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Las Ciudades Y Las Ideas - José Luis Romero (Resumen)

chuncocoResumen1 de Mayo de 2016

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Latinoamérica. Las ciudades y las ideas

José Luis Romero.

Introducción: Este libro intenta responder a la pregunta de cuál es el papel que las ciudades han cumplido en el proceso histórico latinoamericano.

La ciudad era la forma más alta que podía alcanzar la vida humana, la forma “perfecta” (razón por la cual la ciudad se transforma en un escenario tan importante). La américa indígena fue un mundo predominantemente rural.

Latinoamérica a partir del siglo XVI se constituye como una proyección del mundo europeo, mercantil y burgués. Vigorosos centros de concentración de poder, las ciudades aseguraron la presencia de la cultura-europea, dirigieron el proceso económico, y sobre todo, trazaron el perfil de las regiones sobre las que ejercían influencia.

La historia de Latinoamérica es urbana y rural. El mundo rural fue el que se mantuvo más estable y las ciudades fueron las que desencadenaron los cambios partiendo tanto los impactos externos que recibieron como de las ideologías que elaboraron con elementos propios y extraños.

Distinta concepción de los métodos que debían utilizarse tuvieron España y Portugal.

Portugal

- confió la tarea a los sectores que recibieron las tierras aptas para la agricultura.

.Centros administrativos, las ciudades fueron durante largo tiempo simples factorías que daban paso a la riqueza que se embarcaba para Europa.

España

- imaginó su imperio colonial como una red de ciudades.

- a diferencia de Portugal, asignaba a la colonización una trascendencia que no se agotaba en la explotación económica.

Función de la fundación de ciudades → más que erigir la ciudad física, creaba una sociedad. Y esa sociedad le correspondía conformar la realidad circundante, adecuar sus elementos –naturales y sociales- al designio preestablecido. La sociedad urbana se constituía conformada por una ideología.

La ciudad ideológica se apoya en dos premisas. Una era el carácter inerte y amorfo de la realidad preexistente. La otra era la decisión de que esa realidad suscitada por un designio preconcebido no llegara a tener un desarrollo autónomo y espontáneo.

Aquella decisión suponía la percepción del riesgo. Riesgo del mestizaje, la aculturación y posibles rebeliones se creó la red de ciudades, de sociedades urbanas compactas, homogéneas y militantes, encuadradas dentro de un riguroso sistema político rígidamente jerárquico y apoyado en la sólida estructura ideológica de la monarquía cristiana.

Función de las ciudades desde la colonia española → Asegurar dominio de la zona, ser baluartes de la pureza racial y cultural del grupo colonizador, promover el desarrollo de la región en que estaban insertas. Función específica → ser puertos, reductos militar, centros mineros o emporios mercantiles.

La red de ciudades debía crear una América hispánica. Para que constituyera un Imperio era imprescindible que fuera homogéneo, monolítico, que el aparato estatal fuera rígido y que el fundamento doctrinario del orden establecido fuera totalmente aceptado tanto en sus raíces religiosas como en sus derivaciones políticas y jurídicas.

Las ciudades → endebles centros administrativos en un comienzo, poblados por sociedades urbanas de mezquinos recursos y escasas aspiraciones → comenzaron a crecer y tonificarse hasta adquirir, en el siglo XIX, una significación semejante a la que por entonces cobraban en el área hispánica.

Ciudades parten como un “américa europeizada”, una nueva Europa, inmersa en el sistema de relaciones creado por Europa. Pero dentro de esos marcos, comenzaron a cobrar cierta autonomía.

Cada sociedad urbana tomó conciencia de que era una ciudad distinta a las ciudades urbanas de España, cada una de ellas atada a sus propios problemas.

  1. Latinoamérica en la expansión europea

Llegada de los europeos significó una nueva era para América. Era una fuerza que llegaba de fuera y operaba según su propia ley. Para las Soc. Europeas, en cambio, la invasión de un mundo ajeno estaba dentro de la lógica de su propia transformación.

  1. Primera expansión europea hacia la periferia: Sistema mercantil había quebrantado las ciudades y la vida urbana cayó en decadencia. Toda el área, en poco tiempo, adquirió fisonomía rural, donde se constituyó la sociedad cristiano feudal. Señorío económicamente autosuficiente fue la expresión de su estructura económica, como la monarquía feudal, ejercida por un rey fue la expresión de su estructura política.

La ciudad no sólo satisface ciertas aspiraciones de los nuevos grupos: seguridad, libertas, también pone en funcionamiento un mercado → espacio libre donde se encontraban vendedores y compradores bajo la garantía de un poder.

La ciudad demuestra ser el más activo instrumento de cambio del sistema de relaciones económicas y sociales.

  1. Papel de las ciudades en la expansión hacia la periferia: En el proceso de expansión hacia la periferia las ciudades cumplían un papel singular: ser el instrumento que se decidió para consolidar la expansión y asegurar sus frutos.

Sólo la nueva economía (mercantil) permitía desplegar el aparato necesario para alcanzar objetivos.

La ciudad fue  recinto cercado dentro del cual funcionaba un mercado y solía tener calles diversas en las que había tiendas y talleres.

Para los hombres de iglesia, la ciudad era, no sólo fortaleza y mercado, sino que, centro de catequesis para los infieles y de vigilancia para la fe de los recién llegados. La ciudad era pues, un instrumento perfecto de dominación.

  1. Actitudes Señoriales y actitudes burguesas: Por la expansión a la periferia hubo una colaboración señorial y burguesa.

La clase señorial tenía una concepción trascendente de la vida y creía en el fundamento sobrenatural de todo el sistema de relaciones vigente en el mundo. Consideró la riqueza en tierras como algo que el poder le otorgaba por añadidura: el poder primero y la riqueza después.

La clase burguesa, nacía como una concepción inmanente de la vida, es decir, naturalista y profana. Palanca para forzar su emancipación fue el dinero y la subestructura dependiente que constituyó fue una economía monetaria. Se centró en la riqueza, y se imaginó que el poder era algo que la riqueza podía dar por añadidura.

En rigor, así nació el capitalismo: con la primera expansión europea hacia la periferia y con el primer ensayo de complementación de objetivos y de aptitudes de la clase señorial y clase burguesa.

  1. El ajuste de la sociedad feudo burguesa: Primer ciclo de expansión de la economía urbana dura desde el siglo XI hasta principios del XIV.

La monarquía buscó el control de todos los resortes del poder. Había una tensión entre burguesía y feudalidad. Luego de constantes conflictos frontales, burguesía y feudalidad trataron de aliarse, sobre todo para contener la creciente movilidad social: para fines del siglo XV lo habrán conseguido en casi toda Europa.

Esto se debe a que la ampliación del horizonte económico, con la previsible multiplicación de las ganancias, implicaba riesgos y dificultades que no se podían sobrepasar sin el apoyo del poder político. Cuando las burguesías urbanas quisieron integrar un mercado regional para extender sus posibilidades, descubrieron que necesitaban el apoyo de un señor territorial.

  1. Segunda expansión europea hacia la periferia: Tras la explosión demográfica del siglo XI se estancó el crecimiento de la población y hubo luego una acentuada retracción desde mediados del siglo XIV.

Oriente significaba el lujo. Portugal concibió la idea de buscar su propio Oriente, explorando las islas occidentales y la costa africana.

En realidad, todo empezó a partir de las profundas trasformaciones sociales que Portugal experimentó después de 1380. Un país que no podía hacer frente a una flota castellana por falta de recursos navales, se transformó en poco tiempo en una gran potencia marítima, sobre todo por Enrique el navegante.

Los castellanos tenían cierta tradición marinera en el Atlántico, pero desde muchos años antes habían renunciado a competir con Portugal en el área africana, como quedó asentado en el tratado de Alcacovas de 1479. Fue así como prestaron oídos a otros proyectos y apoyaron el de Colón que culminó en 1492 con el descubrimiento del continente americano.

  1. Las sociedades que crearon los imperios: Portugal y los reinos de Castilla y Aragón habían pasado por graves crisis. Esas crisis y los procesos que entonces se generaron fueron los que desembocarían fluidamente en los caminos ya transitados sino en los incógnitos que se ofrecían más allá de los mares.

El atlántico ofrecía no sólo a los sectores mercantiles, sino también a los sectores de la nobleza ambiciosa, empobrecida y especialmente a la pequeña nobleza –los hidalgos- que ponían sus esperanzas en la política renovadora de la casa de Avis, fueron esas clases las que supieron constituir la alianza feudo-burguesa que decidió explorar el Atlántico.

Dos políticas se esbozaban en la primera mitad del siglo XV: Una, la de Enrique el navegante que procuraba la expansión ultramarina de Portugal y otra, la del infante don Pedro, que pugnaba por una intensificación de la agricultura y de la pesca, del comercio marítimo, del tráfico de esclavos, de metales y de especias. La primera parecía atraer a los nobles y la segunda a la burguesía.

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