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LAS VENAS ABIERTAS DE LATINOAMERCA: Un mal interminable o mirar más hacia adelante

sol2178Ensayo17 de Septiembre de 2015

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Desde hace muchos siglos Latinoamérica a venido a hacer el centro de explotación de los grandes países industrializados, nuestro pueblo a tenido que soportar la barbarie de los más ventajosos que se han llevado siglo tras siglo todas las riquezas naturales y minerales que fueron proporcionadas por Dios a este maravillosa tierra.

Es así como Fernando Galeano, autor del libro “Las Venas Abiertas de Latinoamérica” nos muestra esta cruda realidad, sucedida desde el descubrimiento de América, tejida a lo largo de la historia y porque no decirlo que es aun la terrible situación a la cual se enfrentan nuestras naciones.

Cristóbal Colon llegó a la tierra que él creía eran Las Indias y China, en busca de clavo de olor, jengibre, canela, pimienta y nuez moscada, especias altamente costosas y muy apetecidas por aquel reino español para conservar sus carnes, por ello buscaban una ruta más corta para así obtenerlas a mejores precios que los que le ofrecían los mercaderes. Pero cuan sorpresa, arribó a la tierra del ORO Y LA PLATA, este suelo bendito era el paraíso para estos hombres, que como jauría de lobos llegaron a arrasar no solo con sus entrañas, si no con todas aquellas almas que la habitaban y que habían vivido por tanto tiempo en la más completa ignorancia al no saber que todos aquellos metales preciosos eran tan apetecidos y que valían mas que sus propias vidas.

América fue víctima de la colonización y conquista por parte de aquellos hombres blancos que sometieron a los nativos sin ninguna posibilidad de resistencia, pues aquellas explosiones aun desconocidas para ellos, dejaban sin ninguna compasión ríos de sangre indígena. La pólvora marco la gran brecha entre conquistadores y conquistados.

La explotación minera atrajo a toda clase de europeos que zarpaban con la única intención de llevarse hasta el último gramo de metal, y así lo hicieron en zacatecas, Guanajuato, Potosí y Ouro Preto entre otras, estas alimentaron y contribuyeron al desarrollo de países como Inglaterra, Alemania y Francia.

Contradictorio es todo esto pues tales riquezas vinieron siendo aprovechados por otros, ya que España precursora de la colonización solo veía pasar todas estas a manos de los países a los cuales debía grandes sumas, convirtiéndose así poco a poco en una península llena de mendigos, donde su economía colapsaba cada día más, arrastrando con ella al abismo de su mediocridad a nuestros pueblos, plenamente plasmado en el caso de Potosí en Bolivia, la cual llegó a ser una ciudad donde el lujo y derroche por parte de los mineros era inmensurable, pues estos como perros hambrientos devoraban las minas de plata, así como también las millones de vidas de los miserable esclavos indios y negros, que los enriquecían a costa de sus propias vidas y la de sus familias.

Nuestras tierras fueron devastadas y luego condenadas poco a poco a la esterilidad concebida por el Monocultivo, especialmente el de la caña de azúcar, considerado por aquel viejo continente como el “oro blanco”, las Antillas, Nordeste de Brasil y la costas Peruanas fueron los escenarios propicios para continuar con la desgarradora escena de sufrimientos, hambre y destrucción a que fueron sometidos aquellos pueblos que estaban condenados a muerte.

Nuevamente alimentamos de alguna manera el desarrollo de potencias como Inglaterra, Holanda, Francia y Estados Unidos, convirtiéndose estos desde entonces en depredadores de materia prima que solo nuestro suelo puede brindar, y que llena día a día sus estómagos insaciables.

La realidad actual de América Latina no es ajena a la que se vivió desde el descubrimiento, seguimos sumidos en el subdesarrollo, un destino no pedido, pero marcado por aquellos que comenzaron a desangrarnos y que se ha impregnado en nuestras mentes como

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