Los Coliqueo Y El Diálogo De Culturas Y Fronteras
aldeano21 de Noviembre de 2012
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LOS COLIQUEO Y EL DIÁLOGO DE CULTURAS Y FRONTERAS
Autor: Ricardo Noceti
Antecedentes históricos y familiares
Ignacio Coliqueo, patriarca de la tribu, habría nacido hacia 1796, en la región de Boroa (Huincul), entre los ríos Bío-Bío y Tolven, en Chile.
Según una antigua tradición familiar, los Coliqueo descendían del famoso cacique Caupolicán, héroe máximo del pueblo mapuche, que resistió heroicamente el avance de las tropas españolas en el siglo XVI.
Su nombre cristiano Ignacio le viene de la reducción fundada en la zona que lo vio nacer: San Ignacio de Boroa. Su nombre mapuche significa “el rubio”, probablemente por su tez más clara de lo habitual entre los de su etnia.
Su padre, según Meinrado Hux, debió ser Curriqueo, valiente lonco que murió en una encarnizada batalla en las guerras de independencia. Su familia había hecho causa común con los realistas españoles en la así llamada “guerra a muerte” entre criollos y españoles, que duró entre 1818 y 1825.
El 24 de diciembre de 1821, las huestes de Curriqueo se enfrentaban a los indios de Maquehue (aliados de los criollos) y, después de un largo combate, Curriqueo desafió al jefe patriota, para decidir en un duelo personal la suerte de la batalla. Éste no aceptó el reto, pero sí lo hizo el cacique Maquehue, que ultimó de un trabucazo al cacique boroga.
En esa ocasión murieron muchos indios de lanza de la tribu, e Ignacio Coliqueo, con los restos diezmados de su gente, emigró a la Argentina.
Cruzaron la cordillera, luego bordearon el Colorado y llegaron a Salinas Grandes, donde se habían radicado ya varias tribus de borogas (aunque el número de cuarenta mil indígenas que algunos estudiosos arriesgan, nos parece un tanto exagerado). Allí parece que los borogas habrían sufrido la influencia de los hermanos Pincheira, bandoleros chilenos que luego de tener a mal traer al gobierno de aquel país, huyeron a Argentina y asolaban sobre todo las provincias de Mendoza, San Luis y La Pampa. Parece ser que los Coliqueo los habrían apoyado en alguna de sus incursiones.
Rosas y Calfucurá
Ya desde algunos años antes había comenzado a notarse la influencia de Don Juan Manuel de Rosas, hacendado de la pampa, que culminó con su nombramiento a la Comisión pacificadora de la relación con los indígenas.
Rosas, en realidad, ya había iniciado antes una política de acercamiento a los indígenas, algunas de cuyas tribus residían en sus estancias o las de sus parientes y cuyas lenguas dominaba bastante bien, aunque durante su gobierno alternará alianzas y amenazas, prebendas y castigos.
En 1829, cuando es nombrado gobernador, intensifica su trato con las tribus. Especialmente con aquéllas que se muestran más dóciles y que, por tanto, serán consideradas “amigas”.
Parece que en la campaña castigo de 1832 contra el cacique Vicente Quiñigual habían participado también indios de Coliqueo, con lo cual fueron ganando la confianza del gobernador. El coronel Manuel Delgado, que iba con ellos, los elogió ante Rosas, afirmando que se podía confiar en ellos como tropa leal y valiente.
El Gobernador los convocó a un parlamento a Bahía Blanca el 26 de abril de 1833 y los invitó a estar en paz con él y a combatir a los “indios malos”. Ya era inminente su campaña del desierto. Concretamente les pidió que se enfrentaran a los ranqueles con quienes él tenía cuentas pendientes y aún no había podido atraerlos con pactos y dádivas. Sin embargo, los Coliqueo, como otras tribus boronas, no quisieron ceder a estas presiones, ya que estaban en buenas relaciones con los ranqueles e incluso tenían varios parientes entre ellos.
A partir de ese momento, Rosas se enemistó con ellos y los habría de castigar duramente.
El 25 de mayo de 1834, el gobierno chileno alertó a Rosas de que alrededor de 2000 mapuches estarían cruzando la cordillera. Entre ellos estaban algunos caciques que en la “guerra a muerte” se habían enfrentado con los borogas.
Rosas no sólo no se opuso, sino que los utilizó y los apoyó –hizo alianza con ellos- para que atacaran a los que él consideraba los “indios malos”.
El cacique Calfucurá, que había tenido su reducto junto al Volcán Llaima, parece que ya había venido otras veces a comerciar a la pampa. Su prestigio había ido creciendo y gozaba de la confianza de indios y cristianos.
Como era costumbre entre los indígenas, mandó dos mensajeros a avisar al cacique principal Mariano Rondeau que su comitiva venía en son de paz para comerciar, como ya lo había hecho con otras tribus.
A uno de los mensajeros le pidió que quedase como rehén, mientras el otro volvería con la respuesta y los permisos correspondientes. El cacique Rondeau aceptó la propuesta e invitó a varios caciques de los alrededores a hacerse presentes para el intercambio.
Apenas regresó el mensajero con la aprobación de Rondeau, Calfucurá lanzó un gran parlamento, en el que reveló abiertamente su plan: atacarían por sorpresa a los borogas. Como hubo un momento de indecisión entre los capitanejos, el cacique mapuche insistió en que si le seguían tendrían abundancia de ganado y vivirían en paz. Y casi todos accedieron.
Entonces se pusieron en marcha silenciosamente durante la noche. Y cuando comenzaba a aclarar, los pacíficos comerciantes convertidos en fuertes guerreros, cayeron sobre los borogas sembrando la confusión y el terror. Era el 8 de septiembre de 1834.
El rehén que había quedado en el toldo de Rondeau, obedeciendo precisas instrucciones ya había lanceado al cacique y, cuando varios loncos se acercaban a ese lugar para coordinar la defensa, llegaba Calfucurá con su escolta que terminó también con ellos. El resto se fue dispersando y huyendo como pudo. Se calcula que murieron en el ataque alrededor de mil indios.
Coliqueo recibió un fuerte bolazo en la cabeza y lo dejaron por muerto. Su perro ovejero lo salvó, arrastrándolo y ocultándolo en unos pajonales. Luego algunos borogas que lo encontraron tirado lo llevaron consigo, pero había perdido todos sus bienes y familia.
Entre los ranqueles
Cuando Coliqueo pudo reponerse de sus heridas, con los borogas que habían sobrevivido partió hacia el oeste, hacia La Pampa, llamada por los indígenas Mamuil Mapu. Pidieron asilo a los ranqueles y se radicaron entre ellos. Allí Ignacio volvió a formar familia y le nacieron varios hijos.
Allí fue creciendo nuevamente su tribu que, después de unos años, se radicó más al norte, casi en la frontera con Córdoba.
En este período, que va aproximadamente de 1836 a 1852, trabó amistad con el coronel Manuel Baigorria, militar unitario que se había refugiado entre los indios, huyendo de Rosas y, junto a otros correligionarios, había formado un campamento en la zona de Trenel, en la Provincia de La Pampa, donde Baigorria vivía como un indio más, participando incluso de los ocasionales malones, ya que se había ganado la confianza de los ranqueles. Les había enseñado también a trabajar la tierra, a criar aves de corral y a organizar mejor el ganado.
Coliqueo los acompañó también en varios malones e incluso le dio a Baigorria a su hija Lorenza en matrimonio.
Después de la caída de Rosas, Urquiza indultó a Baigorria y lo nombró jefe de la frontera de Córdoba y San Luis, pidiéndole que mantuviera en paz a los ranqueles, con quienes de hecho se firmó un acuerdo en 1854.
Entre tanto, a partir de 1852, Calfucurá había llamado a Coliqueo a colaborar con él, como segundo cacique y ministro de la Confederación. Coliqueo aceptó, pero como no se fiaba mucho de quien había sido responsable de la gran matanza de Masallé, no se mudó con su gente a Salinas Grandes, sino tan sólo con una escolta de noventa hombres. En efecto, había sido grande el resentimiento que había dejado aquel hecho en muchos mapuches. Y él seguía yendo y viniendo a La Pampa, donde había quedado su numerosa familia y también para encontrarse con su gran amigo, el coronel Baigorria.
Junto con Calfucurá salvaron del desastre a Catriel, hostigado por las tropas de Mitre, en la batalla de Sierra Chica, en 1855.
EN RECUADRO:
“Cuando acaeció la muerte de Rondeau (1834), ya empezaba a figurar. Se refugió entre los ranqueles, bajo el amparo del cacique Painé. Allí vivió muchos años la causa común, hasta 1852, año en que se trasladó a Salinas Grandes, tras un pacto que celebró con Calfucurá. Allí lo vi el año 1853”. (De Las Memorias del ex cautivo Santiago Avendaño)
Nuevo éxodo
Sin embargo, la relación de alianza con Calfucurá durará muy poco tiempo. Ya en 1860 Coliqueo firma un tratado de paz con el Gobierno y hace alianza con Mitre y su partido, sobre todo a instancias de Baigorria.
La tribu de Coliqueo había adquirido ya bastante importancia. A lo largo del tiempo se le habían sumado otros borogas que también se habían distanciado de Calfucurá.
Entre tanto, Mitre los convocó a la batalla de Pavón. Allí los Coliqueo tuvieron una actuación muy destacada. El que dirigió a los indios fue Simón Coliqueo. De él dice el historiador Antonio G. del Valle: “Al frente de 300 indios lanceros llevó una formidable e incontenible carga, introduciendo el pánico y la consiguiente derrota en las fuerzas confederadas del General Urquiza. Puede decirse que los lanceros de Simón Coliqueo, si no decidieron la victoria, por lo menos contribuyeron en la mayor parte al éxito de la jornada. El Sargento Mayor
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