierra nevada del cocuy hasta la serranía de la macarena; en los últimos cuatro siglos se ha desarrollado un continuo proceso de poblamiento humano que ha dado lugar a la construcción de un espacio geográfico que hoy se conviene en llamar los llanos orientales.
Históricamente, el criterio de regionalización natural tomó como variable la cuenca hidrográfica para determinar el carácter de región Orinoquía, sobre la cual se planifica la división administrativa del espacio; de igual forma, el proceso de descentralización impulsado con la constitución de 1991 toma el modelo de región natural para determinar las competencias de las corporaciones autónomas regionales, que para el caso de la Orinoquía, dejó contenida la misión del cuidado y preservación del medio ambiente de un tercio del territorio colombiano en una única corporación autónoma regional. Sobre este entendido, en los siguientes párrafos se pretende examinar algunos elementos del carácter de la regionalización natural, para proponer una superación de ésta sobre la base de la articulación de ejes de sub regionalización de la Orinoquía colombiana.
El Espacio de la región natural
El marco territorial de este espacio geográfico, comprende las jurisdicciones administrativas de cuatro departamentos de Colombia ( Casanare, Meta, Arauca y Vichada) que en conjunto suman el 30,4 % del total del territorio colombiano con una extensión de 347.678 Km2. El límite norte lo establece el río Arauca a los 7° 6’ 13’’ N donde se sitúa la frontera norte del departamento de Arauca y la frontera natural con la república de Venezuela; hacia el sur, el límite lo marca el nacimiento del rio Guaviare en la serranía de la macarena que se extiende en dirección oeste – este desde la confluencia del rio ariari hasta su desembocadura en el río Orinoco a la altura de los 3° 51’ 55” N.
La frontera Oeste, se configura en la proximidad con el altiplano cundiboyacence a la altura de la capital departamental del Meta en los 74° 57’ 00” W, mientras que la frontera Este se extiende equidistante al medio Orinoco, cuyo punto más alejado se localiza a los 67° 28’ 00” W donde los rápidos de Atures conducen la desembocadura del majestuoso rio Meta en el Orinoco en la jurisdicción del municipio de Puerto Carreño (Vichada). Este marco espacial se encuentra determinado físicamente por la cuenca hidrográfica occidental del río Orinoco, la extensión del escudo guyanés desde el sur hasta las sabanas inundables y la influencia de las formaciones sedimentarias de la cordillera oriental colombiana desde donde se extienden las principales vías de comunicación y poblamiento.
Pese a que el rio Orinoco no pertenece a la jurisdicción colombiana, y rodea el escudo guyanés hasta formar un delta sobre el atlántico dentro del territorio venezolano, se insiste en llamar Orinoquía al espacio geográfico delimitado anteriormente; denominación que implica en sí misma una comprensión extendida, “estriada”, “compleja” de la construcción social del espacio que denota, más que señalar una realidad física condicionante. En este sentido, se entiende la Orinoquía como manifestación, como práctica; como extensión de la configuración estructural de las sociedades que habitan un espacio común a los ríos que alimentan las dos grandes afluentes del Orinoco.
Dicha configuración está determinada por la constitución de una identidad regional “personal”, donde las características del medio físico determinan los códigos culturales que movilizan las expresiones de los constructos identitarios sobre los cuales se entiende que: “Ser Llanero” se constituye como una “forma de ser y actuar ante la vida”; en términos de Álvaro Gómez H. “Un Talante”. Es en esta forma de estar en el mundo que la existencia adquiere valía, pues ésta es la manifestación de la tradición que todo hombre y mujer entiende como propia, como única; donde se puede o no, vivir acorde a una forma reproducida de visionar la trascendencia del hombre.
En este sentido, La concepción de Deleuze de espacios estriados, proporciona una referencia válida para una comprensión socio-espacial de la región Orinoquía, que históricamente ha estado ligada al desarrollo de las sociedades llaneras gracias a la colonización y la habilitación de tierras, y de otra parte, a unas formas particulares de ser sobre el espacio y de comprender la transformación y apropiación del mismo por el hombre. Siguiendo esto, se puede afirmar que lo que se denota con el término región Orinoquía, es un espacio geográfico construido a partir del desarrollo cultural de las sociedades asentadas en los costados este y oeste del rio Orinoco, y pertenecientes a las repúblicas de Colombia y Venezuela, que en términos bióticos y culturales constituye una “reserva invisible” en medio de los andes y la selva ecuatorial, que no es adecuadamente próxima para identificarse con las sociedades de los Andes, ni suficientemente lejana para establecerse como ruptura u otredad en la definición de la nación colombiana.
El Orinoco invisible
La conceptualización de región natural, donde se contiene en el término Orinoquía, por lo menos tres tipos distintos de biomas, y distintas formas de ocupación y apropiación del espacio deja de lado las particularidades de los ejes de asentamiento humano presentes y su relación entre ellos, es decir, desconoce los múltiples flujos de ocupación del territorio y las redes de comunicación y relación entre sí. Esto es: que la variable “cuenca hidrográfica” es determinante de la regionalización, y sobre esta variable se han planificado aspectos administrativos y las políticas públicas de desarrollo territorial, que en el caso específico de la Orinoquía, se caracterizan por su marcado acento centralista que sigue pretendiendo administrar y desarrollar eficientemente más del treinta por ciento del territorio entendiéndolo como un gran y único bloque regional abstracto.
Siguiendo esto, se puede rastrear la división territorial en la Orinoquía colombiana desde el siglo XVI, con la constitución de la Real Gobernación de Los Llanos que en 1660 fuese dividida por el eje del rio Meta, a razón de su vital importancia para la penetración hacia las reducciones de indios más alejadas sabana adentro. Ya desde este siglo se entiende la importancia del rio Meta como eje de comunicación con las sabanas donde los recursos madereros y mineros eran abundantes, para ello, durante el siglo siguiente, se establecen puestos de avanzada de las comunidades jesuitas y dominicas desde donde se planifican y ejecutan las expediciones hacia el este del continente, expediciones que terminarán marcando las rutas de navegabilidad de los ríos Casanare, Meta, Guaviare y Arauca que confluyen todos en el Orinoco, y las rutas de extracción de oro de los religiosos Jesuitas durante el apogeo de la Hacienda Caribabare que movilizaban a través del Orinoco hasta el atlántico.
Siguiendo a Pérez (1997) desde mediados del siglo XVI hasta su apogeo en el sigo XVIII el eje de navegabilidad del rio meta fue la principal fuente de poblamiento y extracción económica en los llanos orientales, de forma tal que representó hasta entrado el siglo XX la vía más próxima de salida al Orinoco y por ende, al atlántico para la industria del caucho y las plumas de garza. El declive de la navegabilidad por el rio meta empieza con la expansión de la ganadería extensiva para suplir el mercado de los ejes Yopal – Tunja, y Villavicencio – Bogotá; el proceso de drenado de llanuras anegables en las costas del rio, favoreció la reducción del ancho del mismo y la progresiva reducción de las fuentes hídricas en la parte alta de la cuenca ha generado la disminución progresiva del caudal. En tiempos de la casa Siebert y la casa Arana, el rio meta constituyó la columna vertebral de la línea de abastecimiento de las empresas dedicadas a la economía extractiva; y su principal puerto Orocué, albergó consulados de las repúblicas de Venezuela, Alemania, Holanda e Inglaterra
En similar medida, la cordillera oriental es el paso obligado hacia las sabanas del oriente colombiano teniendo como referencia el altiplano cundiboyacence y la capital política Bogotá. En este sentido, el poblamiento durante el periodo republicano siguió el camino trazado por las comunidades religiosas y los caminos reales de acuerdo a Pérez (2004), la ruta Sogamoso, Labranza grande – Yopal, y la ruta Tunja – San Luis de Gaceno – Villanueva – Yopal se consolidaros sobre los caminos reales y como eje de interacción económica entre el centro político representado en Tunja y las intendencias y comisarías que reunían los actuales departamentos de Casanare, Arauca y Vichada.
De otra parte, la ruta Bogotá, Villavicencio, estableció
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