Historia Peu
Enviado por jairgesault • 9 de Mayo de 2014 • 7.065 Palabras (29 Páginas) • 275 Visitas
ZARATE, Agustin de
1555/1968 Historia del descubrimiento y conquista de la provincia del Peru.
Biblioteca Peruana, tomo 2, pp. 105-413.
Lima: Editores Tecnicos Asociados S.A.
107001 HISTORIA DEL
DESCUBRIMIENTO Y CONQUISTA
DE LA PROVINCIA DEL PERU
Y DE LAS GUERRAS Y COSAS SENALADAS EN ELLA,
ACAECIDAS HASTA EL VENCIMIENTO DE GONZALO PIZARRO
Y DE SUS SECUACES, QUE EN ELLA SE REBELARON
CONTRA SU MAJESTAD
107008 POR
107009 AGUSTIN DE ZARATE
107010 Contador de mercedes de la majestad cesarea
107011 A LA MAJESTAD DEL REY DE INGLATERRA,
PRINCIPE NUESTRO SENOR, DON FELIPE II
107013 SACRA CATOLICA REAL MAJESTAD: Sirviendo yo el cargo
de secretario en el real consejo de Castilla, donde habia quince anos
que residia, en fin del ano pasado de 1543 me fue mandado por la
majestad del Emperador Rey nuestro senor, y por los del su consejo
de las Indias, que fuese a las provincias del Peru y Tierra-Firme
a tomar cuenta a los oficiales de la Hacienda real del cargo de sus
oficinas y a traer los alcances que della resultasen. Y asi, me embarque en la flota donde fue proveido por visorey del Peru Blasco
Nunez Vela. Llegados alla, vi tantas revueltas y novedades en
aquella tierra, que me parecio cosa digna de ponerse por memoria,
aunque, despues de escrito lo de mi tiempo, conosci que no se podia
bien entender si no se declaraban algunos presupuestos, de donde
aquello toma su origen; y asi, de grado en grado fui subiendo hasta
hallarme en el descubrimiento de la tierra; porque van los negocios
tan dependientes unos de otros, que por cualquiera que falte no tienen
los que se siguen la claridad necesaria; lo cual me compelio a
comenzar (como dicen) del huevo trojano. No pude en el Peru
escrebii ordenadamente esta relacion (que no importara poco para
su perfeccion), porque solo haberla alla comenzado me hubiera de
poner en peligro de la vida con un maestre de campo de Gonzalo
Pizarro, que amenazaba de matar a cualquiera que escrebiese sus
hechos, porque entendio que eran mas dignos de la ley de olvido
(que los atenienses llamaban amnistia) que no de memoria ni perpetuidad. Necesitome a cesar alla en la escriptura, y a traer aca
para acabarla los memoriales y diarios que pude haber, por medio
de los cuales escrebi una relacion que no lleva la prolijidad y cumplimiento que requiere el nombre de historia, aunque no va tan
breve ni sumaria, que se pueda llamar comentarios, mayormente
yendo dividida por libros y capitulos, que es muy diferente de
aquella manera de escrebir. No me atreviera a emprender el un
estilo ni el otro si no confiara en lo que dice Tulio, y despues de
el Cayo Plinio, que, aunque la poesia y la oratoria no
tienen gracia sin mucha elocuencia, la historia, de cualquiera
manera que se escriba, deleita y agrada, porque por medio della
se alcanzan a saber nuevos acontecimientos, a que los hombres tienen natural inclinacion, y aun muchas veces se huelgan en oirlos
contar a un rustico por palabras groseras y mal ordenadas. Y asi,
no siendo el estilo de esta escriptura tan elocuente como se requeria, servira de saberse por el la verdad del hecho, quedando licencia y aun facilidad a quien quisiere tomar este trabajo para escrebir la historia de nuevo con mejores palabras y orden, como vemos que acontescio muchas veces en las historias griegas y latinas, y aun en las de nuestros tiempos. Lo que toca a la verdad,
que es donde consiste el anima de la historia, he procurado que no
se pueda enmendar, escribiendo las cosas naturales y accidentales
que yo vi sin ninguna falta ni disimulacion, y tomando relacion
de lo que paso en mi ausencia, de personas fidedignas y no apasionadas; lo cual se halla con gran dificultad en aquella provincia,
donde hay pocos que no esten mas aficionados a una de las dos parcialidades de Pizarro o de Almagro que en Roma estuvieron por
Cesar o Pompeyo, o poco antes por Sila o Mario. Pues entre los
vivos o los muertos que en el Peru vivieron, no se hallara quien no
haya recebido buenas o malas obras de una de las dos cabezas o
de los que dellas dependen. Si hubiere alguno que cuente diferentemente este negocio, sera cuanto a la primera de las tres partes
en que las historias se dividen, que es de los intentos o consejos,
en lo cual no es cosa nueva diferir los historiadores; pero cuanto
a las otras dos partes, que contienen hechos y sucesos, he trabajado lo que pude por no errar. Cuando acabe esta relacion sali de la
opinion, en que hasta entonces estuve, de culpar a los historiadores
porque en acabando sus obras no las sacan a luz, creyendo yo que
su pretension
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