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EL ESTADO NACIONAL Y LA FORMACION DE ESTADO

juanito277Ensayo23 de Agosto de 2019

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EL ESTADO NACIONAL Y LA FORMACIÓN DL SISTEMA DE ESTADO  

Formación del Estado nacional

   A partir del siglo XII se observa una consolidación paulatina de los reinos, particularmente de Francia, que con la dinastía de lo Capetos va estructurando poco a poco la unidad nacional, ayudándose de las ciudades y fortaleciendo su autoridad sobre el territorio. En 1181 Felipe II sustituye el título tradicional de rey tradicional de los francos por el de rey de Francia. El monarca no sólo es el dirigente del pueblo, si no que ahora su mando se ejerce sobre una circunscripción territorial que habrá de construir, con el tiempo, la base de la unidad nacional. Empero, el ascenso del poderío de los reyes y los principios de la nación de nacionalidad no remplazan el sistema feudal, ya que éste se encuentra plenamente vigente durante la centuria que nos ocupa.

Monarquías nacionales del sistema feudal

   El feudalismo sigue siendo la nota característica de la época, los reyes utilizan las instituciones de tipo feudal para su provecho, en el sentido de emplear la naturaleza jurídica de los lazos de vasallaje para establecer su dominio. El feudalismo va a servir ahora, sobre las mismas bases jurídicas, para cimentar la base de los reyes. Estos hacían entrar en vasallaje a los señores feudales y así los sometían efectivamente a su autoridad. La estructura piramidal del feudalismo tenía al rey incamente como cabeza formal; el reconocimiento solo hacia él solo significaba la unión de aquella conformación social en medida que el monarca contaba con recursos económicos obtenidos del comercio y acrecentaba su dominio, en virtud del cual él resultaba el propietario original de todas las tierras concedidas en beneficio. En Inglaterra cuando un feudo quedaba vacante, tenia que revertirse a la autoridad de la corona; de esta manera, la institución real hacía valer su derecho de propiedad originaria sobre las tierras.

   Mediante el llamado consejo de auxilio constituyeron cuerpos colegiados de apoyo que no eran representativos en el sentido actual del término. Cada rey mantuvo, su función de suprema autoridad judicial, y así resolvían las cuestiones que le eran presentadas, por medio de tribunales reales. La confiscación consistía en la capacidad del rey, en tanto máxima autoridad feudal, de quitarle el feudo a quien no era digno de él.

   El impuesto permite al rey obtener recursos de carácter público. Encontramos aquí un elemento que llegara hasta nuestros días como características del Estado: el derecho de la autoridad a imponer una contribución. En la medida en la que el comercio crece y el rey lo grava con impuestos, logra contar con recursos que no están sujetos a la voluntad del señor feudal. El rey tiene una fuente de ingresos independiente el mayor o menor poder efectivo que ejerza sobre los barones de su reino.

   Los recursos frescos provienen del comercio de las ciudades, mediante el otorgamiento de las franquicias para la instalación de mercado, ello representa una entrada económica independiente de la formación feudal y además líquida: en moneda, susceptible de ser cambiada por otros bienes o servicios, uno de ellos muy importante el militar. El reclutamiento para la integración de un ejercito permanente aparece, así como un elemento fundamental en la creación del Estado.

La burguesía emergente

   Esta transferencia de medios económicos da origen a tensiones y pugnas entre la aristocracia feudal y la nueva clase burguesa, cuya fuente de riqueza no es la tierra sino el comercio o la industria.

Triunfo de las monarquías sobre el imperio y papado

   Continúa el afianzamiento de las monarquías nacionales, aunque con altas y bajas. El papado ve decrecer paulatinamente su poderío e incluso la idea del imperio, en el sentido de unidad general política de Europa, va desgastándose para dar paso a la aceptación de cada rey era “emperador de su reino”. A principios del siglo XIV Felipe el Hermoso, rey de Francia, entrara en abierta disputa con el papa Bonifacio VIII, en la que el monarca acaba por imponerse e incluso consigue, poco mas tarde (1309), la elección de clemente V, de nacionalidad francesa, como nuevo pontífice. Éste se da el lujo de trasladar la sede pontificia a la ciudad de Aviñón, en territorio francés.

   En 1377 el papa Gregorio XI decidió regresar la cede a Roma, las pugnas nacionales habían alcanzado tal nivel porque murió al siguiente año, que no se logro la unanimidad necesaria para la elección papal y surgieron dos pontífices; uno en Roma y otro en Aviñón.

   En 1366 el Parlamento ingles se había negado a pagar el tributo de naturaleza religiosa que exigía el papa, mientras el papa y el emperador habían estado disputándose un poder meramente teórico, se habían fortalecido los Estados Nacionales.

La idea de nación

   En el siglo XIV se establece la idea de nacionalidad, acerca de la idea de nación; algunos destacan la importancia del origen común que identifica a todos los miembros por el factor étnico. La nación no es exclusivamente una categoría sociológica, sino una idea impuesta también por nociones de naturaleza política. De esta manera, además de los elementos culturales, raciales, históricos, lingüísticos, etc., es indispensable añadir el proceso consolidador que significa la presencia de un poder centralizado de carácter estatal, valdría decir que no hay nación sin Estado.

   No puede configurarse plenamente la nación si no se ubica en un ámbito estatal, ni es posible imaginar al Estado moderno ajeno a un sustento nacional. Éste puede presentar mayor madurez por la homogeneidad de los distintos factores integradores y que en muchos casos el Estado tiene que actuar de manera más activa para consolidar la integración.

   Existen ejemplos en los dos sentidos: Japón nos presenta una elevada uniformidad histórica, lingüística y cultural a lo largo de muchos siglos; en cambio, Estados Unidos de América finca los valores nacionales en un proceso de acoplamiento de grupos étnicos distintos con orígenes diversos y culturas disímbolas. Lo que hace a unos y otros, considerarse miembros de una nación es el poder estatal que ensambla todos estos elementos. Los judíos antes de la fundación de Israel, pensamos que tampoco existe una nación propiamente dicha si no, un pueblo étnica o religiosamente integrado.  

La guerra como aglutinante nacional

   La nación se solidifica frente a un enemigo común, pero es el caso que ese enemigo también afirma entre sus miembros la pertenencia a una comunidad nacional. Ya no es la batalla contra invasores bárbaros o tribus depredadoras de las que es preciso defenderse en pequeñas fortalezas; tampoco el enfrentamiento individualizado entre dos señores feudales: se trata ahora de todo un agrupamiento nacional frente otro. El ejemplo más relevante lo constituye la llamada Guerra de los cien años, disputa entre Inglaterra y Francia.

   En ellas se mezclan elementos típicamente medievales, como las disputas sucesorias, y la aparición incipiente de fuerzas armadas al servicio del monarca que pelean por una causa nacional, fenómeno que anuncia la modernidad.

  1. La sucesión como causa, la nacionalidad como efecto. La transmisión hereditaria de la Corona creada la impresión de que el reino constituía un patrimonio individual del monarca; pensemos que el rey de un determinado lugar contraía matrimonio con la Reyna de otro, pasaba también a reinar en ese segundo territorio. En derecho internacional se denomina uniones personales.
    Desde el siglo XIII el pensamiento político había elaborado la semilla del carácter público del Estado, al concebir la idea de la inalienabilidad del reino que, pese a estar adherido a la persona del rey, no podía ser enajenado.
    Cuando Inglaterra acepto plenamente su posición isleña, estuvo en condiciones de consolidar con mayor rapidez su condición de Estado nación.

   La guerra de los Cien Años derivó del hecho de que los tres hijos de Felipe el Hermoso murieron sucesivamente entre 1314 y 1328 sin dejar descendencia masculina. No existía una disposición expresa que impidiera a las mujeres ocupar el trono, una larga tradición francesa había sancionado su exclusión de sucesión a la Corona. Felipe de Valois, hijo de un hermano de Felipe el Hermoso, asumió la dirección de los asuntos del reino con el carácter de regente y logro proclamarse el rey de Francia. Al mismo titulo aspiraba Eduardo III rey de Inglaterra, quien era hijo de una hija de Felipe el Hermoso. Testimonios de la época afirman que Felipe de Valois fue coronado con el nombre de Felipe VI “porque había nacido en el reino”.

   Las pretensiones de Eduardo III acrecentaron las tensiones entre ambos reinos y culminaron en el rompimiento de hostilidades en 1337. Así la idea de pertenencia a un agrupamiento común y el rechazo a un príncipe extranjero nos dan pauta de consolidación de la idea nacional y de la identificación de la nación con su monarca. El pretendiente repudiado era, al fin y al cabo, un inglés; independientemente de que fuera el nieto de un rey anterior, no era nacional, no había nacido en el reino de Francia.

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