Proceso de Modernización
eftgehyrthuty10 de Febrero de 2014
2.900 Palabras (12 Páginas)344 Visitas
con un esfuerzo, a veces sistemático, de ligar sus significados con el desarrollo de la ciencia y la tecnología.
Las sociedades modernas tienen rasgos comunes; por sus componentes materiales y por sus niveles de desarrollo son similares entre sí, pero no idénticas; sus diferencias son notorias por sus sistemas de vida, por los regímenes socioeconómicos en que se sustentan y por los proyectos históricos que aspiran a consolidar o establecer.
La versión más completa de una sociedad moderna es la sociedad industrializada. Las semejanzas de las grandes potencias son obvias cuando se comparan, por ejemplo, los componentes del proceso productivo de Estados Unidos, Japón y la Unión Soviética. También se encuentran semejanzas y rasgos comunes al examinar los niveles de desarrollo de Inglaterra, Francia y Alemania Democrática, pero esto no quiere decir que sean iguales o idénticas, aunque los sistemas a que pertenecen sean frutos de la época moderna.
La imagen paradigmática de la sociedad moderna en el capitalismo o en el socialismo tiene rasgos específicos. Así, en cuanto a su desarrollo económico, la sociedad moderna emplea fuentes de energía de alto potencial y una tecnología avanzada en todas las ramas de la producción económica, cuenta con recursos institucionales y humanos apropiados para crear y asimilar permanentes innovaciones tecnológicas, dispone de una producción diversificada en la que predomina la producción industrial sobre el sector primario, tiene industrias de bienes de capital y bienes de consumo, estimula una alta productividad del trabajo, y tiene independencia en el funcionamiento de su comercio exterior.
En cuanto a su régimen político, la sociedad moderna se caracteriza por disponer de un estado racional y eficientemente organizado por la participación de grandes sectores mayoritarios de su población en las decisiones políticas, y por la capacidad estatal de establecer y ejecutar la planificación económica y social. Esta característica es particularmente importante en las sociedades modernas del socialismo.
En cuanto a la estructura de la sociedad, las diferencias son notorias entre las sociedades socialistas y las capitalistas, pues las primeras, para ser tales, han tenido que atravesar por un proceso de revolución social, en el que ha desaparecido la estructura de clases del sistema capitalista al abolirse la propiedad privada sobre los medios de producción y al eliminarse las formas de explotación que derivan de ella.
Si bien éste es el aspecto más importante para diferenciar las sociedades modernas, desarrolladas e industrializadas de uno y otro sistema, en ambos sistemas ha surgido un impresionante aparato burocrático que tiene a su cargo el funcionamiento del estado y la dirección de la economía. Este elemento común, más las formas de industrialización y el desarrollo de la revolución tecno científica de la época actual, son factores que preocupan a las ciencias sociales del presente para formular una hipótesis de la convergencia de los dos sistemas, hipótesis de muy difícil confirmación, pero que podría tenerse en cuenta como una expresión del antiguo aforismo latino extrema se tangunt (los extremos se tocan).
El Proceso de Modernización
Los innumerables cambios que ocurren en una sociedad para que ésta se convierta en moderna constituyen lo que se llama proceso de modernización. En la época actual, es la tendencia global que siguen todas las sociedades del mundo y puede afirmarse, casi con absoluta certeza, que no hay país que se sustraiga de esta corriente.
Sin tener en cuenta, por el momento, los tipos y vías de modernización que ha experimentado la sociedad, puede afirmarse que la lucha por lograrla es el empeño fundamental de la época actual y se ha convertido en la aspiración dominante de los pueblos, en un "tipo especial de esperanza". La complejidad del proceso de modernización y las distintas formas que ha adoptado, siguiendo las peculiaridades históricas y estructurales de una sociedad u otra, implica, en el fondo, el eslabonamiento de tres aspectos inseparables: el desarrollo económico, los cambios estructurales de la sociedad y la vigencia real de formas políticas de gobierno que satisfagan las metas del desarrollo económico y social.
La concurrencia simultánea de estos aspectos implica que los mismos actúan de manera congruente. Así, el desarrollo económico no se da exclusivamente por la acción espontánea de los factores económicos de la producción y la distribución, sino que a él concurren decisiones políticas que consideran los niveles de participación de los distintos sectores de la estructura social.
El proceso de modernización, al producir una gran movilización social, acelerar la urbanización, abatir los índices de mortalidad, aumentar el promedio de vida, modificar la estructura familiar y del parentesco, ampliar los servicios públicos, perfeccionar los sistemas de comunicación, o -para decirlo brevemente- al desatar una "revolución de las aspiraciones", no borra las diferencias ni suprime los conflictos de clase, sino que puede avivar las contradicciones de clase en los conflictos económicos, ideológicos y políticos, especialmente en la modernización de tipo capitalista.
Determinadas sociedades tienen la capacidad de impulsar este proceso, porque los factores internos que actúan dentro de ellas son lo suficientemente dinámicos y fuertes para pasar de formas y de niveles inferiores de producción económica y de organización social, de tecnologías tradicionales, de anacrónicas estructuras del poder político, de sistemas jurídicos y de servicios públicos obsoletos, a formas y niveles nuevos y superiores con que la sociedad, desde los puntos de vista teórico y concreto, pueda ostentar, disponer y disfrutar de una abundacia de bienes y servicios.
Este tipo de modernización podría llamarse autónomo o central y corresponde a aquellos países altamente industrializados que han alcanzado un notable grado de desarrollo. Para ellos, la modernización es la continuación del estado de modernidad en que se encuentran; en consecuencia, no les significa sacrificios excesivos ni trastornos drásticos. Empero, el hecho de que tengan capacidad propia para impulsar este proceso, no quiere decir que sean países que se hubieran desarrollado "fuera" de toda relación con los demás; por el contrario, en su historia económica, social y política se encuentran largos períodos, que han durado décadas y siglos, en los que ejercieron dominación colonial sobre otros territorios y países. La riqueza intercambiada les produjo enormes beneficios y los excedentes extraídos de ultramar multiplicaron sus posibilidades de desarrollo. Los países centrales modernos obtuvieron, en el fondo, sus niveles actuales combinando su capacidad interna con diversas formas de dominación colonial y neocolonial.
Otras sociedades participan del proceso de modernización por la acción que ejercen sobre ellas los sistemas socioeconómicos existentes o los países cercanos o distantes. En este caso, se percibe con nitidez una incorporación de sociedades tradicionales (no modernas) a los mecanismos de dominación y dependencia, generados por el sistema capitalista en expansión durante los últimos siglos. Para muchas de ellas, los cambios han sido drásticos, han demandado un esfuerzo considerable para atender sus necesidades y, en muchos casos, les ha significado una subordinación completa de su economía, de su política, de su cultura y de su individualidad histórica.
Esta subordinación adquiere caracteres nítidos a través del colonialismo, considerado como una fase histórica en que se universaliza la modernización. La incorporación violenta o pacífica de distintas sociedades a este proceso produce efectos contradictorios en los que pesan más los aspectos negativos. El establecimiento de colonias ha tenido muchas variantes; así, los modelos español o portugués fueron diferentes del inglés, francés, holandés o belga, pero todos ellos se caracterizaron por las formas específicas de explotación económica, opresión política y dominación social con que se ha reforzado la prosperidad de las metrópolis, haciéndolas más aptas para su propia modernización, su desarrollo económico y su industrialización sostenida.
Los modelos clásicos de colonialismo pretenden justificarse como procesos "civilizadores" de gran escala, por haber introducido en sociedades tradicionales formas y roles que supuestamente constituyen elementos revolucionarios de modernización y de trasmisión de cultura. Lo que importa destacar es que las metrópolis, a tiempo de establecer sus fábricas, minas y plantaciones, difundir nuevas lenguas y costumbres, introducir nuevas modalidades de trabajo, implantar técnicas de producción o instalar nuevos medios de transporte o medios de comunicación, estaban "incorporando" sus posesiones coloniales a una economía central, sin preocuparse de lo que efectivamente podrían ganar el territorio ocupado y la población colonizada.
Si bien en la actualidad se derrumba precipitadamente el mundo colonial, todavía son fuertes las relaciones de neocolonialismo que predominan en vastas regiones del planeta.
Esta nueva forma de dominación también es vista como otra modalidad "pedagógica" que sigue el proceso de modernización. Las dependencias económicas y tecnológicas determinan una subordinación casi total del país semicolonial, preservando las apariencias de la independencia política. Los
...