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Grupo Norte


Enviado por   •  24 de Agosto de 2013  •  2.014 Palabras (9 Páginas)  •  780 Visitas

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ANTENOR ORREGO

EL GRUPO LITERARIO DEL NORTE (i)

A mediados de la segunda década de este' afanosos insurge en Trujillo un grupo homogéneo y afín de jóvenes intelectuales y artistas, afosos de áecir su mensaje.

Fresca aún y enplertitud de vida la lírica versallesca de Rubén Darío, época en que el espíritu de la joven América se inunda de la prestigiosa luz que irradia París desde su torre de Eiffel. La ville lumiere ejercita su hechizo ecuménico. Epoca literaria de la frivolidad parisina de Gómez Carrillo, que si bien nacido en tierras indias de América, cabe las ruinas de Ixirriché y de Utatlán, piensa, siente, padece y canta a la francesa, aunque escriba en español ¿Franceses no son también por el espíritu -y por la lengua en que escriben donosamente cual si fuera en la

propia oipia uayo Isidoro Ducasse, Conde de Lautreamont, autor de

impares el uru. ' *tu de "eironela",

ares "Clants de Maldoror" y ese otro gran espírit

asimismo, Jules Laforge, el poeta de "Les Complaintes"? "París, París, París..."

Es París la ciudad de promisión; y el estribillo de las canciones noctámbulas entonadas a coro, tómanla más ideal, más seductora, más diáfana...!

Todos los "ismos" de Francia tienen, bajo el cielo de América, oficiantes inspirados y fervorosos. Pocas son las voces novomúndicas que se alzan originales, si bien algunas, especialmente en la América Austral, perfilábanse de cierto tiempo a esa parte, preconizando nuestra independencia espiritual, literaria y artística. Definíanse, entre otras, las de José Ingenieros, Alfredo Palacios, José Enrique Rodó y Ricardo Rojas.

Enriqu

desde las páginas galanas,, ardorosas y bellas de su "Eurindia", proclama una nueva, estética y un nuevo credo americanos.

La pléyade de intelectuales que aparece en Trujillo -punto más, punto menos- hacia 1915, adviene, en este sentido, altamente consciente de su misión histórica, y anhelosa de organizar su verbo, como diría Antenor Orrego, su mentor y guía, para el grito de la revelación americana.

Pues, en torno a la figura señera de Antenor Orrego—un g

la ru lo

juvenil, inteligente y artista; hermanado hermanado -Dor cordiales vínculos y afínila- des espirituales; por una gran capacidad y un vivo deseo para acción.

(1) Este artículo, escrito por Teodoro Rivero Ayllón, "La Tribuna", Lima 8 de Nov. de 1959. se publicó con ocasión del viaje del filósofo a Trujillo.

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MI ENCUENTRO CON CESAR VALLEJO

"Fue esta época la de las supremas embriagueces dionisíacas,

Arrogante el ademán, socrático el gesto, libre y potente el corazón; audaz,

voraz, volador el pensamiento; presta y pródiga la mano; estuporado y

do, como una torre celeste, el espíritu; concreto, luminoso y heroico

ergui

el destino; encendido y magnético el paso; justiciero, veraz y claro el próposito; permeable, férvido, honesto y humilde el pecho. Los cantos brotaban espontáneamente de su fuente prístina; más bien todas las palabras eran canciones".

He ahí, breve, en las palabras de Antenor Orrego, el delineado dintomo etopéyico de aquel grupo.

Integrábanlo, junto a Orrego, César Vallejo, Víctor Raúl Haya de la Torre. Alcides Spelucín, Francisco Xandóval, Macedonio de la Torre, José Eulogio Garrido, Oscar Imana, Eloy Espinoza, Juan Espejo Asturri¬zaga y Federico Esquerre.

En la quietud de la ciudad hidalga y blasonada, ufana de su abolengo hispano -sin desdeñar, por ello, su pasado chimú a la vera de cuyas ruinas levanta sus balcones de celosías-, realizábanse las prolon¬gadas tertulias, las pláticas encendidas de pensamiento y de emoción, las veladas fecundas, interrumpidas las más de las veces cuando la luz del alba siguiente insinuábase en las calles soledosas.

Tiempo ganado al tiempo, con intensidad febril, para el individual perfeccionamiento, para la provisión de una cultura negada por la defi¬ciente enseñanza universitaria, para la autodisciplina de cada uno de los integrantes de aquel grupo, que eran, a un tiempo catecúmenos y maes¬tros de sí mismos.

"Vivíamos -dice Antenor Orrego- una vida mental realmente no¬ble y superior. Mentes lúcidas y curiosas todas, cada unajáportaba un alcance y una luz nuevosi'Así nos reeducamos y nos adueñamos de disciplinas espirituales que la escuela y la universidad, no nos supieron dar. Así explica que sin cultura previa y sin maestros,TI' udiéramos vivir al día.con el pensamiento contemporáneo avanzado".

/Tocó a esta joven generación librar heroica campaña contra todo lo que significara domesticidad/ rutina, obsecuencia servil. Y lanza en ristre, como en los buenos tiempos caballerescos/hubieron que empren¬derla contra personas e instituciones que las encarnaran.'/

Trincheras fueron de sus luchas: "La Reforma", "La Libertad", "El Norte", voceros que, sucesivamentewíé'n el decurso de diez años fecundos y de vida pugnaz y alturada,/suDieron usar prudentes y hábiles/No empecían, en su lírica actitud, la calumnia inicua ni de la risilla mordaz, el rencor acerbo ni la agresión cobarde de quienes, miopes.o aleves

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ANTENOR ORREGO

preferían a la lucha permanecer marginados en el "Aurea mediocritas" de que habla Ingenieros.

Este inquieto grupo de intelectuales y. artistas significaba en nues¬tro escenario fuerza innovadora y creadora; de ahí su espíritu de rebeldía, Su afán iconoclasta./

Ora en casa de José Eulogio Garrido, de amplio patio colonial, viejo . solar de antiguo monasterio, donde ahora levántase, no lejos de la Plaza de Armas, el Asilo de Ancianos; ora en el departamento de Juan Espejo Asturrizaj,a, en la calle de San Martín, donde fraternas manos femeninas curaban cel café para las prolongadas veladas de los contertulios, ora en la casa de campo de Antenor Orrego, en la rural Mansiche, camino de las ruinas de Chanchán, ante el verdor vivificante de las campiñas, reuníase el cenáculo, ya para la plática inteligente y elevada,

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