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Proceseso historico de la formacion del estado nacion chileno


Enviado por   •  23 de Abril de 2018  •  Ensayos  •  2.171 Palabras (9 Páginas)  •  291 Visitas

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A partir de todos los autores, explique el proceso histórico de formación del Estado nación chileno.

Se da a través de un conjunto de acciones que se desarrollaron en los siglos XIX y XX para poder crear un ente en el cual las personas que habitan el país desarrollen un sentimiento de unidad, cooperación y patriotismo. Todo esto en relación con el “Estado nacional chileno”.

Señala Hobsbawn: La <> implica un grupo de prácticas, normalmente gobernadas por reglas aceptadas abierta o tácticamente y de naturaleza simbólica o ritual, que buscan inculcar determinados valores o normas de comportamiento por medio de su repetición, lo cual implica automáticamente continuidad con el pasado. (Hobsbawn, pág.8)

La bandera nacional, el himno nacional y el emblema nación son los tres símbolos por medio de los cuales un país independiente proclama su identidad y su soberanía, y como tales merecen respeto y lealtad inmediatos. En sí mismo trasmiten todo el pasado, el pensamiento y la cultura de una nación. (Hobsbawn, pág.17)

Podemos ver como estos símbolos están presentes en el estado nacional chileno, tanto la bandera como el himno representan hoy en día un punto de unión para el país siendo estos símbolos a los cuales los chilenos se aferran y protegen casi al punto de lo sagrado, pero no solo estos símbolos son un punto de encuentro para los chilenos, también están las fiestas nacionales, como diría Hobsbawn una tradición inventada, pues como señala peralta en su texto:

“Así, el 18 de septiembre de 1810 era comprendido bajo los términos de ‘nacimiento’ e ‘infancia’, puesto que a partir de ese instante Chile dio sus primeros pasos encaminados hacia la emancipación política. Al igual que la infancia, la historia de los primeros tiempos de la nación conlleva una serie de crisis que debían ir siendo superadas, a fin de experimentar los cambios que se anhelaban. Dicho de otro modo, en la época que se creía que los “[…] inciertos y vacilantes […]’’ pasos dados a partir de 1810 no estaban exentos de dificultades. Por el contrario “a partir de este hecho sencillo, Chile atravesó por contrastes peligrosos, sosteniendo una guerra sangrienta y desoladora […]’’’ que, a la larga, fue decisiva, pues demostró “[…] al universo que la nación quería ser libre […]’’’ (Peralta pág. 50-51)

Se puede ver a través de lo expuesto por peralta y lo expuesto también por Hobsbawn. Que  la constante repetición de esta festividad a lo largo del tiempo fue suficiente para que los habitantes de este país hicieran suya esta fiesta y legitimaran a esta como la principal celebración de independencia, a pesar de que en un momento de la historia chilena, como señala peralta existiesen dos celebraciones más, como lo fue el 5 de abril y el 12 de febrero, pero no solo esta repetición constante hiso que las personas se apegaran a esta fecha como la más importante, si no que como señala peralta en los párrafos recién mencionados, es la sensación de nacimiento de un estado.

Pero no solo estas fechas ni símbolos crean en las personas este apego por el estado pues como dice Góngora en su texto: “A partir de las guerras de la Independencia, y luego de las sucesivas guerras victoriosas del siglo XIX, se ha ido constituyendo un sentimiento y una conciencia propiamente “nacionales”, la “chilenidad”. Evidentemente que, junto a los acontecimientos bélicos, la nacionalidad se ha ido formando por otros medios puestos por el Estado: símbolos patrióticos (banderas, Canción Nacional, fiestas nacionales, etc.), la unidad administrativa, la educación de la juventud, todas las instituciones. Pero son las guerras defensivas u ofensivas las que a mi juicio han constituido el motor principal”. (Góngora, Pág. 12)

Podemos complementar lo que dice Góngora con los que nos señala Rivera en su texto en relación el soldado chileno: “En la guerra de 1879 aparecen algunas de las imágenes míticas del ejército chileno que persisten hasta la actualidad en el imaginario de la población. Una de estas imágenes es la del soldado feroz, invencible en batalla,18 que en la guerra de 1879 se consagró como mito en los combates que registró la historia y la tradición militar chilena. Esta ferocidad imprimió un sello de “oratoria bélica hacia el enemigo” que no solo se manifestó en el bando chileno, sino también en el peruano y en el boliviano. En el caso chileno, la ferocidad, como elemento guerrero, se relacionó en ocasiones con la efectividad en el combate del enemigo” (patricio rivera, pág. 270)

De esta manera al igual como se nos mostro al chileno en la guerra como un guerrero feroz se nuestra a nuestros vecinos como usurpadores de territorios y enemigos del pueblo chileno como nos señala Lacoste en su texto:

“La teoría que los historiadores desarrollaron sobre las fronteras con Argentina no tardó en volcarse a los manuales escolares. Estos abandonaron la mirada positiva hacia la Argentina, que habían tenido en la primera mitad del siglo XX e incorporaron el discurso de las tesis fundacionales y la noción del “Chile Fantástico”. Como resultado, la Argentina se presentaba como un país expansionista, agresivo y sustractor de territorio. (Lacoste, Pág. 50)

En resumidas cuentas, a lo largo de la segunda mitad del siglo XX, la teoría de “Chile Fantástico” fue transmitida en forma pública, homogénea, y reiterada a los niños, adolescentes y jóvenes que atravesaron todos los niveles del sistema educativo chileno, del básico al universitario, pasando por el medio, De acuerdo a estos textos, las relaciones entre Argentina y Chile se explicaban fundamentalmente a partir de la pareja conceptual de victimario y víctima, donde la Argentina cumplía el papel de país sustractor de territorio. (Lacoste. Pág. 55)

De esta manera se nos presenta a los países vecinos a lo largo de la historia como enemigos para el estado nacional chileno para de esta manera tener un punto de unión en lo emocional.

Para cerrar, podemos señalar con peralta como el poder de las elites de chile lograron traspasar estos sentimientos a todos los rincones del pueblo chileno para que cada uno de estos se hicieran participe de este naciente estado nacional chileno.

“Sin embargo, las autoridades fueron capaces de percibir el poder que conformaba el ‘bajo pueblo’ y lo necesario que era, para la consolidación nacional, reclutar las pasiones y sentimientos del mundo popular. La elite había comprendido que la legitimidad de la nación no pasaba exclusivamente por los niveles de adhesión que su propio grupo social manifestase, si no que debía conceder ‘espacios’ al ‘bajo pueblo’ dentro del ceremonial cuidadosamente estipulado, para que así este participara y se empapara de la idea de pertenecer a una comunidad nacional -en apariencia- cohesionada y homogénea”. (Peralta Pág. 85)

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