Etnografia del Molcajete
Gerardo Ochoa SDocumentos de Investigación25 de Mayo de 2016
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EL molcajete es un utensilio de cocina que se utiliza desde la época prehispánica por los antepasados mexicanos. En la actualidad muy a pesar de las grandes industrias y de las nuevas tecnologías que giran en torno a las técnicas de cocina, el molcajete sigue siendo un instrumento clave en la vida de los mexicanos.
A la comunidad de San Lucas Evangelista se le ha reconocido por muchos años por ser el mayor fabricante de piezas artesanales con la llamada piedra Basáltica. El basalto es un tipo de piedra porosa que se formó a lo largo de los años gracias a la expulsión de lava de algún volcán. Por la comunidad de San Lucas Evangelista pasa una veta de basalto y es explotada por los ejidatarios de la comunidad.
El pasado 21 de marzo del 2016 mis compañeros de la clase Arqueología antropológica realizamos trabajo de campo en la comunidad de San Lucas Evangelista. Nuestro informante clave es el señor Nacho “Pica Piedra”. Don Nacho nos explicó todo el proceso que está detrás de la fabricación del molcajete.
De la visita a campo en el poblado de San Lucas Evangelistas ubicado en el municipio de Tlajomulco de Zúñiga en el estado de Jalisco el día 21 del mes de marzo del 2016.
El enfoque de la investigación va dirigido a tres aspectos: historia del señor Ignacio Rosales (don nacho), historial alrededor de la mina y obtención de piedra e historia alrededor del taller.
1.- Contexto histórico
El molcajete y el metate dentro de la cocina mexicana son muy importantes, pues fueron una de las primeras tecnologías creadas para facilitar la preparación de los alimentos y se lleva utilizando desde la época prehispánica, según un artículo del periódico el universal, donde también se señala que en el sureste sigue siendo un utensilio muy utilizado.
Su larga historia se ve plasmada en los códices mesoamericanos, en los cuales podemos observar su importancia y presencia en la vida cotidiana de las culturas prehispánicas.
Para las mujeres indígenas, quienes pasaban horas arrodilladas frente al metate moliendo los granos de maíz para hacer las tortillas, gran parte de su autoestima derivaba de su habilidad para la molienda (Pilcher, 2001).
Para los indígenas mesoamericanos la comida tenía mucha importancia, de prueba nos encontramos con el alimento principal: el maíz, con el cual se preparaban una infinidad de platillos en los cuales el molcajete y el metate eran herramientas fundamentales.
Fray Bernardino de Sahagun (citado en Pilcher, 2001) menciona como a la niña recién nacida la partera le decía que su oficio será moler el maíz en el metate. Según Sahagun existían también supersticiones alrededor de estos utensilios de cocina:
“decían que cuando se quebraba la piedra de moler que se llama métlatl, estando moliendo era señal que la que molía había de morir, o alguno de su casa.
“decían que el que lamiese la piedra en que muelen […] se le caerían los dientes y muelas; y por esto los padres y madres prohibían a sus hijos que no lamiesen los metates” (Sahagun, 2006).
Los molcajetes eran utilizados en fiestas para el preparado de los chiles y salsas, pero también para usarlos de salseros, así lo expresa Jeffrey M. Pilcher (2002) “para los banquetes exclusivos de de Tenochtitlan las amas de casa adineradas hacían circular canastas de tamales, junto con bonitos molcajetes- morteros de basalto- llenos de salsa de chile”.
Con la llegada de los españoles y la conquista de los pueblos indígenas mesoamericanos quizás se podría esperar que estas herramientas de la cocina indígena como son el metate y el molcajete desaparecieran, pero esto no se dio, por el contrario se dio una mezcla entre las formas de cocinar de los españoles y los indígenas lo que trajo consigo que algunos de los utensilios de origen indio se emplearan dentro de la cocina de mestizos y criollos.
El metate y el molcajete conservaron su utilidad aun en la nueva España y en ello se veía reflejado la diferencia de clases, pues las clases más acomodadas utilizaban vajillas de cerámica y plata, mientras que las clases populares usaban objetos de origen prehispánico como: el comal, el metate, el molcajete, cazuelas y ollas de barro.
Así es como poco a poco surgió lo que hoy conocemos como comida mexicana y donde el molcajete al lado del metate tienen un papel principal, pues hasta hoy en día hay familias, que a pesar de tener licuadora prefieren una buena salsa hecha en molcajete, pues siempre se tiene la idea de que este instrumento le brinda un sabor especial.
El molcajete y el metate forman parte de la identidad mexicana y su cocina, pues lo encontramos hasta en los dichos populares: “te cuelgas hasta el molcajete”. Estos utensilios son tan representativos de lo mexicano y su forma de cocinar, que los encontramos en restaurantes donde son utilizados para adornar las mesas, de salseros y en otras ocasiones hasta de platos.
No se puede hablar de la historia de la comida mexicana sin mencionar, por lo menos un par de veces al molcajete y al metate, están ligados a nuestra historia culinaria desde hace miles de años.
1.1 Historia Oral
La historia de don nacho alrededor del molcajete inicia en su infancia, a los 12-13 años, como él lo indica. Inicia su proceso de aprendizaje al lado de su padre y sus hermanos, ayudando al oficio de la familia y obedeciendo a lo que su padre le indicaba, como en la entrevista lo expresa:
Al lado de mi papá y mis hermanos. Ya a la edad de 12-13 años ya empiezas a ver cómo trabajan ellos y ya pues empieza uno a hacer los tejolotes y las bolitas o mi papá me forjaba los molcajetes y yo los pulía con ésta (herramienta con la que está picando el molcajete en ese momento) yo les daba el acabado pues él los forjaba bien y ya me los daba, pero también, una manera de motivar a uno, sencillas, cuando ya me enseñé a hacer las bolitas de los tejolotes ya me decía mi papá:“tienes que jimar 4 bolitas en la tarde en vez de que te vayas por ahí de vago, tienes que jimar 4 dos para mí y dos para ti”. Ya las vendía y yo cargaba dinero en la escuela, ya vendía mis dos tejolotes y yo traía dinero, o sea, es la manera en la que motivan a uno, si trabajo traigo dinero en la escuela, si no trabajo pues ya ahí lo que medaban ellos, entonces, ellos ya sabían porque lo hacían.
Por lo tanto, una de las maneras en que la familia de don nacho lo motivaba era por el lado económico, tanto como ayuda a su familia al gasto o como forma de ganar su propio dinero y él poder gastarlo, pero además, de esta forma le inculcaban el oficio por la elaboración del molcajete, tradición que había pasado por su abuelo, su padre y ahora él, puesto que él nos cuenta como se inicia a trabajar la piedra basáltica en el municipio:
Platicaba mi abuelito, porque una vez le pregunté con qué piedras empezaron a trabajar la piedra aquí, porque eran trabajadores de la hacienda, hallaron el basalto y alguien les dijo que el basalto servía para los molcajetes. Decía él que se secó la laguna y entre la laguna, entre el lodo hallaron piedras, piezas, figuras de borreguito y eso, pero ya hechas en basalto. De ahí nace la inquietud y le pregunté que con qué empezaron a trabajarlas y decía el que con picos de desechos, como el pico y hacha, ya ellos las arreglaban como picaderas (…)
Don nacho deja en evidencia entonces, que el poblado de San Lucas Evangelista no tiente tanto tiempo trabajando la piedra basáltica, puesto que inicia desde la época de su abuelo, y por otro lado, deja ver que los pobladores se dedicaban al trabajo en las haciendas, y un dato agregado más, que hubo asentamiento en la Riviera de la laguna de Cajititlan, específicamente hablando en los terrenos pertenecientes al poblado de San Lucas, en donde se encontraron piezas trabajadas con piedra basáltica.
Don Ignacio pasó por muchas cosas para llegar a ser el artesano reconocido que es hoy, desde que su padre no le reconocía sus innovaciones con el molcajete, su gusto frustrado por ser profesor y sus primeras obras e inicios en el medio de ventas de artesanías:
Hay una edad difícil en toda la juventud de los 13- 16 en donde no puedes trabajar en una empresa y no sabes que hacer, para mi esa es la edad es la más difícil de los jóvenes, o estudian o se preparan o se hacen vagos. Entonces eso es un punto de partida para bien o para mal, entonces más aparte aceptar el destino, lo que viene, como les digo, yo quería estudiar, yo quería ser profe, ese era mi sueño, no pude, me quedé en el camino, tuve que aceptar yo el oficio, claro que lo acepté, pero me puse yo una condición, hacer algo diferente para que la gente se fijara en lo que estaba haciendo y de ahí eso marco mi vida, de ahí empecé y con la experiencia de pararme a Tonalá con ese profe y aprender a vender lo que estaba haciendo, primero convencerme y luego exponerlo y ofrecerlo a la gente, allí fue el despegar de uno(…)
(…)Al principio mi papá no aceptaba darme el tiempo que necesitaba yo para el diseño, pues nosotros estábamos sujetos a hacer 20 molcajetes o cierta cantidad entre mis hermanos y yo, teníamos que entregar 60 molcajetes entre los 3 y mi papá su parte para poder sacar el sustento de la semana. Cuando yo empecé con esto, tuve que demostrarle a él que la gente iba a aceptar lo que yo hacía, cuando el vio, pues tengo que agradecerle que él dijo: “pues vaya que tienes razón” aceptó y me dio el tiempo que yo requería, y nos íbamos a vender a Atoyac a Sayula, a Tapalpa, a Ciudad Guzmán (…)
Después de que su padre acepta la forma de innovar el molcajete, don nacho inicia una nueva era de labrado de la piedra, pero aun así, el
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