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Grupo Norte


Enviado por   •  7 de Abril de 2014  •  1.912 Palabras (8 Páginas)  •  618 Visitas

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EL GRUPO NORTE Y LA GENERACIÓN DEL CENTENARIO

Por:

Dr. Elmer Robles Ortiz

A principios del siglo, siendo aún niño, Antenor Orrego se afincó en Trujillo, su ciudad adoptiva, futuro escenario de sus grandes realizaciones desde su inquieta etapa estudiantil. Aquí inició su multifacética y profunda obra, un verdadero monumento de la intelectualidad peruana. Perteneció a una generación histórica inconfundible. Generación innovadora que trajo su propio estilo; creencias, ideas y aspiraciones; una peculiaridad cultural distinta respecto a las generaciones anteriores. Frente aun entorno social pasadista, regido por la tradición y el conservadurismo, la colisión generacional fue inevitable. La ciudad de Trujillo siempre ha demostrado indiscutible preeminencia cultural en el norte del Perú. Para estudiar en el Colegio Seminario de San Carlos y San Marcelo acudían, desde lejanos tiempos coloniales, jóvenes de diferente procedencia. Fenómeno similar se dio cuando entró en funcionamiento la universidad que, fundada por Bolívar y Sánchez Carrión en 1824 –aunque instalada en 1831-, fue una de las cuatro establecidas fuera de Lima hasta pasada la mitad del siglo XX y cuyas aulas acogieron jóvenes de la vasta región norteña y otros lugares del país. De este modo, la universidad fue el foco cultural que contribuyó a darle vida a una singular generación conformada por jóvenes nacidos entre el ocaso del siglo XIX y el amanecer del XX, oriundos ya sea de Trujillo, de otros puntos del norte, o ligados a él por razones diversas. Aquí se dieron cita, aquí confluyeron, espiritualmente, como en ningún otro momento de nuestra historia, futuros autores de notables obras de cultura. Esta generación se auto propuso exigente disciplina para entregarse al servicio de la región y del país. Con el entusiasmo, la tenacidad y vehemencia propios de la edad juvenil, tomó clara conciencia de su responsabilidad histórica y trató de compenetrarse en los problemas nacionales para buscar el esclarecimiento de nuestra identidad cultural. Su irrupción en la vida tranquila de Trujillo, culturalmente, sonó a rebeldía contra lo consabido, la imitación y el seudoacademismo y, socialmente, fue una clarinada por la reivindicación obrera; todo lo cual convulsionó el manso y muelle transcurrir citadino de la época. Pero estos jóvenes no se amilanaron, no quisieron que otros pensaran por ellos, prefirieron el camino áspero y difícil a la vida rutinaria y cómoda, aunque su actitud insólita les costara, casi siempre, nefastas incomprensiones, increíbles pretericiones, silenciamiento y veto de larga duración. Social e históricamente, las generaciones nacen al conjuro de factores típicos e irrepetibles. Y no obstante las naturales diferencias entre sus miembros, es tácita la comunión de ideales y aspiraciones que imponen nota peculiar y distintiva a su palabra y acción. En esta perspectiva, la generación que Trujillo vio balbucir hacia 1915 hizo frente a una enorme barrera de privilegios arraigados y pasiones implacables. Sin embargo, logró abrirse entre todas las dificultades, de allí que su lucha por la cultura marcara con sello indeleble su destino. Las vicisitudes de aquellos años formaron su carácter y acicatearon sus sueños y esperanzas. Las circunstancias adversas le exigieron pugnacidad y ésta implicó imaginación creadora para manejar las armas del pensamiento. El núcleo de jóvenes intelectuales, llamado “La Bohemia Trujillana”, “Grupo de Trujillo” o “Grupo Norte”, tuvo por mentores a Antenor Orrego y José Eulogio Garrido, y junto a ellos figuraron: César Abraham Vallejo Mendoza, Víctor Raúl Haya de la Torre, Alcides Spelucín, Macedonio de la Torre, Carlos Valderrama, Carlos Manuel Cox, Francisco Xandóval, Juan Espejo Asturrizaga, Oscar Imaña, Federico Esquerre, Daniel Hoyle, Eloy Espinoza, Manuel Vásquez Díaz, Alfonso Sánchez Arteaga oCamilo Blas, Juan José Lora, Alfredo Rebaza Acosta, Julio Esquerre (Esquerriloff), Leoncio Muñoz, Néstor Martos, Francisco Dañino…cuando el Grupo se dispersaba, Ciro Alegría.Esta pléyade tuvo que actuar con beligerancia intelectual para abrir su auténtico camino en un ambiente negativo y hostil. Solo así pudo realizar, según palabras de Orrego escritas en 1926, “lalabor tal vez de más dilatada envergadura espiritual y de más fuerte virtualidad cohesiva que se hadado en los últimos años de la República”. Podría decirse que tal juicio vino de parte interesada y se emitió en tiempo cercano a los hechos, pero es certero como lo corrobora la obra realizada por cada personaje, y hasta es modesto conforme lo amerita el historiador Héctor Centurión Vallejo cuando anota: “El Grupo [Norte] realizó en el Perú el más importante movimiento intelectual, la más vital revolución ideológica, que en sus fines y objetivos, aunque distintos, es comparable a la revolución ideológica que precedió a la guerra de la independencia”. En momento posterior al citado, Orrego ha dejado otros testimonios de sus imborrables recuerdos de aquellos años. Dice en

Mi encuentro con César Vallejo: “A fines de 1915 publiqué una página íntegra con los versos de Spelucín, Vallejo e Imaña en “La Reforma” (…) Alrededor de ella y, poco antes, alrededor de la revista “Iris” comenzó a configurarse y canalizarse el movimiento literario inicial, que hubo de alcanzar su mayor brillo, difusión e influencia alrededor del diario trujillano“ El Norte”, que Spelucín y yo fundamos (…) “El Norte” se constituyó en el centro inspirador y animador de la novísima corriente intelectual y literaria en todo el norte de la república, que se extendió luego al país entero y que tuvo su arranque o epicentro en la ciudad de Trujillo”.

Y añade:

“Las veladas transcurrían entre lecturas, comentarios de los nuevos libros, conferencias improvisadas, recitaciones poéticas, música clásica y, más que todo, la crepitante algazara de los mozos que incursionaban con frecuencia en los restaurantes y cafés de la ciudad. En altas horas dela noche, las calles trujillanas, devolviendo el eco de nuestras voces, nos vieron deambular con ruidosa alegría en ocasiones innumerables. Solíamos, también, trasladarnos a las playas cercanas: Buenos Aires, Huanchaco, Las Delicias y, en muchas ocasiones, nos sorprendió el amanecer, frente al mar, recitando versos de Maetelinck,

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