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La Verdadera Historia De Mexico

rodi3619 de Mayo de 2015

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cEL VIRREINATO Y EL NUEVO ORDEN

Pilar Gonzalbo Aizpuru

La población indígena seguía siendo más numerosa que la de españoles en gran proporción, y, sin embargo, en las ciudades ya se sentía una importante presencia de criollos y peninsulares, y como consecuencia de exportación de esclavos africanos, los mulatos aumentaban casi tanto como los mestizos.

Se imponía el criterio programático de enseñarles tan solo lo que se consideraba esencial para su salvación y aquello que era adecuado a la posición que les correspondía ocupar.

Mediatizados por la acción de las autoridades locales españolas, alejados del sacerdocio y sin posibilidad de acceder a cargos administrativos, los caciques y señores quedaron también al margen de los estudios, y ello pose a que formalmente la Real Universidad, que se erigió en 1553 en la capital del virreinato, estaba destinada a los ¨hijos de los naturales y de los españoles¨.

Los peninsulares y lo criollos en general y los eclesiásticos en partículas eran responsables de educar con su ejemplo, nunca formaron un sistema estructurado de enseñanza, pero que respondieron a la política real y a la organización social del virreinato.

LA IGLESIA DOCENTE: EVANGELIZACIÓN Y CATEQUESIS

Para resolver dudas y planear estrategias, se reunieron juntas eclesiásticas en distintos momentos. La primera fue en 1524, posteriormente en 1532, 1536,1537, y 1539. La tendencia fue progresivamenteestrictiva; se reprochó a los franciscanos que hubieran asumido una autoridad que no les correspondía, al castigar con azotes o encierro a los indios que no asistían a la doctrina o dejaban de cumplir los preceptos. En 1555 al reunirse se llamó Primer Concilio provisional.

Se dispuso que la enseñanza de la religión a los neófitos se redujese a los temas esenciales: artículos de la fe, mandamientos, sacramentos y oraciones. En 1565 y 1585 se reunieron sínodos o concilios provinciales, cuyo objetivo era difundir y adaptar las directrices del trascendental concilio convocado por el Papa para reglamentar la vida religiosa de todos los católicos sometidos a Roma, y cuyas sesiones se habían celebrado en la ciudad de Trento, durante los años 1545 a 1563.

En estas reuniones se confirmaron las decisiones tomadas anteriormente y se concretó la forma en que debían enseñarle el catecismo a la población indígena, los horarios y los textos.

Los adultos acudirían los domingos y recibirían instrucción inmediatamente antes de asistir a la misa. Las ordenes regulares, que habían redactado textos doctrinales adaptados a las necesidades de los fieles de distintas regiones y lenguas, se resistieron a cumplir estos mandatos y parece seguro que durante algún tiempo.

En la práctica, y ya que se apegaba al texto del catecismo tridentino, para la enseñanza en español se usó el del padre Jerónimo Ripalda que llegaba de la metrópoli periódicamente en remesas de varias docenas, de este pudieron derivarse las posteriores traducciones, cuya relativa antigüedad puede reconocerse según incluyan o no la cantinela introductoria del ‘ Todo fiel cristiano es ta muy obligado a tener devoción…’, que se incluyó ya avanzado el siglo XVll. Incluso, como adaptación de Ripalda, se produjo un cambio, que fue la enseñanza de prácticas cotidianas como la forma de vestir y, particularmente en el mundo rural, los nuevos cultivos y críadeanimales domésticos, las técnicas de trabajo y los cambios de habito de consumo.

La doctrina cristiana era básica para integrarse en forma adecuada a la sociedad, pero no suficiente para desarrollar cualquier actividad o dedicarse a diferentes profesiones. Quienes pudieron costear esta modesta instrucción o consiguieron lugares de gracia, asistieron a las escuelas elementales (los varones) y a las escuelas de amiga, llamadas simplemente amigas (las niñas).

LOS INDIGENAS Y EL MUNDO RURAL

El éxito inicial y el temprano fracaso del colegio de Tlatelolco, quedaron en la memoria de la población, de modo que ya no se pondrían en duda la capacidad de los indios para cursar estudios superiores, los jesuitas en 1572, y su inquietud por la necesidad de participar en labores evangelizadora, les llevo a erigir dos internados destinados a los jóvenes hijos de caciques o principales: el de San Gregorio de la ciudad de México y el de San Martin de Tepoztlán. Comenzaron por estimular el aprendizaje de las lenguas náhuatl y otomí, y por recibir en la orden a sacerdotes que ya las hablaban, como el padre Juan de Tovar. Según el principio renacentista de la educación por el ejemplo, se consideraba importante instruir a quienes algún día tendrían posiciones distinguidas en sus comunidades y, por tanto, mayor influencia sobre los demás. Pocos años después se abrió en la capital el internado de San Gregorio, similar al de San Martin. Establecieron la diferencia de considerar un orden de estudios, incluir la enseñanza metódica de lectura y escritura y dar importancia primordial al aprendizaje de la lengua castellana.

LA ENSEÑANZA ARTIFICIAL

Por necesidad y por vocación, los frailes no limitaron su tarea a la enseñanza del catecismo, sino que, desde los primeros momentos, comenzaron a instruir a los indios en técnicas de trabajo que les permitirían aprovechar sus habilidades para ganarse la vida dentro del nuevo orden, al mismo tiempo que proporcionaban a los españoles los objetos que se necesitaban. La más conocida fue la escuela franciscana de San José de los Naturales, pero no se quedaron atrás los agustinos en su convento michoacano de Tiripetío Según lo que recomendaban las ordenanzas, los maestros deberían tratar a los aprendices como si fueran sus hijos; no solo enseñarles las técnicas de su profesión, sino también instruirlos en la doctrina

cristiana y formarlos en buenas costumbres; pero en la práctica, la vida de un aprendiz era la de un pequeño sirviente obligado a realizar las tareas del hogar y los trabajos más pesados, de modo que muchos padres y tutores por cambiar a sus pupilos a otro taller. El tiempo calculado para el aprendizaje era por lo común de cuatro años o algo más o menos, según la edad del aprendiz y la dificultad del oficio.

LA EDUCACIÓN SUPERIOR

La universidad medieval nació como la institución conservadora del ser humano, que podría dar una interpretación del mundo, que respondiera a las preguntas sobre la justicia de las leyes y que permitiría proponer soluciones a los problemas de gobierno y de convivencia.

Enfrentada a la competencia de los colegios jesuitas y de los estudios de los dominicos y de otras órdenes regulares, la universidad siempre mantuvo el privilegio de ser la única institución que podía dar grados académicos superiores, con tardías excepciones, aunque algunas de sus cátedras no estuvieran muy concurridas.

El estudio de la lengua latina, en la que se concentraban los cursos de Humanidades, era necesario como paso previo para el acceso a cursos universitarios, que se impartían en latín. Las facultades que otorgaron títulos y grados académicos fueron Artes, Medicina, Cánones, Leyes y Teología. Mientras se mantuvo el esplendor de los colegios de compañía de Jesús, la Real Universidad mantuvo precariamente las cátedras de Artes. Las clases eran gratuitas y los derechos de examen bastante moderados, pero los gastos se elevaron con los pagos adicionales exigidos por el reglamento para obtener la licenciatura o el doctorado.

Los pasantes que aspiraban a grados superiores estaban obligados a impartir determinado número de clases, lo cual, al cabo de tres años, les permitiría presentar y defender públicamente las tesis con las que obtendrían el grado de licenciado y maestro, previo pago de las ¨propinas¨, que encarecían el tramite.

LOS COLEGIOS DE LA COMPAÑÍA DE JESUS

Fundador, Ignacio de Loyola, su proyecto de formar clérigos instruidos exigió la fundación de internados y escuelas. El paso siguiente fue la recepción de seglares y por último la diversificación de los cursos escolares: desde la enseñanza de las primeras letras hasta los grados universitarios.

Además del de la capital, que también se llamo máximo o colegio de México, otras nueve casas iniciaron sus tareas docentes en el último cuarto del siglo XVI (Patzcuaro, Oaxaca, Puebla, Veracruz, Valladolid, Guadalajara, Zacatecas, Durango y San Luis de la Paz), y en 1761 eran más de 20, a las que habría que incorporar las misiones en el noroeste del virreinato, los convictorios, o residencias de estudiantes, la casa Profesa, sin ocupaciones de docente las casas destinadas a ejercicios espirituales.

El establecimiento de un colegio de la Compañía en una iudad era un signo de prestigio que los vecinos valoraban y que los enorgullecía. Pero no faltaron ofertas de propietarios acaudalados que les entregaban bienes muebles e inmuebles suficientes para erigir y sostener un colegio, siempre con la condición de que no solo se dedicaran a las funciones propias de la administración de los sacramentos y asistencia espiritual, sino que también abrieran escuelas.

Las escuelas no solo fueron de gramática latina y de estudios superiores, si no de primeras letras, ya que difícilmente habrían podido reunir alumnos para el estudio del latín en ciudades en las que no había escuelas elementales.

Las lecturas latinas programadas para los cursos de humanidades, diversas, seleccionadas y cuidadosamente expurgadas, ofrecían el panorama de las letras clásicas como modelo de corrección en el lenguaje, de claridad de pensamiento y de elegancia en la exposición.

LOS ESTUDIOS PARA CLERIGOS

pronto se abrieron

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