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Pelicula Dead Man

niqk27 de Octubre de 2012

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1. El viaje del Extranjero

El viaje se inicia y Jim Jarmusch es el responsable por el tránsito en su imaginario, irguiendo una construcción semántica donde cada paisaje se tiñe con su manera de concebir la historia, la cultura y el lenguaje. En este caso, el viaje con toda su carga histórica, se convierte en uno de los ejes esenciales sobre el cual se desarrollan los temas que urde el filme y que estructura la totalidad de la obra del autor: Jim Jarmusch.

Es necesario profundizar acerca de esta concepción de “viaje”, tan latente y vital en Jarmusch, sin concebir a dicho eje como una construcción simplista y banal de viaje, entendido como: “desplazarse de un lugar a otro” , ya que en la idea del viajar, del vagar sin rumbo aparente, del ir a ningún lado, asoman rasgos de una búsqueda existencial interna de los personajes o “perdedores jarmuscheanos”, en donde éstos se encuentran y reconocen. Además, es evidente que el entorno y los espacios afectan esa búsqueda en diferentes magnitudes; sin embargo, el verdadero cambio o “desplazamiento” se realiza dentro de cada personaje, cuando éste entra en contacto con el otro, con la cultura ajena. Por eso sería equivocado pensar el viaje como un ir y volver, ya que a veces no se vuelve o se vuelve diferente. A propósito de la cultura y del filme Dead man, Jarmusch comenta: “La de Norteamérica es una cultura descartable que es una mezcla de diferentes culturas. Para hacer un film sobre Norteamérica me parece lógico tener al menos una perspectiva que ha sido trasplantada porque la nuestra es una colección de influencias transplantadas”.

Para poder situar este relato histórica y culturalmente, es necesario establecer brevemente unas coordenadas de dicho tema en la tradición literaria y nombrar algunos de los “viajeros” más importantes. “Ya desde antiguo el viaje representa la condición humana, de tal forma que no sólo se trataría de la adquisición de unas experiencias, sino que además hay que buscar un simbolismo a cada una de las etapas, a cada uno de los pasos por los que transita el caminante”, nos expresa Carlos Alvar en el prólogo a La Divina Comedia de Dante. Por ejemplo, los libros de viaje del siglo XIII a través de sus largos itinerarios geográficos mezclados a veces con otros libros de literatura científica, describen, recorren y dan a conocer territorios ajenos para los hombres. Aunque hay casos particulares como el de Dante Alighieri, quien a esos libros de viaje le añadió elementos de la literatura de visiones, por ejemplo: la literatura apocalíptica-profética, creando con ello La Divina Comedia. Se cita a este autor y a su obra, no para entorpecer o alejar el objeto de análisis, “el extranjero”, sino para remarcar el tema central de La Divina Comedia que es el viaje, en el cual Dante, su protagonista y extranjero (o extraño) al territorio donde se mueve, encontrará su identidad. Esta especie de esquematización de la noción de viaje se remonta hacia atrás en el tiempo, hasta llegar a Homero y su Odisea, donde se narran las vicisitudes del héroe griego Odiseo (Ulises en la tradición latina) hasta su vuelta a Ítaca, y la larga peregrinación del héroe, durante la cual se tiene que enfrentar a innumerables peligros. El tema fundamental de la obra es el retorno. Y por esto se entiende una de las tantas formas que puede adquirir el viaje. Aunque otros temas también presentes en La Odisea se corresponden con los valores apreciados por la sociedad homérica. Por ejemplo, la fidelidad de Penélope o el valor casi sagrado e indicativo de la hospitalidad, en una sociedad caracterizada por un alto nivel de civilización. Me detengo sobre todo en estas características de hospitalidad y fidelidad para contrastarla con la sociedad que nos presenta Jarmusch, en donde la primera no existe, y menos hacia un extranjero como en este caso William Blake, y con respecto a la fidelidad sólo conocemos a Thel quien muere por él, siendo éste un desconocido para ella. Pero eso lo desarrollaré más adelante, no quiero perder el rumbo.

Pero, ¿por qué elegir a Dante y a Homero, cuando podría centrarme en otros o sencillamente en el viaje de William Blake? La razón es sencilla, además de tener a Nobody (Nadie) como el indio guía de Blake (que nos recuerda al episodio de Ulises con Polifemo o a Virgilio guía de Dante en su camino) se encuentran en esos héroes huellas que el propio Blake recorre de una u otra manera. Dante en uno de los cantos del Infierno relata un último viaje imaginario de Ulises, en el cual, ya cansado y viejo, decide realizar un último viaje al hemisferio austral, vedado a los hombres. Ulises después de unos meses de navegación divisa una montaña en el horizonte, más alta que ninguna otra, es la montaña del purgatorio, es decir, se encuentra cerca del más allá. Pero se levanta una tormenta que hace girar tres veces la nave y la cuarta vez la hunde y el mar se cierra sobre ellos. Ulises muere camino al más allá, a lo desconocido; Borges comenta que se podría pensar que busca ese raro suicidio; yo entiendo que encuentra la Última Gran Verdad, que no es más que la muerte.

Una vez recorrido en forma lacónica el camino y el viaje de algunos héroes de la literatura universal, habiendo tomado conciencia de las similitudes en la búsqueda, sobre todo de la identidad y del origen, a través de las transformaciones internas y externas de cada uno, ahora sí puedo meterme de lleno en el viaje de nuestro extranjero, William Blake.

Jarmusch, a través de Dead man, habla sobre el extranjero que, infringiendo la ley de la sociedad en donde reside, tiene que ser castigado con la muerte, a menos que escape al exilio, quedando así desterrado en lo desconocido. Y es así como el sobrevivir al margen de la civilización le será posible sólo si éste logra la aceptación del otro para constituir una identidad que no le permita diluirse en la Muerte.

El filme Dead man comienza con un epígrafe de Henri Michaux (1899-1984): “es peligroso viajar con un hombre muerto”, que luego de ver y analizar el filme, estas palabras toman carácter de epitafio. Desde un principio tenemos contacto con el lenguaje escrito de manos de este poeta y pintor belga nacionalizado francés, cuya vida estuvo marcada por el continuo conocer viajando. Varios de sus escritos están basados en viajes que el mismo realizó por Extremo Oriente, Ecuador y el resto de América Latina.

La trayectoria poética de Michaux fue desde el principio claramente espiritual: una vía para el conocimiento de sí mismo. Michaux exploró el ‘espacio interior’, y su imaginación poética se vio fortalecida por una intensa observación de la realidad, como se pone de manifiesto en sus novelasEcuador (1929), relatos de sus viajes y peripecias en esa región de América del Sur, o Un bárbaro en Asia (1932). En 1937 empezó a dibujar y a pintar, siguiendo la misma pauta que empleaba en sus escritos: “un viaje a través de uno mismo”. Pero, profundizando en uno de sus trabajos realizado en 1937 cuando se convierte en el redactor y jefe de la revista Hermes, que se publica en Bruselas, se advierte el grado de compromiso y coherencia en su obra, ya que no es menor mencionar que en la mitología griega Hermes es el Dios de las fronteras y los viajeros que las cruzan, además de ser también el Dios mensajero. Y es evidente que Michaux en su época y ahora Jim Jarmusch tienen algo para contarnos, algo que puede cruzar las fronteras del espectador.

Dejando atrás la cita de Michaux, el filme invita al espectador a viajar. Entonces, Jarmusch con simples palabras cargadas de violencia nos adentra en una historia de viajes, violencia y de sufrir la alineación y confusión que provoca un espacio ajeno y desconocido. Un viaje iniciático, un viaje hacia el origen, un viaje hacia el interior espiritual de uno mismo pero como extranjero, como un extraño a sí mismo, que intenta encontrar y establecer una identidad a veces perdida u olvidada. Evitando al mismo tiempo no diluirse en el caos de la no-identidad.

1.1 El ferrocarril como “fuerza industrial” hacia lo desconocido

Una vez dentro del campo de las imágenes, se presenta la locomotora como fuerza industrial, oscura e imparable tendiente hacia un destino inexorable y desconocido. Se puede observar cómo las ruedas giran en forma perpetua y mecánica, envueltas en nubes de vapor. Esta decisión de encuadre, de abstraer al objeto en planos detalle impide ubicarlo espacialmente más allá de las vías. La imagen juega con lo que muestra y esconde, invitando al espectador a llenar ese vacío, aunque sin saber que el carácter de ese viaje se aleja de la realidad (lo real) para bucear en las profundidades del espíritu.

Dentro de este gigante industrial está nuestro extranjero: William Blake, contador de Cleveland, que lleva en su portafolio una carta que le asegura un empleo. Lo presento como “extranjero” porque rápidamente en el curso del viaje se verá cambiar la gente con la cual él viaja. Empieza el viaje con gente de vestimenta símil a la suya, y con cierto grado de aseo, y sobre todo un mirar “amigable” y amistoso; pero luego de avanzado el viaje la gente circundante empieza a cambiar, y con ello también su aspecto empieza a sufrir desmejoras en su vestimenta (se presentan con ropas muy autóctonas, con pieles de animales, sombreros o gorros muy particulares), en su aseo se nota la barba desprolija y en la forma en que lo miran se manifiesta hostilidad y agresividad con respecto a él y a su apariencia foránea, es decir, un traje nuevo y limpio a cuadros, un sombrero que denota cierta ingenuidad e inocencia, cabellos aseados y prolijos, y el detalle de los lentes que le agrega un aire intelectual. Aunque esta sensación

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